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La primera de las places royales construida por Luis XIV fue la Place des Victoires, planificada en 1685 por el mariscal de La Feuillade para acoger un monumento del Rey Sol.
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Responde a la idea de lo que es una place royale, aunque en principio fue concebida sin estatua real en el centro. Los diversos edificios que la componen definen sus volúmenes individualmente en la zona de los tejados, con lo que se rompe el aspecto de espacio totalmente unitario.
monumento
Esta coqueta plaza ha recibido este nombre por la antigua fortaleza de Grand Châtelet, levantada para defender el vecino puente del Change; dicha fortaleza fue destruida durante el periodo de Napoleón I. El actual aspecto de la plaza se debe a los cambios realizados por Napoleón III, con fuente central con basamento de 1858, adornado con esfinges y estatuas. La columna que se alza en el centro de la fuente data del año 1808 y fue levantada para celebrar las victorias de Napoleón I.
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Detrás de la Sacré-Coeur, encontramos la Place du Tertre, lugar de reunión de pintores desde el siglo XIX, aunque poco queda de tiempos pasados en dicha plaza. Lo único que se conserva es la forma de pintar, lenta y absorta, sentados en taburetes de hierro o de madera ante caballetes. No hay monumentos en la plaza y se encuentra casi por completo arbolada. La plaza está rodeada de pequeñas callejuelas llenas de negocios y cafés y está enfocada a todos los turistas que pasan por ella.
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Renoir se convertirá en un auténtico especialista a la hora de mostrar escenas de la vida cotidiana, uno de los temas preferidos por el impresionismo al tratarse de una temática moderna, alejándose del clasicismo de asuntos históricos o mitológicos. Las plazas, las calles del barrio de Montmartre, los lugares de ocio, los teatros o los cafés serán protagonistas de los lienzos de estos jóvenes pintores, como bien podemos observar en esta escena pintada por Renoir en 1880.El joven pintor se interesa por el ajetreo de la plaza, como observamos en la cantidad de figuras que se disponen en la zona derecha de la composición mientras que en la izquierda presenta un espacio vacío, la propia calle cerrada al fondo por un carruaje. En primer plano aparece una joven ataviada con un elegante sombrero, figura para la que el pintor realizó un estudio preliminar. Las luces del atardecer inundan el espacio y llenan de tonalidades grises la composición al tiempo que difumina y abocetan cada uno de los elementos. Para ello, Renoir no duda en emplear una pincelada rápida y empastada con la que la forma y el volumen empiezan a diluirse, interesándose por efectos de luz, color y atmósferas. La disposición de los elementos en el espacio se realiza a través de una acentuada diagonal que recuerda las escenas pintadas por los grandes maestros del Barroco, manifestando así Renoir cierta herencia clasicista que le servirá de punto de encuentro con su nuevo estilo de pintura a partir de 1880.