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El episodio de Saturno es uno de los más dramáticos de los pintados por Rubens para la Torre de la Parada, pabellón de caza cercano a Madrid, encargado decorar por Felipe IV con escenas mitológicas inspiradas en la "Metamorfosis" de Ovidio y escenas de caza realizadas por Frans Snyders y Peter Snayers. Saturno, el principal entre los Titanes, pensó que la mejor manera de evitar que uno de sus hijos le destronase era devorarlos al poco de nacer. El sexto de sus retoños, Zeus, consiguió ser salvado por su madre, Rea, llegando a hacer cumplir el vaticinio y derrotar a su padre. Rubens ha recogido el momento en que Saturno desgarra el pecho de uno de sus pequeños. Se apoya en la guadaña, símbolo del cultivo de la tierra. La expresión de ambas figuras sitúa este lienzo entre los más impactantes del Museo del Prado, sólo comparable con el Saturno de Goya. La enorme figura del dios se recorta entre la oscuridad del fondo. La influencia de Miguel Ángel, que ya viene marcando las figuras del artista desde su estancia en Italia, se aprecia hasta el final. Gracias a la luz, ha conseguido crear un ambiente dramático similar a una obra de teatro, muy empleado en el Barroco, inspirándose en la escuela veneciana liderada por Tiziano. El Banquete de Tereo y la Vía Láctea son otra escenas de la serie.
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Al igual que ocurriría con Nicolas Poussin en 1640, trece años antes el rey Luis XIII y el Cardenal Richelieu reclamaron a Simon Vouet, quien a la sazón llevaba más de un decenio en Italia, como pintor de la Corona en París. Sin embargo, si Poussin desistió de convertirse en el representante artístico de la ideología absolutista y las ideas sobre el Arte de los gobernantes franceses, Vouet fue la perfecta encarnación de estos ideales de orden y sometimiento a la norma. Desarrolló en la capital gala una amplia obra que abarcaba tanto la pintura de altar como la pintura decorativa, recorriendo tanto la pintura religiosa, como la Anunciación, como la alegórica. Su condición de virtuoso del dibujo y la técnica del óleo se muestra en esta alegoría de asunto mitológico. Saturno, anciano, a quien representa con su atributo, la hoz, puesto que era dios agrícola, simboliza el Tiempo. La bella muchacha que hace presa en una de las alas del dios, es la Esperanza, cuyo atributo es el ancla a sus pies. La mujer que tira del cano pelo de Saturno es la Verdad. Sobre este grupo se encuentran la Fama, quien sopla una larga trompa, y la Ocasión, que porta en su mano derecha los atributos del poder, por lo que también puede identificarse con la Fortuna. Junto al dios, a su izquierda, se encuentra un "putto", un amorcillo alado. El movimiento, a pesar de estar realzado por la composición diagonal, es escasamente dramático.
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Las tonalidades otoñales de una puesta de sol serán las protagonistas absolutas de este trabajo en el que el astro rey domina con sus rayos radiales la composición, tomando un cierto aspecto infantil. Los sauces sin hojas y los matorrales de primer plano han sido conseguidos con trazos de pintura sin una organización aparente, tendiendo a la abstracción en primer plano mientras en el fondo encontramos mayores referencias espaciales, especialmente por el sol. El color anaranjado y rojizo se mezcla con el azul y el verde para expresar la alegría que corresponde al estado de ánimo del pintor, eufórico antes de la llegada de Gauguin.
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