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monumento
Está situado junto a la Acrópolis y la Gran Plaza. Se trata del Juego de Pelota (tlachtli) más elegante y de mayor tamaño del periodo Clásico, 28,41 m. de largo y 7 de ancho, superado posteriormente por la cancha del de Chichén Itzá. El juego de pelota de Copán pasó por tres estadios sucesivos en su construcción. El terreno de juego estaba enlosado y presentaba una inusual forma en I, cerrado en el lado norte por una amplia grada, encima de la cual se alzaba una estela. A izquierda y derecha del campo, los dos planos inclinados se hallan coronados por cuerpos largos y bajos, subdivididos en estancias de pequeñas dimensiones que constituyen un elemento anómalo en el contexto arquitectónico de los edificios dedicados al juego. El de la izquierda mira hacia el norte y es accesible por tres escaleras repartidas en tres lados. Esta cancha es privilegiada por su posición y porque conserva seis marcadores con la forma de una cabeza de guacamayo. El juego de pelota era mucho más complejo que un simple divertimento. En él se juntaban aspectos deportivos, astrológicos, místicos y simbólicos. El significado religioso del juego estaba en general unido al concepto de lucha entre los diversos astros del Universo y era un ritual donde se desarrollaban las tradiciones propias de los mayas. La figura del capitán de cada equipo era muy importante, pues era él el sacrificado en caso de salir derrotado y premiado en caso de vencer.
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En el sudeste del área maya, Copán y Quiriguá definen el denominado estilo del Motagua. Seguramente alentada por su relación con Tikal en el siglo V, Copán levantó sus edificios con tracita verde, construyendo su núcleo en torno a una inmensa acrópolis. La Estructura XVIII, el juego de pelota y la Escalinata Jeroglífica, que contiene la inscripción en piedra más larga en todo el territorio maya en la que se narra la historia dinástica de la ciudad durante el Clásico Tardío, son los edificios más importantes de Copán.
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En la España de los Austrias, un comprador podía negarse a pagar un producto cuya cantidad estuviera calculada con pesas que no hubiesen sido contrastadas. De ahí la importancia del juego de pesas de bronce que presentamos: su valor total es de 32 libras, unidad de peso establecida por los Reyes Católicos que permaneció invariable en Castilla hasta la adopción del sistema decimal en el siglo XIX. Unas pesas se alojan dentro de las otras, de forma que la más grande no alcanza su peso absoluto sin contener a las más pequeñas. Las fracciones son de 16, 8, 1 y media libra. Los sellos que las adornan se corresponden con la marca del platero toledano Pedro Vegil de Quiñones, que fue marcador mayor de Castilla; por tanto, estas pesas fueron contrastadas por este perito oficial utilizando un patrón custodiado en algún edificio de la Corona, procedimiento por el que se garantizaba que las medidas de peso expresadas por tales ejemplares eran correctas.
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De la miniatura persa, un apartado destacable es el que se desarrolló bajo la égida de los timuríes. Fueron dos los centros principales de este producción artística: Siraz, próxima a la costa del golfo Pérsico y Herat, donde un nieto de Tamerlán creó hacia 1420 una escuela de miniaturistas a la que pertenece esta ilustración. En ambas es notoria la influencia del paisajismo chino.
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Archivo fotográfico de la Fundación Rodríguez Acosta. Fotografía de Manuel Valdivieso.