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Personaje Científico
Establece su residencia en Madrid en 1914. Fue uno de los miembros que integraron la Comisión de Investigaciones Paleontológica y Prehistóricas del Museo de Ciencias Naturales. Uno de los primeros estudios que realiza, junto a su discípulo Juan Carandell Pericay, versa sobre climatología. A comienzos de la década de los veinte es nombrado catedrático de historia primitiva del hombre en la Universidad Central, donde permanecería hasta 1936. En su campo de actuación fue uno de los personajes más activos de su tiempo. Protagonizó una discusión con Eduardo Hernández sobre la relevancia de los hallazgos norteafricanos del paleolítico superior y del mesolítico en España. En esta polémica, en la que también intervino Breuil, ambos se referían a la existencia de una cultura capsiense norteafricana, que con el paso de los años se llegaría demostrar que existió en Túnez y Argelia. Sin embargo, cuando defendió que las cuevas de Levante y Altamira eran contemporáneas se equivocó. El tesón y el trabajo de Obermaier fue uno de los principales motores que impulsaron la investigación geológica y paleontológica.
termino
acepcion
Religioso que desempeña el oficio litúrgico más importante dentro de cada diócesis. Además de estar capacitado para administrar sacramentos como la confirmación, tiene plena potestad jurídica. Al comienzo del cristianismo, para designar este término también se empleaba la palabra presbítero. Este cargo no es específico de la Iglesia Católica, sino que también se da en las ortodoxas orientales y anglicana.
obra
Una de las más bellas basilicas bizantinas de los primeros tiempos en Rávena es San Apolinar in Classe, consagrada en el año 549 por el obispo Maximiano. En este detalle de su decoración mosaísta se representa al obispo Ursus sobre un fondo azul y verde, con el hieratismo y la elegancia más característica del arte bizantino.
termino
contexto
Cuando terminaba el invierno de 1941-42, que tantos desastres había deparado a las tropas nazis, Hitler disponía de un ejército de casi cuatro millones de hombres (un 20 por 100 eran tropas aliadas) con no menos de 10.000 cañones de campaña, 4.000 tanques y un número similar de aviones (1). El Führer parecía haber escarmentado de sus errores de la campaña anterior y, en vez de lanzarse en busca de varios objetivos a la vez, centró sus miras en un sólo y grandioso proyecto: tomar el Cáucaso. Con ello, anularía un alto porcentaje de la capacidad industrial soviética, privaría a Stalin de los importantes recursos agrícolas, minerales y humanos de la región y obtendría petróleo para el III Reich, terminando con la angustiosa penuria alemana de combustible. Con el Cáucaso en sus manos amenazaría la retaguardia del imperio británico y sus fuentes de combustible y, muy probablemente, atraería a Turquía al campo bélico del Eje. Un grandioso sueño al que se opondría el ejército soviético, con unos cinco millones de hombres, 30.000 cañones, 6.000 tanques y unos 10.000 aviones. Frente a esta ventaja, Alemania era superior en la concepción de la guerra de movimientos y en la calidad de su aviación (2) a lo que hay que añadir la concentración de tropas soviéticas para la defensa de Moscú, mientras Hitler había congregado casi la mitad de sus efectivos en el frente sur, escenario de su gran mazazo. Entre el final de la primavera y el verano de 1942 se produjo un rosario de victorias germanas que pusieron a la URSS al borde del K.O. Bajo la sombra de la esvástica cayeron Kerch, Jarkov, Sebastopol, Oskol, Voronetz, Rostov. Moscú perdía cientos de miles de kilómetros cuadrados y cerca de 800.000 hombres (cuando se habla de bajas en general, se entiende muertos, heridos, desaparecidos y prisionero) 2.000 tanques, 4.000 cañones y más de 1.000 aviones. Dos ejércitos soviéticos estaban bajo la amenaza de cerco en la curva del Don y Stalingrado quedaba al alcance de los nazis. El Cáucaso parecía presa segura. Pero en ese momento Hitler, contra la opinión de sus generales, volvió a cometer el mismo error que un año antes, dividir sus fuerzas: la toma o destrucción de Stalingrado se convirtió en operación tan prioritaria como la ocupación del Cáucaso. Sus ejércitos del sur (73 divisiones alemanas y 26 de los países aliados) (3) fueron divididos en "A" y "B". El primero, debería apoderarse del Cáucaso, el segundo, tomaría Stalingrado, formaría un frente Don-Volga y, posteriormente, descendería el curso del Volga hasta Astrakán. Hitler no supo advertir que sus fuerzas se desperdigarían por un frente de más de 2.000 kilómetros, perdiendo penetración y haciendo muy difícil su abastecimiento. Estaba convencido de que la URSS agonizaba. Según el general Halder, jefe del Estado Mayor alemán -que pronto tendría que dimitir-, cuando alguien dijo en presencia de Hitler que Stalin estaba reponiendo rápidamente sus ejércitos perdidos y que sus fábricas contenían 600 tanques al mes, el Führer estalló colérico: "Eso es imposible, ¡deje usted de decir imbecilidades!" Pero los problemas comenzarían pronto. Los ejércitos "B" debieron ceder el grueso de sus fuerzas acorazadas (IV Ejército blindado, general Hoth) al grupo "A" . La consecuencia inmediata es que fueron frenados en el Don, permitiendo el ordenado repliegue de dos ejércitos soviéticos hacia Stalingrado, que comenzó a disponer su defensa. Esto, como se verá, resultó nefasto para los planes de Berlín. Hacia el Cáucaso, sin embargo, progresaron los alemanes con gran rapidez y tan fácil le pareció a Hitler aquella empresa que el 30 de julio volvió a cambiar de planes. Stalingrado debía ser tomada a toda costa porque Stalin no abandonaría la ciudad que llevaba su nombre. Allí la Wehrmacht destrozaría el grueso de las tropas que aún quedaban a la URSS. En consecuencia, ordenó que Hoth volviera con sus tanques al grupo del ejército " B", mimados en adelante por la logística alemana. Entretanto el grupo "A", falto de carburante y de todo tipo de abastecimientos, avanzaba lentamente (4). El jefe del I Ejército blindado, general Kleist, decía en septiembre: "Ante nosotros, ningún ruso; a nuestras espaldas, ningún suministro". Fue tal la carencia de combustible que hasta los camiones cisterna quedaron paralizados, con lo que el carburante debía transportarse en avión o ¡a lomos de camello! Con todo, guinda en la tarta de Hitler, el 21 de agosto era colocada la bandera nazi en la cima del monte Elbrus, 5.633 metros, cumbre de la cordillera del Cáucaso. En adelante, sus progresos serían poco significativos y no conseguirían tomar el Cáucaso; sus tropas resultaron pocas para romper un frente de más de 1.000 kilómetros (5). La escasa resistencia soviética fue creciendo poco a poco a favor de las dificultades naturales, de las líneas defensivas preparadas (6) y del progresivo debilitamiento del ejército alemán que, además de los problemas reseñados, hubo de ceder unidades para el asalto a Stalingrado y buena parte de sus antiaéreos. Más aún, aunque los ejércitos "A" consiguieron ocupar algunos campos petrolíferos, no lograron aprovecharse de ellos, pues antes de abandonarlos, los ingenieros soviéticos los inutilizaron a fondo. Los de Maikop, por ejemplo, no volvieron a producir hasta 1948.
contexto
El plan trataba de situar en Francia, como mínimo, a un millón de hombres y decenas de miles de vehículos de todo tipo. En un primer momento se pensó emplear tres divisiones para el desembarco, y varios cuerpos de Ejército con tres-cuatro divisiones cada uno en una segunda fase. Montgomery consideró que estas fuerzas eran demasiado exiguas, que el sector a atacar era muy estrecho y que el número de barcos era escaso. Finalmente se aceptó que el desembarco lo efectuasen cinco divisiones, precedidas por dos o tres divisiones aerotransportadas. Montgomery doblaba también el número de dragaminas y aumentaba el de buques de guerra, quería otras 1.000 lanchas de desembarco (había pocas disponibles y su construcción fue una de las razones para el retraso de la invasión de mayo a junio, para disponer de otro más de producción), y deseaba que se llevasen a cabo bombardeos estratégicos sobre Alemania y Francia para destruir la infraestructura industrial y viaria. (Sin olvidar la ofensiva simultánea soviética en el este). Todo esto mejoraba el plan inicial. Pero aún había que resolver un sinfín de problemas técnicos: eran necesarios equipos especializados, material especial, etc. El desastre de Dieppe había servido de lección: se necesitaba una cobertura de fuego mucho más poderosa, carros de combate desde el primer momento del desembarco y debería haber una aplastante superioridad aérea. El plan final era mérito de Montgomery, de Ramsey y de Leigh-Mallory. El problema del Día-D era embarcar a 185.000 hombres y 20.000 vehículos, y luego mantener un flujo de tropas y material constante. La vanguardia aerotransportada llevaría a Francia 20.000 hombres y a su material en planeadores y transportes (1.087 aviones), para neutralizar la reacción enemiga y sus defensas. En una segunda fase se trataba de situar en Francia a una fuerza que creara cabezas de playa (cinco divisiones), apoyadas en su desembarco por aire y mar (10.000 aviones y miles de barcos que avanzarían hacia la costa disparando su artillería), a las que luego se iría reforzando con nuevas fuerzas hasta formar un frente continuo y único, y luego proseguir todos juntos la ofensiva, La flota de invasión, pieza fundamental del Dia-D se compondría de 138 buques de guerra de gran tonelaje, 1.000 buques de guerra, 4.200 unidades de desembarco autopropulsadas y remolcadores, 1.200 mercantes, 1.500 embarcaciones de todo tipo (chalanas, barcazas, dragaminas, corbetas, etc.), estadounidenses y británicas sobre todo, pero también canadienses, franceses, noruegos, griegos, polacos, holandeses, etc. En la costa francesa se formaría un puerto artificial que permitiera el desembarco rápido de varios barcos a la vez, compuesto por 136 grandes bloques de cemento, que se utilizarían como muelles. Dieppe había hecho ver que era casi imposible ocupar directamente un puerto importante intacto, y que, aunque se conquistase más adelante Cherburgo, era importante disponer de puertos a mano. Los dos puertos prefabricados (Mulberry A y B, cada uno de 6.044 Tm) serían remolcados desde Inglaterra y anclados o hundidos en Normandía (luego, sólo uno podrá ser utilizado, por desperfectos causados por una tormenta en el otro, situado en el sector estadounidense). Además, 70 viejos buques deberían ser hundios junto a la costa, como diques auxiliares. Se emplearían Unidades Whale, Phoenix, Beetle, etc., masas de cemento que eran verdaderos trozos de carretera, puentes flotantes y cabezas de malecón, todo ello prefabricado. Otro problema lo planteaba la construcción de instalaciones de suministro de carburante para vehículos y aviones: la solución fue el PLUTO, o Pipe-Line-Under-the-Ocean, a través del cual se envió carburante desde Inglaterra a Cherburgo y a Ambleteuse (pero comenzó a funcionar sólo 41 días después de la invasión). Era imprescindible disponer de elementos que facilitasen el desembarco de vehículos y carros, la limpieza de los campos de minas, el aprestamiento de vías de acceso y otros medios que permitiesen salvar los obstáculos del terreno o los artificiales. Para ello, junto con los tractores y excavadoras normales, se modificaron carros de combate con ingeniosos sistemas de protección, ataque y de ingeniería. La idea fue del general británico sir Percy Hobart, que creará y mandará una unidad (una división completa, la 79.? Acorazada) que, repartida entre las distintas fuerzas, será de enorme utilidad en el momento del desembarco: se instalarán planchas adicionales en los carros norteamericanos Sherman; otros Sherman serán convertidos en Crabs (cangrejos) contraminas; otros carros serán convertidos en AVRE para el tendido de puentes; carros Churchill serán Cocodrilos, con lanzallamas; otros Churchill podrán lanzar poderosas cargas explosivas contra los fortines y casamatas enemigas; se construirán carros anfibios, los DD (Duplex-Drive) que podían llegar a tierra por sus propios medios; se acorazarán excavadoras y bulldozers; y se crearon otros muchos ingenios más. A todos ellos se les dará el nombre familiar de los Funnies de Hobart (algo así como los raros de Hobart). Los británicos harán gran uso de ellos; los norteamericanos se mostrarán irónicos y despectivos sobre su eficacia: Eisenhower encargará algunos DD, pero Bradley, que iba a ser el comandante en jefe de las fuerzas estadounidenses desembarcadas en la primera fase, se negará a encargar otros modelos de Funnies, lo que tendrá consecuencias negativas, como veremos. A la preparación técnica se unirá la táctica. Las tropas serán adiestradas exhaustivamente. Los ejercicios serán constantes y agotadores. La tropa quedará deshecha pero con confianza en su preparación. En lo posible, se reprodujeron con maquetas y sobre el terreno en las costas de Inglaterra los escenarios reconocidos y fotografiados, también exhaustivamente, por la aviación y los submarinos, de la costa normanda, prácticamente sin ser molestados por la marina o la aviación alemanas. (6)