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En 1533 heredó el trono de Moscú Iván IV el Terrible (1533-1584), niño aún. Cuando pudo imponerse sobre los boyardos, que habían mantenido durante su minoría al Imperio en un estado de anarquía, inició una política claramente dirigida a que en el interior y en el exterior se reconociese su voluntad suprema como zar, título con el que fue coronado en 1547. Durante su mandato el Imperio se extendió por el Don hasta su desembocadura en el mar de Azov y por las regiones del medio y bajo Volga hasta el Caspio, mientras que por el Este llegó y superó los Urales. Continuando la política expansionista de sus antecesores, Iván IV convirtió a Rusia en una potencia ya temible en esta zona de Europa. La primera campaña expansionista la dirigió hacia Livonia, donde, en 1558, tomó Narva, abriendo con ello una puerta al Báltico, donde Moscovia se convirtió en una nueva potencia en liza por la hegemonía. Los restantes competidores lanzarán la contraofensiva. La Hansa consiguió que la Dieta imperial declarase el bloqueo económico, Reval y el norte de Estonia consiguieron la protección de Suecia, Dinamarca se estableció en la isla de Oesel y Segismundo Augusto de Polonia ofreció la protección a Livonia y Curlandia, siempre que la Orden Teutónica aceptase el protectorado polaco, cosa que hizo en 1559. Por el Norte entrará en contacto con los "Merchants Adventurers", que en 1554 llegaron a Arkángel e iniciaron un comercio beneficioso para ambas partes, alentados por el zar, que aprovechó el contacto para trabar relaciones diplomáticas con Inglaterra e intentar conseguir una alianza militar que no logró.

Aunque los ingleses deberán compartir en el futuro el mercado con los holandeses, siempre mantendrán una situación preferente en Rusia. La iniciativa privada de los grandes propietarios Stroganov, en busca de salinas y minas de hierro, será la causa de la expansión más allá de los Urales, que tendrá una rápida continuación en el siglo siguiente. Tras la muerte de Iván IV en 1584, el retraso mental de su hijo Fedor habría provocado de nuevo la anarquía si no fuese por la tutela de su cuñado Boris Godunov, que será capaz de mantener el orden interior y sortear los problemas del exterior, sobre todo las ambiciones polacas y suecas. Pero, a pesar de ser elegido zar a la muerte de Fedor en 1598, Boris no pudo impedir las banderías internas y las guerras entre facciones, que mantendrán al Imperio ruso, durante la denominada "época de las perturbaciones", sumido en el caos. La amenaza del avance ruso forzó la unión de Polonia y Lituania, que en la Asamblea celebrada en Lublin en 1569 decidieron constituir un solo Estado con un soberano común, situación que se mantendría por dos siglos. Ya, desde 1549, el temor ante el avance ruso había provocado un acercamiento entre Jagellones y Habsburgos, sellado con el matrimonio entre Segismundo Augusto y una hija del emperador, que se mantendrá en los decenios siguientes, aunque alternando con períodos de amistad francesa. Mientras, la rivalidad permanente entre Suecia y Dinamarca por el control sobre el Báltico, acabó desembocando en la guerra de los Siete Años (1563-1570), que terminó en un conflicto generalizado.

Iván IV participó con Lübeck en apoyo de Federico III de Dinamarca, mientras Segismundo Augusto de Polonia se aliaba con Erik XIV de Suecia. La larga contienda supuso un desastre para todos los países ribereños, que vieron perjudicado su comercio por la acción de los piratas sobre barcos de cualquier nacionalidad, y para todos aquellos con intereses mercantiles en la zona. Especialmente afectados fueron los "Merchants Adventurers" ingleses, que habían extendido su radio de acción por el Báltico, fundamentalmente a través de Hamburgo, puerto que conoció en el siglo XVI un momento de esplendor, y también la Monarquía española, necesitada de defender los intereses de los Países Bajos. Al Congreso de Stettin de 1570, que dio fin a la guerra, asistieron representantes de los contendientes y de Inglaterra, Escocia, España, Brandeburgo y Sajonia, que vieron con preocupación el deterioro del comercio de un área conveniente para todos. Sólo los rusos no fueron invitados, dado el rechazo de los demás ante su considerable avance geográfico. Stettin fue una fecha importante en el área báltica, a partir de la cual se impuso como norma teórica de derecho público europeo la libertad de navegación para todos, y no el control de las aguas ni de los estrechos por uno solo. Además, Suecia ganó Estonia, y su aliada polaca, Livonia. Dinamarca, que conservó la isla de Oesel, debió abrir el Sund a los suecos y, por tanto, resultó perdedora.

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