Busqueda de contenidos
Personaje
Militar
Político
Miembro de la dinastía de los Mermnadas, Giges intentó que Lidia se convirtiera en una gran potencia. Estableció la capital en Sardes al poco de hacerse con el poder (685 a.C.) desde donde puso en marcha un plan de expansión hacia el Egeo. La llegada de los cimerios procedentes del Caúcaso interrumpieron la expansión. Primero atacaron Frigia para pasar después a Lidia, arrasando Sardes y matando a Giges. El reino lidio consiguió mantenerse a pesar del desastre.
Personaje
Escultor
Estudió según las enseñanzas de Alfonso Martínez. Los anales indican en a mediados del XVII se encontraba en Sevilla. Allí dejó entre otras obras esculturas de los Cuatro Evangelistas, un San José y una Virgen de los Dolores, entre otras obras.
Personaje
Literato
Educado en el seno de la alta burguesía catalana, estudió Leyes. Completó su formación en Oxford, donde permaneció dos años. Esta estancia le permitió conocer a fondo la literatura británica. Sin duda, a lo largo de su carrera literaria los escritores ingleses ejercerían una enorme influencia sobre su obra, al igual que su compatriota Luis Cernuda. Cuando regresó a España comenzó a trabajar para su familia y debido a su ocupación realizó numerosos viajes Filipinas, país por el que sintió verdadera fascinación. Desde el punto de vista político mostró una clara oposición a la dictadura de Franco. Esta postura le animó a escribir poesía social, aunque luego no continuara por este camino. Su obra evoluciona en los años sesenta hacia un estilo subjetivo. Con un gran sentido de la ironía denuncia a los burgueses en decadencia y satiriza sobre los "señoritos de nacimiento/ por una mala conciencia escritores/ de poesía social". En 1953 publica sus primeros poemas en una obra que titula "Según sentencia del tiempo". En 1959 escribe "Compañeros de viaje" y a este libro de poemas le siguió "Moralidades" y "Poemas póstumos". Su obra se completa con "Las personas del verbo", "El pie de la letra", una obra de ensayos, y el "Diario del artista seriamente enfermo", entre otros.
Personaje
Arquitecto
Los últimos edificios góticos que se edificaron en España -la catedral de Salamanca y la de Segovia- corresponden a su autoría. Al no poder concluirlas, le sucedió en la dirección de las obras su hijo Rodrigo Gil de Hontañón.
Personaje
Arquitecto
Discípulo de su progenitor, Juan Gil de Hontañón, interviene a su lado en la catedral de Valladolid o la iglesia de Villacastín, entre otras obras. A comienzos de la década de los años treinta afronta su primer trabajo en solitario al edificar la colegiata de Santa María de Villafranca del Bierzo. En esta iglesia ya introduce elementos típicos del plateresco. Como sucesor de Juan Alava, es autor de la fachada de las platerías de la catedral de Santiago de Compostela. Al tiempo que se hace cargo de este proyecto interviene en las catedrales de Segovia y Salamanca. En esta última ciudad, donde se centra gran parte de su actividad, se aprecia de nuevo su gusto por las tendencias platerescas como sucede en la Casa de la Salina o el Palacio de Monterrey. A la década de los cincuenta corresponde el convento de las Bernardas de Jesús, donde destaca la fachada plateresca y su ornamentación escultórica. Todos estos trabajos constituyen, sin duda, el precedente de uno de sus trabajos más importantes como es la fachada de la Universidad de Alcalá de Henares, el mayor exponente del estilo plateresco. En la catedral de Plasencia trabajó con los arquitectos más importantes de su tiempo como Francisco de Colonia, Diego de Siloé o Covarrubias. En este proyecto se encargó de la realización de la escalera que comunica la catedral nueva con la vieja. Uno de los últimos edificios que diseñó fue la iglesia de San Luis en Villagarcía de Campos, donde la sobriedad de sus formas está más cerca del estilo creado por Juan de Herrera.
contexto
Este último aspecto de la obra de Rodrigo Gil nos lleva a considerar uno de los aspectos más controvertidos de la arquitectura española del siglo XVI: la construcción de grandes catedrales góticas -Segovia, Salamanca, Plasencia, Ciudad Rodrigo, etc.- en pleno Renacimiento. Hemos de considerar que la Iglesia española fue uno de los sectores más conservadores de la sociedad y el principal cliente de los artistas. La crisis ideológica y religiosa que afectó a España durante el siglo XVI determinó, en el campo de la arquitectura religiosa, una radicalización de posturas dirigida a establecer un sistema único e inequívoco que sirviera de estilo oficial a la Iglesia. El gótico, por sus connotaciones simbólicas y versatilidad, fue considerado el sistema más adecuado para estos fines, de tal manera que en la arquitectura religiosa de la primera mitad del siglo los casos en los que se intentó establecer una concordatio entre el pensamiento cristiano y la cultura clásica, fueron una excepción. Es más, en algunas ocasiones, como en la reconstrucción del cimborrio de la catedral de Burgos, la utilización del sistema gótico corresponde más que al mantenimiento inercial de la tradición, a una voluntad consciente de oposición a la cultura clásica, en un rasgo decididamente manierista y heterodoxo. En este campo, la labor de Rodrigo Gil, estudiada ampliamente por R. Casaseca, podemos considerarla modélica. No sólo intervino en la construcción de las catedrales de Ciudad Rodrigo, Plasencia y Astorga, sino que su intervención en las de Segovia y Salamanca resultó definitiva. En ambas catedrales, en las que sucedió como director de las obras a su padre Juan Gil, el arquitecto consiguió, mediante una reelaboración magistral del sistema gótico, unos espacios diáfanos y monumentales, en los que se atendía por igual a las necesidades funcionales de este tipo de edificios tradicionales como a una nueva concepción espacial más acorde con los planteamientos humanistas. El sistema de soportes y cubiertas ensayado en estos grandes conjuntos va a sufrir una interesante transformación en otros edificios religiosos que, como la iglesia de Santiago de Medina de Rioseco, la parroquial de Villacastín o alguno de sus modelos de iglesias columnarias, suponen una reelaboración muy personal de algunas de las novedades aparecidas en la arquitectura contemporánea. Fue en esta faceta de proyección de iglesias columnarias -se trate de Hallenkirchen o de edificios de diferentes alturas-, donde la influencia de Rodrigo Gil fue más importante, sobre todo en Castilla y la región Centro. Las iglesias de San Sebastián de Villacastín o de la Asunción de Meco -construida por Nicolás de Ribero conforme a las trazas dadas por el maestro- responden como otros muchos ejemplos, a tipologías y a unos sistemas de cubiertas típicamente hontañonescos que, al final de su vida, recopiló en un manuscrito de arquitectura, recogido y utilizado por Simón García en su "Compendio de architectura y simetría de los templos". Si numerosa fue su producción en el campo de la arquitectura religiosa, que también se tradujo en el ensayo de tipologías conventuales como el monasterio de las Bernardas de Salamanca, no menos importante fue su obra civil, que le obligó a aportar diversas soluciones en tipos tan variados como la Casa de la Salina en Salamanca, el Colegio del Rey en Valladolid o el Palacio de los Guzmanes en León. De todo este conjunto de obras, especialmente interesante para la arquitectura docente y señorial, destacan dos ejemplos que muestran la aportación singular de este maestro a la arquitectura civil española del Renacimiento: el Palacio de Monterrey de Salamanca y la fachada de la Universidad de Alcalá de Henares. Concebido, según Hoag, como un edificio de planta cuadrada prolongado en su zona posterior por dos alas paralelas, que formarían un patio abierto a uno de sus lados, el Palacio de Monterrey responde, sin duda, a los diseños de Rodrigo Gil por su relación entre las superficies planas y la decoración, la solución manierista de sus vanos y el remate en forma de loggia de la fachada. Mucho más novedosa resulta la fachada de la Universidad de Alcalá cuya solución la convierte en uno de los ejemplos más armónicos y proporcionados de la arquitectura del siglo XVI. A ello contribuyeron decisivamente su composición en tres módulos -los laterales de dos cuerpos; el central de tres, rematado en galería y frontón triangular-, el señalamiento del eje principal con una monumental fachada, y la relación existente entre las superficies planas y la decoración, centrada principalmente en los huecos manieristas de la planta noble, difícilmente superables.
video
Gil de Silóe es uno de los mayores artistas de su tiempo. No existen muchos datos de su vida pero sabemos que se trata de un artista venido de fuera, con un amplio bagaje de formación nórdica, donde acusa lo flamenco, aunque en parte tampoco le es ajeno lo germano. Su primera obra conocida es el retablo del Arbol de Jesé en la catedral de Burgos, encargado por el obispo Luis Acuña hacia 1477. En la parte baja se encuentra a Jesé echado, de cuyo vientre surge el árbol donde se representa la genealogía de Jesús y María. Las imágenes están concebidas prácticamente como esculturas exentas que se fijan sobre un fondo neutro. Sus mejores trabajos los dejó en la cartuja de Miraflores, en las afueras de Burgos. Por encargo de la reina Isabel realizó los sepulcros reales. El primero es el del Infante Alfonso, fallecido en 1468. Se utiliza el esquema de sepulcro adosado en el muro, con arco solio que cobija un amplio espacio destinado a ocupar la figura del difunto, representado arrodillado en oración, dirigiendo su mirada hacia el altar. Para el sepulcro de Juan II y su esposa Isabel de Portugal se eligió una planta de estrella de ocho puntas formada por la intersección de un rectángulo y un rombo. Sobre esta curiosa planta se colocan los dos yacentes, separados por una pequeña crestería y mirando al altar. Pero la obra maestra es el retablo mayor de esta cartuja, realizado entre 1496 y 1499. La idea general se asemeja a un gran tapiz de forma rectangular, dividido en dos partes bien diferenciadas. El superior se centra en la Crucifixión, enmarcada por una rueda de ángeles, mientras en los ángulos observamos otras cuatro ruedas. En la zona inferior predominan las verticales, potenciadas por cuatro figuras de santos de tamaño considerable. La zona limitada por ellas se divide en dos pisos, con círculos en el superior y rectángulos en el inferior. Entre las últimas obras destaca el sepulcro del paje Juan de Padilla, inspirado directamente en el del infante don Alfonso, y el retablo lateral de la capilla del Condestable, encargado hacia 1499 por Mencía de Mendoza.