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Este dibujo está lleno de encanto y frescura inocente. Su autor, el Maestro del Livre de raison, realizó otros grabados, como el Perro rascándose, en los que podemos rastrear el humor y la ternura. Según palabras de Erwin Panofsky, la ironía es orgullo y superioridad ante el hecho que nos causa la risa, o la sonrisa; sin embargo, el humor es comprensión y simpatía con el hecho mismo, lo que hace que el hombre que comprende los juegos de un niño, comprenda también la muerte.Desde luego, es inocencia y simpatía lo que encontramos en este grabado, que simplemente se complace en mirar desde un punto de vista escondido y cómplice los simples juegos de un par de bebés sobre la hierba.
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Desconocemos cuáles son las verdaderas razones por las que Cézanne pintó la serie de los jugadores de cartas, tomando como modelos los campesinos de Aix o el jardinero del Jas de Bouffan, Vallier. Se especula sobre una reinterpretación del tema clásico de los jugadores, tomando como fuentes un cuadro de Le Nain expuesto en el museo de Aix o una obra de Chardin conservada en el Louvre. Alrededor de una mesa, en primer plano, contemplamos a tres hombres jugando a las cartas, apoyando sus brazos sobre la pequeña mesa blanca. Tras ellos, en segundo plano, un hombre que fuma en pipa observa con atención la partida. En la pared cuelgan unas pipas y un amplio cortinaje, recordando éste a los retratos de aparato típicos del Barroco. Las figuras están inmóviles, dirigiendo su atenta mirada hacia abajo, expectantes en el juego. Cézanne no busca mostrarnos una imagen de la vida cotidiana de Aix sino experimentar sobre cuestiones relacionadas con la forma y el color, sus obsesiones pictóricas que se convertirán en vitales. De esta forma distribuye a los personajes en diferentes planos para crear el efecto de la perspectiva tradicional, aunque la mesa no deja de mostrarse ligeramente desde arriba, como gustaba a Degas, mientras que la figura del fondo se presenta con una perspectiva frontal. Las tonalidades azules dominan la composición, aplicadas de manera uniforme al abandonar las pinceladas dinámicas de su etapa impresionista. El naranja y el rojo provocan acentuados contrastes, al igual que el blanco de la mesa y el tabardo del hombre de frente. Sin embargo, no es un blanco puro sino que absorbe parte de las tonalidades circundantes para mostrar un aspecto "manchado". Este trabajo es una muestra más de los deseos del artista por representar en sus lienzos todo lo que le rodea, ya sea el paisaje de la zona o las figuras que comparten su vida con él.
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Durante la década de 1890 Cézanne pintó una serie de cuadros con la temática de los jugadores de cartas, siendo este lienzo que contemplamos el más famoso de la serie. Los protagonistas de las telas son los campesinos de Aix y el jardinero del Jas de Bouffan, Vallier. Las fuentes de inspiración empleadas por Cézanne posiblemente fueran los jugadores de cartas pintados por Le Nain y Chardin. Las dos figuras se sientan a ambos lados de una pequeña mesa sobre la que apoyan los codos. Una alta botella nos da paso hacia la cristalera del fondo, por la que se intuye un abocetado paisaje. Los dos hombres están concentrados en el juego, interesándose el maestro en captar sus expresiones, y se presentan tocados con sendos sombreros típicos de las clases sociales humildes de la Provenza. El espectador se convierte en uno de los frecuentes observadores que contemplan estas partidas en las tabernas, al situarnos el maestro en un plano cercano a la escena y no hacer apenas referencias espaciales. La iluminación artificial se manifiesta en las sombras, especialmente en el reflejo blanco de la botella. Pero una vez más, el protagonista del lienzo es el color que inunda todos los rincones de la tela. El hombre de la derecha viste una chaqueta de tonalidades grises amarillentas que tiene su continuidad en el pantalón de su compañero, vestido éste con una chaqueta de tonalidades malvas que se mezclan con diversos colores. El fondo se obtiene gracias a una mezcla de tonos aunque abunden los rojizos, en sintonía con la mesa y el mantel. La aplicación del color se realiza a base de fluidas pinceladas que conforman facetas, elementos identificativos del cubismo. A diferencia del impresionismo del que Cézanne parte, en este trabajo prima el volumen y la forma sobre la luz, obteniendo ese volumen gracias al color en estado puro. De esta manera, el objetivo del maestro provenzal -conseguir que el impresionismo sea un arte duradero como el que se expone en los museos- se ha alcanzado.
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La partida de cartas había llegado a constituir casi un género por sí mismo desde su inauguración por la pintura de Caravaggio. En la obra de este pintor italiano y en la de muchos de sus seguidores, los jugadores son tramposos y tahúres, ocupados normalmente en desplumar a algún joven incauto. Sin embargo, Terborch pertenece a una generación posterior, en la que el tema se ha aligerado del componente dramático y marginal. Ya no hay engaños, ni crimen, ni tramposos. Ahora el tema está dulcificado, lo protagonizan unos miembros de la clase media alta y la mujer que juega puede ser la hermana de uno de ellos y no necesariamente una prostituta (a la mujer le estaba prohibido el juego de azar). Además, uno de los caballeros la ayuda y elige por ella la carta más adecuada para la jugada.
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Este cuadro fue pintado por Hooch al final de su estancia temporal en Delft, tras la cual se trasladaría a Amsterdam. Hooch se había especializado en interiores con escenas cotidianas de las familias holandesas, como Mujer y su criada en el Patio, o Patio de una casa en Delft. Progresivamente irá elevando el grado social de sus protagonistas, trasladando las escenas desde casas burguesas de clase media hacia interiores más suntuosos de clase alta. Pese a ello y como podemos observar en este cuadro, la sencillez compositiva y la limpieza de la luz, que sigue siendo la protagonista absoluta, no varían en este nuevo período, más enriquecido en cuanto a la presencia de materiales y objetos de la casa. También aumenta el número de los personajes, antes siempre entre dos o tres, y ahora nada menos que seis. Pero en cualquier caso, los personajes se integran en un espacio amplio y se distribuyen en pequeños grupitos aislados, tal y como en sus cuadros más tempranos.
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Mosaico procedente de El Jem (Túnez)