La euforia sionista ante la Declaración Balfour fue paralela a la indignación árabe. Las protestas se sucedieron. Sociedades secretas como La Mano Negra de Yafa trataron de acabar con la inmigración. Los asentamientos judíos fueron atacados desde diciembre de 1919, obligando a evacuar varios. En marzo de 1920, centenares de campesinos y bandas de beduinos cercaron las colonias judías de Tel Hai, Kfar Giladi y Metula, defendidas por un puñado de hombres que, al final, tuvieron que replegarse. Los ataques se repitieron en otros lugares. El epicentro fue Jerusalén, donde, el 4 de abril y los tres días siguientes, la multitud apedreó a los judíos y saqueó sus tiendas. Gran Bretaña nombró Alto Comisionado en Palestina a Herbert Samuel, convencido sionista judío-inglés, una elección que auguraba mayores conflictos. Éste tuvo que enfrentarse con nuevos levantamientos de la población árabe, en 1921, que costaron la vida a casi un centenar de colonos judíos y a un número similar de manifestantes árabes. El Alto Comisionado se vio forzado a suspender la inmigración judía -una de las reclamaciones árabes- y luego a limitarla. Meses más tarde, Londres comenzó a dar marcha atrás con las intenciones de Balfour que -aclaró en 1922- "no contemplan que la totalidad de Palestina deba convertirse en el hogar nacional de los judíos, sino que tal hogar sea creado en Palestina". Pese a todo, más de 8.000 judíos por año arribaron a la Tierra Prometida entre 1920 y 1923, 14.000 en 1924 y 34.000 en 1925. Por entonces, el Imperio Británico dividió Palestina: Transjordania (la actual Jordania) fue segregada, defraudando las ilusiones de los maximalistas judíos ("Las dos orillas del Jordán: una es nuestra y la otra también"). Uno de los que juzgó intolerable aquella decisión fue Jabotinsky, que fundó, en 1923, una organización juvenil sionista de carácter fascista, Betar, que adoptó la parafernalia e ideología mussolinianas: uniformes, camisas pardas, exaltación del heroísmo, desfiles, maniobras y eslóganes: "A sangre y fuego, Judea volverá a levantarse". Dos años más tarde, el Betar lanzó la idea de revisar las ideas del sionismo, dominadas por los grupos de tendencias socialistas, y creó el ultraderechista Partido Revisionista, que años más tarde se convertirá en el partido Herut y en la principal fuerza del bloque Likud. Los disturbios antisionistas se reprodujeron en 1929, centrados en Jerusalén. En diez días, fueron asesinados sesenta judíos por la turba, que también se ocupó de saquear numerosas tiendas y viviendas. La represión fue dura: decenas de árabes cayeron por las balas inglesas y de los grupos armados sionistas. La revuelta se extendió a Safad, Tel Aviv-Yafa y Haifa y muchas colonias diseminadas por todo el país fueron atacadas por los árabes. La Haganá replicó con represalias indiscriminadas. Al cabo de diez días, 133 judíos y 116 árabes habían muerto y 339 hebreos y 232 palestinos estaban heridos. La justicia condenó a muerte a 25 árabes y a dos judíos.
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acepcion
Escritura propia de la civilización de Elam, fechada entre finales del cuarto milenio y comienzos del tercero antes de nuestra era.
acepcion
Así se designa al conjunto de nombres que tenían los reyes egipcios. A partir del Imperio Medio el faraón tenía cinco nombres.
Personaje
Pintor
Protógenes instaló su modesto taller en la isla de Rodas, trabajando en un estilo donde se daba prioridad al detalle. Su fama le llevaría a la corte de Macedonia donde realizaría retratos del rey Antígono.
contexto
El 21 de octubre de 1517 un fraile agustino, Martín Lutero, denunciaba públicamente en Wittenberg la crisis moral que la venta de indulgencias implicaba para las conciencias y, declarado hereje en 1520, se iniciaba la Protesta contra Roma y su vida relajada, que acabó desgajando de la Iglesia a treinta millones de europeos. La Roma del Anticristo, como es llegada a considerar la sede de Clemente VII, quedaba convulsa en toda la. década de los veinte. Con el fortalecimiento del poder imperial de Carlos V, vencedor en Pavía en 1525 de Francisco I de Francia, se produce la marcha sobre Roma de su ejército, del que asombrosamente formaban parte lansquenetes luteranos. El asalto y saqueo de Roma el 6 de mayo de 1527 produjo el terrible despojo y devastación más atroces, con el Pontífice humillado en el castillo de Santangelo. El viejo conflicto entre Imperio y Papado provocó en horas trágicas un suceso artístico de primera magnitud: se interrumpieron las actividades en los talleres con pérdida de numerosas obras de arte y los artistas se dispersaron hacia otras regiones de Italia. Aunque estos dos acontecimientos, uno religioso y otro político, no fueron sino síntomas significativos y simplistamente no expliquen todo lo que ocurría en el Renacimiento en aquellas horas, sí demostraron que un cambio radical venía abriéndose desde los años finales de Rafael y estaba patente en la trayectoria plástica de Miguel Angel. El clasicismo había aupado el Alto Renacimiento hasta una cima inigualable, pero esa cumbre, por utópica y perfecta, no era ni duradera ni estática, como sujeta al discurrir de las acciones humanas. Se produce ya desde el mismo triunfo de ambos creadores, lo mismo que algo después en Venecia y en Tiziano, una crisis formal que rompe con los esquemas constructivos y visuales del estilo, para desembocar en otros que los desbordan con distonía heterodoxa. La aparición de esa reacción anticlásica que llamamos Manierismo no implicó de repente la invención de nuevos términos, sino la articulación de las mismas palabras en una nueva sintaxis, presidida por la búsqueda de un idioma que fractura sus simetrías y proporciones, sus pirámides cerradas y sus paralajes horizontales. Quiebran los ideales neoplatónicos. Lo que da nuevo color al proceso es que no sólo Roma y luego el obrador veneciano lo acusarían, sino que la reaparición de Florencia de nuevo, como crisol y adelantado de la nueva sensibilidad, dio más prolija variedad al primer Manierismo. Los pintores protomanieristas de Florencia y Siena, que ya habían desplegado su particular vanguardismo antes del Saco de Roma, ejercieron de propagandistas del nuevo modelo al dispersarse por la vorágine hacia otras ciudades italianas, como es el caso de Jacobo Sansovino trasplantado a Venecia, o aun más lejos, como Cellini, Rosso Fiorentino, y su propio maestro Andrea del Sarto, desplazados hasta Francia donde la decoración del Palacio de Fontainebleau se convirtió en escuela de dilatado Manierismo. Incluso artistas españoles que se formaron y trabajaron en Italia, transmitieron a España la renovación protomanierista. Si este éxodo se dio entre discípulos de Rafael como Giulio Romano o Perin del Vaga, que tras el Saco fueron invitados a Mantua y Génova respectivamente y allí se expresaron en dicción manierista, el proceso tuvo en Miguel Angel destacado protagonismo, precisamente en las obras de arquitectura y escultura que los Papas Médicis le encomendaron en San Lorenzo de Florencia, la Sacristía Nueva con los sepulcros mediceos y la Biblioteca Laurenciana, ambas empresas ya teñidas de un vigoroso anticlasicismo aun antes de 1527, aunque las concluya pasado el trauma del Saco y el asedio de la propia ciudad. Desde un primer momento se ha iniciado un Manierismo rampante (1520 a 1527) como lo denominó Shearmann, que desde Roma se expande por Italia y Europa. A esa ola se agregará el obrador florentino, que dará sabor lúdico y heterodoxo a todo el Protomanierismo, vigente hasta mediados del siglo, más o menos el resto de la existencia activa de Buonarroti, pues aunque muere en 1564 ocupado en su singularísima elegía final de la Piedad Rondanini, prácticamente hacia 1550-55 ha interrumpido su tarea escultórica y sólo interviene en la construcción del nuevo Vaticano que proyectó en 1547. Desde entonces y como legado poderoso del miguelangelismo como motor principal se robustecerá el carácter cortesano del estilo, al que por la influencia contrarreformista del Concilio de Trento se añadirá un componente propagandístico y catequético en lo religioso, y por contra una propensión hacia lo caprichoso y exótico, notas todas del que puede llamarse Manierismo maduro o, por otros, Romanismo, antecesor del barroco claramente despegado en Italia desde Caravaggio, pero que en otros países perdura a comienzos del siglo XVII.