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Aunque la vidriera tiene directos contactos con la pintura, a pesar de que el esmalte traslúcido también comparte afinidades con esta última y los tapices o los bordados están en esta misma situación, se trata de técnicas artísticas muy diferentes y por todo ello hemos preferido no analizarlas hasta ahora. Reunir en un capítulo aparte todas estas variantes del arte gótico es complejo porque se suma a ellas el análisis de los marfiles, que se han dejado pendientes al hablar de la escultura. Es tradicional, no obstante, optar por esta solución y trataremos de desarrollar el tema partiendo de estos condicionantes.En todos los campos mencionados se evidencia una progresión estilística equivalente a la de las restantes artes plásticas (estilo 1200, gótico...). Incluso puede afirmarse que la vidriera parece haber influido en la aparición del denominado gótico lineal. No se trata, por tanto, de ámbitos situados en la retaguardia artística y son destacables en este sentido las experiencias punteras en el tema de la tridimensionalidad, desarrolladas dentro del esmalte traslúcido por los orfebres italianos trecentistas.Si a lo largo de las páginas anteriores hemos subrayado una y otra vez la existencia de dos modelos góticos, detectables en el arte del norte de Francia tanto en lo arquitectónico como en lo plástico, y en Toscana más en el segundo campo, ahora es conveniente insistir de nuevo sobre el tema.

En términos generales, también en la producción que vamos a tratar se constata una situación equivalente. Existe una orfebrería de caracteres muy específicos en París y otra distinta en la Toscana, aunque no pueden negarse intercambios. En el capítulo de los tejidos ocurre algo similar y lo propio sucede con la vidriera. Es lógico que documentándose contrastes en el plano pictórico se acusen también aquí, por cuanto el dibujo es la base de toda la decoración.En Francia, el despegue de toda esta producción va estrechamente ligado al desarrollo de París como capital del reino y al asentamiento en ella de los artistas. No hay que olvidar tampoco que el refinamiento progresivo de la sociedad contribuirá de forma directa a consolidar esta situación. Lo propio sucede en los centros italianos. De nuevo reaparecen Siena (en particular para la orfebrería) y Florencia (que destaca por sus recami) y se hace obligado hablar de ciudades como Nápoles que, si bien no han creado, han ayudado a redifundir las novedades. La vía de contacto entre Francia e Italia pasa en muchas ocasiones a través de los Anjou.Si en la Europa gótica existen puntos especializados en producciones concretas, y éste puede ser el caso del bordado denominado por su origen opus anglicanum, otras técnicas se difunden extraordinariamente y llegan a darse en amplias áreas con características comunes. Es, por ejemplo, lo que ocurre con la orfebrería en el amplio arco que va desde la Península italiana hasta el Levante español. Italia, que tiene en la Toscana (Siena) uno de sus principales centros productores, aúna al carácter innovador una gran calidad de ejecución. Sus artistas viajan y difunden los hallazgos. Como consecuencia, puede hablarse de una producción de raíz italiana en sus planteamientos estilísticos, formales y técnicos, ejecutada, no obstante, en Montpellier, Sicilia, Valencia, Barcelona, Aviñon..., incluso en Toledo.

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