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Datos principales


Rango

Expans europea XVI

Desarrollo


Al otro lado del mar se estaba construyendo, no sin dificultades y retrocesos, el moderno Estado sueco, relacionado desde la expulsión de Cristian II de Dinamarca con la poderosa familia de los Vasa, uno de cuyos miembros, Gustavo, fue elegido rey en 1523, aunque tuvieron que transcurrir algunos años hasta que pudo consolidar su soberanía frente a sus opositores y a los movimientos subversivos de distinto signo que contra él se alzaron. Gustavo I Vasa (1523-1560), figura sobresaliente, con una fuerte personalidad, gran capacidad de actuación y buen predicamento entre el pueblo, modeló a su manera el aparato de poder que supo montar reorganizando la Administración, incluido el Gobierno central, y creando organismos básicos de gestión económica. También fue el introductor de la reforma luterana en Suecia, medida que se debió más a cuestiones políticas que religiosas, pues lo que al monarca sueco le urgía obtener eran los cuantiosos recursos económicos de la institución eclesiástica y el control sobre ella, de ahí que una vez recabados los apoyos sociales necesarios decretase la secularización de los bienes de la Iglesia, decisión que contó con la aceptación de los representantes estamentales de la nobleza, burguesía y campesinado, que unieron sus fuerzas frente a las del clero. A este respecto, la Dieta de Vasteras de 1527 constituyó un hito destacado en los inicios del mandato de Gustavo Vasa por las decisiones políticas y religiosas que en ella se tomaron.

La primera década de su reinado resultó crucial para la afirmación del nuevo Estado sueco, pues además de someter a la Iglesia, de lograr la financiación que pretendía para garantizar su labor política, de empezar a desarrollar una administración central y de formar un gobierno efectivo, tuvo que hacer valer su autoridad una y otra vez frente a las protestas interiores de sectores aristocráticos, clericales y campesinos, y a las amenazas exteriores del todavía intrigante Cristian II y del ex-arzobispo de Upsala. Solventados estos peligros, el resto del reinado transcurrió de forma menos conflictiva. La Monarquía de los Vasa obtendría además una garantía de continuidad al quedar establecida, desde 1544, la realeza como derecho hereditario de la familia. Los problemas le vendrían de nuevo a la Corona sueca por la política, en exceso ambiciosa, de Erik XIV (1560-1569), involucrado en la guerra de los Siete Años (1563-1570) contra Dinamarca, a la que apoyaba indirectamente Polonia, y por el rebrote de la cuestión religiosa que pasaría a un primer plano durante el reinado de Juan III (1569-1592), que se convirtió en rey tras destronar a su hermano Erik. Casado con la polaca Catalina Jagellon, el nuevo monarca se mostró favorable a la Contrarreforma, provocando con sus actos, por un lado, gran tensión en la sociedad sueca, mientras que por otro daba lugar a la futura, y momentánea, unión dinástica de Suecia con Polonia, al recaer tras su muerte el trono en su hijo Segismundo III (1592-1604), el cual ostentaba la Corona polaca desde 1587.

El nuevo monarca sería el continuador de la política contrarreformista de su padre, lo que le acarrearía a la postre su caída después del levantamiento de los fieles protestantes, de la derrota que experimentó ante ellos y de su consiguiente deposición. El reinado de Segismundo III constituyó un período crítico para la evolución de los países del Báltico por las posibilidades de dominio que presentaba el bloque polaco-sueco y por la expresa orientación católica del monarca, pero fueron precisamente su marcada defensa de la causa contrarreformista, su decidido apoyo a uno de los elementos fundamentales de ésta, es decir, a la Compañía de Jesús, y su orientación pronobiliaria (factores todos ellos que suponían un cambio de rumbo importante en las directrices gubernamentales respecto a las que hasta entonces habían caracterizado a la Monarquía sueca de los Vasa, sobre todo tan distintas a las líneas programáticas del gran Gustavo I), las causantes de la amplia sublevación que se originó en su contra, en la que participaron grupos burgueses y campesinos opuestos a la penetración católica y contrarios a la reacción nobiliaria, que ofrecieron su apoyo a una especie de partido nacional que se aglutinó alrededor de la figura del príncipe Carlos, el hijo menor de Gustavo Vasa, el cual resultaría vencedor en su enfrentamiento con Segismundo, que sería depuesto como rey de Suecia aunque seguiría ocupando el trono polaco hasta 1632. Con Carlos IX (1604-1611) triunfaba también el protestantismo sueco, iniciándose además una nueva etapa de esplendor en la evolución política sueca que se concretaría con toda nitidez en el siguiente reinado de Gustavo Adolfo.

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