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Datos principales


Rango

XX8

Desarrollo


El expresionismo era ya a comienzos de la segunda década del siglo XX un movimiento extendido por los países del área de influencia alemana. En Austria se vivía una situación peculiar y paradójica, generadora de múltiples tensiones: el imperio austrohúngaro se desmoronaba, pero no se producían cambios de importancia. En Viena se había acabado la Sezession, pero Klimt y su grupo ya habían dado a conocer a los austríacos, a través de exposiciones, a algunos de los más importantes artistas de vanguardia: Gauguin, Van Gogh, Munch y Matisse. En ese ambiente y en la órbita de Klimt aparecen una serie de figuras vinculadas al expresionismo, pero difíciles de clasificar e imposibles de encuadrar en ningún grupo.Alfred Kubin (1877-1959) era un dibujante e ilustrador, que escribió la primera novela expresionista, "Die Andere Seite", en 1909; un año después entró en contacto con Kandinsky, colaboró en El Almanaque de El Jinete Azul, del que fue una especie de aliado, y expuso con ellos en 1913 en la galería de Walden. La obra de Kubin -ilustraciones y dibujos, fundamentalmente, de trazo nervioso- está poblada por un mundo de monstruos en transformación que parecen fruto del sueño de la razón, y que escapan a cualquier intento de racionalización. Un mundo morboso, de pesadilla, difícilmente explicable sin las investigaciones psicoanalíticas sobre el subconsciente y el sueño que lleva a cabo Freud en la misma ciudad por estos años.

Obsesionado por la muerte y por el universo femenino como algo muy próximo a ella, estuvo dos veces a punto de morir, una en un intento de suicidio en 1896 junto a la tumba de su madre y otra en 1903 a causa de una depresión, provocada por el abandono de una mujer. En sus pinturas al óleo se acerca a otro universo también onírico, el de Odilon Redon, al que conoció en 1905.Oskar Kokoschka (1886-1980) se inició en Viena en estrecha relación con Klimt y con Loos, a quien dedicó su obra de teatro "Asesino, esperanza de las mujeres". Autodidacta en pintura y procedente de la escuela de Artes y Oficios, se acerca al expresionismo hacia 1906 y se establece en Berlín, donde colabora desde 1910 en "Der Sturm" con ilustraciones y textos, siendo más conocido entonces como escritor que como pintor. Sin entrar en El Puente ni en El Jinete Azul, crea un estilo propio, atormentado y visionario, en el que el espacio ocupa un lugar casi de protagonista -por presencia y no por ausencia, como en el caso de Schiele-, entrelazado con las figuras, que parecen arrastradas por la fuerza centrífuga de las espirales, como en el retrato doble con Alma volando por el cielo, de 1914, construidas, en estos años, con colores apagados. Poeta y dramaturgo -tanto como pintor e ilustrador- recibió una herida en la guerra y se enfrentó a la purga nazi con su Autorretrato de un artista degenerado. El retrato psicológico y el paisaje, más sereno que sus primeras obras, fueron dos géneros a los que se dedicó con preferencia, aunque siempre reaparecen otros temas: la mujer, la pareja, el amor, la adolescencia, la sexualidad y la muerte.

Egon Schiele (1890-1918) es también un caso de artista que se resiste a cualquier clasificación. Partiendo de Klimt, su maestro, el que le animó a seguir por el difícil camino que había iniciado tras rebelarse contra la enseñanza académica, y con el que tuvo siempre una relación de admiración-celos, optó decididamente por la línea como elemento configurador de sus obras, en las que hay un solo tema: la soledad del ser humano y la incapacidad de fusión con el otro.Marcado por una infancia desgraciada por culpa de la sífilis de su padre, el sexo será siempre su motivo. Las imágenes de Schiele, descaradamente sexuales, más atrevidas de lo que era habitual, y autobiográficas la mayor parte de las veces, aparecen en un espacio hostil, que las rechaza y crea una tensión casi insoportable. Su crítica a la hipocresía sexual de la Viena de principios de siglo, de la que su propia familia y él mismo habían sido víctimas -su padre quemó sus primeros dibujos, un juez de Viena quemó también, simbólicamente, un dibujo suyo y él estuvo preso por una acusación de pornografía- constituyó un escándalo en su momento y sólo recientemente ha sido reconocido como la figura crucial del expresionismo austríaco y el suyo como uno de los mundos más inquietantes de nuestro siglo. El público vienés no estaba acostumbrado a ver tales profundizaciones en los problemas del deseo y a reconocer su parte de voyeur o de exhibicionista tan abiertamente como lo hacía Schiele.

Las protagonistas de sus obras casi siempre son mujeres, a veces adolescentes, resueltas a base de unas pocas líneas, de herencia klimtiana, pero cargadas de fuerza, con una precisión y una seguridad de trazo que sólo Toulouse-Lautrec había mostrado. Sobre estas líneas apenas se resaltan algunos toques de color, que acentúan el carácter sexual de los cuerpos. Son además mujeres muy próximas a su entorno: Edith, su mujer; Gerti, su hermana, y Walli, su modelo, que aparecen siempre capturadas en momentos íntimos, en actitudes habitualmente secretas, sorprendidas por la mirada de un voyeur. El mismo se retrató innumerables veces en actitudes tan íntimas como la masturbación. La figura humana protagoniza sus obras hasta tal punto que incluso sus paisajes, como Casas junto al río (La ciudad vieja), de 1914 (Madrid, colección Thyssen) tienen algo de humano, parecen organismos vivos, con sentimientos. Arrastrando su leyenda de maldito y desgraciado, su final no fue más feliz de lo que había sido su corta vida. La gripe española de 1918 se llevó a Edith, su mujer, que estaba embarazada, y pocos días después a él.Un caso aún más peculiar es el de Richard Gerstl (1883-1908), un vienés que se acerca al expresionismo hacia 1905, con una obra en la que el color ocupa el primer lugar, en detrimento de la precisión formal, y cuya violencia en la realización del cuadro hace pensar en los artistas de action painting, en un expresionismo más basado en la manera de hacer y en la actitud vital que en los contenidos. Hizo retratos, como Kokoschka y Schiele, en los que la profundidad psicológica predomina sobre cualquier otro aspecto, como los de la familia Schöenberg. Gerslt se suicidó a los veinticinco años y fue escasamente conocido hasta la década de los treinta.

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