La estructura ceremonial más grande y más importante de la ciudad de Chichén Itzá es el Castillo o el Templo de Kukulkán (Quetzalcóatl). Se trata de una pirámide escalonada que presenta una escalinata en cada uno de sus cuatro lados, escalinatas que nos conducen a un templo erigido en la zona superior. En el interior de este templete se observan representaciones de jaguares, un chac mool y el trono de jaguar, con incrustaciones de jade y concha y pintado en un brillante color rojo. Gracias a la orientación del Castillo, durante los equinoccios de primavera y otoño, al ponerse el sol se dibuja en uno de los muros laterales el cuerpo de una serpiente deslizándose por él, gracias a un juego de luz y sombra.
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La ciudad de Chichén Itzá está organizada en sentido norte-sur, destacando en su zona central un importante grupo de edificios entre los que destaca El Castillo o Templo de Kukulkán. Se trata de una pirámide de planta cuadrada con 55,50 metros por lado, con nueve cuerpos escalonados y cuatro grandes escalinatas limitadas por alfardas, alcanzando 30 metros de altura. Las plataformas se han construido en talud y están decoradas con rectángulos sobresalientes del lienzo del muro. Cada una de las escalinatas tiene 91 peldaños, lo que en total hace 364, apuntándose a una función calendárica. El templo está situado en la plataforma superior y tiene una cámara central de 6 metros por 4,5. Ante esta cámara encontramos un pórtico que se abre al exterior por tres vanos, creados gracias a dos columnas representando serpientes emplumadas, típicamente toltecas. La decoración exterior del templo es muy simple, consistente en un coronamiento de almenas en forma de caracoles cortados.
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Se trata de una pirámide escalonada que presenta una escalinata en cada uno de sus cuatro lados, escalinatas que nos conducen a un templo erigido en la zona superior.
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En Hatra recogemos algo no muy común, la certeza de una fundación parta. Y en su arte, con independencia de los elementos más puramente clásicos, nos encontramos con las primeras huellas de auténticas manos iranias. Sobre todo en la arquitectura y pintura. En el sector de los templos, por ejemplo, descubrimos una estructura nueva, también presente en la Assur arsácida y en el Irán: el iwan, una gran sala abierta por un lado o no, y cubierta con una soberbia bóveda que encuentra paralelos cercanos en el palacio de Nisa, en el de Assur y en la Ctesifonte sasánida. Muchos historiadores coinciden en señalar que el iwan constituye un tipo de planta sin precedentes conocidos -si acaso, la tienda abierta como quieren algunos-, pero que echará hondas raíces en el Irán, pasando incluso a integrarse en las mezquitas y madrasas islámicas. La monumentalidad de las bóvedas que cubren los iwanes de Hatra carecía de modelos, o al menos los ignoramos.
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La colonia de Agrigento en Sicilia, vivió un momento de máximo esplendor antes su destrucción por parte de los cartagineses en el 406 a. C. Prueba de ello es este templo, uno de los últimos que se construyó siguiendo el canon dórico y que destaca por su buen estado de conservación.
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La colonia de Agrigento en Sicilia vivió un momento de máximo esplendor antes su destrucción por parte de los cartagineses en el 406 a.C. Prueba de ello es este templo, uno de los últimos que se construyó siguiendo el canon dórico y que destaca por su buen estado de conservación.
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El templo de la diosa Isthar en Ishchali se encontraba asentado sobre una plataforma, de considerables dimensiones (101 por 67 m) y seguía en su disposición las plantas del anterior período neosumerio.
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Durante los años que Hatshepsut ocupó el cargo de regente de Tutmosis III levantó este singular edificio, inspirado en el que allí mismo erigiera cinco siglos antes su antecesor Mentuhotep. El emplazamiento de este templo es el más grande circo de la montaña tebana, compenetrándose la arquitectura con el paisaje. La obra se despliega en profundidad, ganando muy poca altura, pero sí un dilatado fondo en sus tres terrazas consecutivas. Orladas de pórticos las tres, van llamando al viajero hacia el núcleo del santuario, socavado en las entrañas de la roca.
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El Templo de la Sibila (Tívoli, Italia) es de planta circular. Como tal, puede ser considerado heredero del tholos griego o bien de la cabaña de paja, habitual en el Lacio. Existen dos variantes de templos circulares: el rodeado de columnas en su exterior, como el Templo de Vesta; o bien el también circular pero con un gran espacio interno, como el Panteón. El Templo corintio de la Sibila, fechado en el siglo I a.C., parece derivar del tholos griego, si bien su estructura pudo tener también relación con las formas circulares de las cabañas. La cella fue construida de mortero.