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Rango

XX7

Desarrollo


Si hay un hombre importante para el grupo de los expresionistas en Berlín es Herwart Walden o Georg Levin -su verdadero nombre-, un inquieto músico berlinés de quien Paul Klee dijo, entre otras cosas, que vivía de cigarrillos y que tenía buen olfato para los cuadros. Walden empezó fundando en 1903 el Ateneo Artístico, un lugar de reunión y expresión para los escritores, actores y arquitectos, pero el paso decisivo lo dio en 1910. En marzo creó una revista y una editorial, "Der Sturm (La tormenta), Semanario cultural y artístico", bautizado así por su primera mujer, Else Lasker-Schüler, escritora y muy influyente entre los poetas. Walden quería llevar de nuevo la cultura y las artes al público, en lugar del periodismo y el folletinismo habituales, y su revista se convirtió en el portavoz de la vanguardia literaria. Interesado también por los artistas, encargó dibujos a Oskar Kokoscha para las portadas, además de publicarle en ella su escandaloso drama Asesino, esperanza de las mujeres.En marzo de 1912 abrió una galería de arte bajo el mismo nombre con una exposición de infamias, como se calificaban entonces El Jinete Azul, Kokoscha y los expresionistas. A partir de ese momento y a lo largo de diez años, incluso durante la guerra, en un centenar de exposiciones, Walden puso ante los ojos berlineses las manifestaciones más interesantes de la vanguardia internacional y por allí desfilaron todos: expresionistas franceses, futuristas, fauves, Ensor.

..Walden organizó también la mayor exposición de arte de vanguardia en Berlín, en septiembre de 1913, el Primer Salón Alemán de Otoño. Pero no sólo fue importante en Alemania, fue además una de las mejores exposiciones de conjunto del arte nuevo en Europa antes de la guerra, aunque no estuvieran Picasso, Matisse ni El Puente. Estaban sin embargo los futuristas, El Jinete Azul, lo último que se hacía en París, incluso estaban físicamente como grandes figuras Marinetti, Delaunay y Apollinaire. Rousseau, como uno de los padres de la Modernidad, tenía un tratamiento especial, lo mismo que Delaunay y los organizadores (Marc, Macke, Kandinsky). Las críticas fueron muy malas y los resultados económicos desastrosos, tanto para Walden como para Koehler, que sustentaba económicamente el proyecto, pero las 266 obras de 90 artistas que allí se pudieron ver no cayeron en saco roto.

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