Uno de los mayores problemas con los que se encontraron los soldados norteamericanos que desembarcaron en Anzio fue este gigantesco cañón de 500 libras- hermano de otros como el Gustav o el Thor-, perfectamente camuflado, que les estaba esperando. Transportado sobre raíles, estaba tan bien oculto protegido que, apesar de conocer con cierta exactitud su posición, los bombardeos artilleros, aéreos y navales no podían hacerlo callar. También llamado Leopold o Annie, estaba sustentado sobre 24 ruedas, que lo transportaban hacia el interior o exterior de la cueva en que se ocultaba. La destrucción de las líneas férreas italianas por parte de los bombardeos aliados hizo que los alemanes hubieran de abandonar el Anzio-Express durante su retirada. Una vez ocupado el terriorio, los aliados repusieron las vías férreas y trasladaron el supercañón a los Estados Unidos para examinarlo.
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Personaje
Militar
Descendiente del Duque Manuel Filiberto y primo del rey Víctor Manuel III, fue voluntario en la Primera Guerra Mundial. Entre 1925 y 1931 estuvo destinado en el ejército colonial. Como teniente coronel intervino en la conquista de Fezzan y de los oasis de Yuha. Su actuación en este ámbito le valió el sobrenombre de "Príncipe del Sahara". En 1937 fue nombrado Virrey de Etiopía y al comienzo de la Segunda Guerra Mundial le designaron comandante superior de las Fuerzas Armadas de la zona italiana del Africa Oriental. Desde este puesto defendió estoicamente Eritrea, sin embargo en el mes de mayo de 1941 tuvo que desistir de su defensa ante la entrada del ejército británico. Fue hecho prisionero en Nairobi y allí murió.
acepcion
Palabra maorí, de Nueva Zelanda. Se ha traducido como "tierra de la larga nube blanca" o "larga luz del día".
lugar
<p>Apamea (en griego, απάμεια: apámeia | en árabe, آفاميا: afamia) fue una antigua ciudad de la histórica región en Apamena, de la que hoy día solo se conservan las ruinas. Actualmente su ruinas están en la ciudad de قلعة المضيق (Qalaat al-Madiq) en Siria. Ubicada en el Orontes a unos 90 km al sur de Antioquía llegó a ser un importante centro cultural del neoplatonismo y la capital de la provincia Siria Segunda.<br><br>En el siglo V quedó enfrentada en dos grupos: lo partidarios del concilio de Calcedonia (año 451) y sus oponentes. Eventualmente se convirtió en una fortaleza de los defensores del Calcedonia gracias al monasterio de san Marón (Beit Maron), cuna de los maronitas.<br><br>Para los maronitas, Apamea fue la región de su cultura y la tierra natal de su monasterio, pero del que tuvieron que huir, siglos después, para refugiarse en las montañas del Líbano y defender su fe.<br><br>Apamea es probablemente el lugar donde fue escrito e ilustrado el insigne Evangeliario de Rabbula (del año 586).</p><p>Por: Alberto Meouchi-Olivares</p>
contexto
La administración central de la Monarquía pontificia esta integrada por cuatro organismos: Cancillería, Cámara, Tribunales y Penitenciaría. La Cancillería agrupa el conjunto de oficinas encargadas de la expedición y recepción del importante volumen de documentación empleado. Está dirigida por el vicecanciller, normalmente un abad u obispo que suele ser promovido al cardenalato. A sus órdenes se halla un numeroso personal que incluye notarios, abreviadores, escribanos, bullatores, registradores, y otros cargos. La expedición de un documento seguía un complejo proceso. Redactado de modo sumario por los abreviadores, pasaba a su redacción definitiva en la oficina de la "grossa", en la que se le daban las fórmulas cancillerescas; se comprobaba luego su concordancia con el documento abreviado y se enviaba para su otorgamiento definitivo por el Papa o los auditores, según su importancia. Finalmente, la bula era sellada y registrada. Las peticiones dirigidas al Pontífice, una vez concedidas, pasaban a la oficina de suplicas que seguía el procedimiento habitual y se encargaba de llevar el correspondiente registro. La Cámara es el organismo financiero; a su frente se halla el camarero, el personaje más importante de la Curia, siempre un obispo, frecuentemente promovido al cardenalato; es un alto consejero del Papa, especialmente en política internacional. Vigila la gestión económica, autoriza los libramientos, supervisa las cuentas y recibe las liquidaciones de los colectores apostólicos, cuyo nombramiento es también competencia suya. Altos funcionarios de la Cámara son el tesorero, generalmente obispo, encargado de la administración directa de los recursos, sustituto del camarero en numerosas funciones y jefe de un numeroso funcionariado, y el maestre de la moneda, responsable de las acuñaciones pontificias, a cuyas órdenes se halla el personal necesario para ello. El camarero cuenta con un tribunal propio, que entiende en todas las causas relacionadas con cuestiones fiscales, así como con auditores, fiscales, notarios. Sobre todo, dirige el camarero una compleja red de colectores apostólicos, a cuyas órdenes se hallan, a su vez, subcolectores y recaudadores, cuyos expeditivos métodos provocaron en ocasiones airadas protestas. La administración de justicia corresponde esencialmente a la Audiencia de causas del palacio apostólico, más conocido como Tribunal de la Rota; entiende, sin apelación, en todo tipo de causas, especialmente en las relacionadas con cuestiones beneficiales. El tribunal de réplicas, por su parte, estudia cuantas cuestiones de carácter procesal puedan plantearse: autenticidad de documentos y recusaciones de jueces o procuradores. El consistorio, reunión del Papa y de los cardenales para el estudio de las cuestiones de interés general de la Iglesia, no es propiamente un tribunal de justicia, pero, de hecho, entiende en causas del más variado carácter, desde problemas de índole política a causas criminales. Lo mismo sucede con los tribunales cardenalicios, comisiones presididas por un cardenal que reciben la misión de juzgar una causa concrete. La Penitenciaría es el organismo encargado del estudio y concesión de las dispensas de edad, de parentesco y de inhabilidad para contraer matrimonio u ocupar cargos y beneficios eclesiásticos; es competencia suya la imposición y levantamiento de las censuras eclesiásticas. A su frente se halla un penitenciario, cardenal presbítero o cardenal obispo; cuenta con su propia cancillería, su cuerpo de legistas y un grupo de penitenciarios menores, encargados de oír las confesiones y otorgar absoluciones. Para hacer frente a los gastos requeridos por la dimensión internacional del Pontificado, y para el mantenimiento de su máquina administrativa, contaba con unos ingresos escasos y anticuados; por ello, a pesar de afrontar duras críticas, hubo que desarrollar un sistema fiscal adecuado a las nuevas circunstancias. Los ingresos procedentes de las rentas del patrimonio eran escasos y, dado el desorden, imposibles de cobrar; los censos de los monasterios eran insignificantes, y muchos ni siquiera podían pagarlos. Los censos de los reinos vasallos eran un ingreso muy aleatorio, y los diezmos de Cruzada eran un recurso extraordinario, creador de muchas resistencias, y del cual las respectivas Monarquías se llevaban una cantidad considerable. El ingreso más importante fue el derivado del nombramiento de obispos y abades; dada la extensión del sistema de reservas sufrió un considerable incremento. Está integrado por los servicios comunes y menudos; los primeros son la cantidad que pagan los obispos y abades en el momento de su nombramiento, siempre que la renta anual, valor impositivo, superase 100 florines, estando exentos los de inferior cuantía. Bonifacio VIII había establecido la tasa en un tercio de la renta, la mitad para la Cámara y la otra mitad para los cardenales asistentes al consistorio de provisión. Los servicios menudos serán equivalentes a cinco veces la cantidad obtenida por uno de los cardenales en el anterior impuesto. Con ocasión de aquellos nombramientos debían satisfacerse otras contribuciones menores, calculadas en función de aquéllas: la "sacra", pagada al camarero y oficiales, equivalente a una vigésima parte de los servicios comunes; el "subdiaconum", un tercio de la sacra, pagado a los subdiáconos del Papa, y otras cantidades menores. Constituían un conjunto de excepcional importancia. La expedición de documentos y su registro estaban sometidos al pago de derechos de cancillería que suponían una contribución económica de considerable importancia. Otros ingresos proceden de las visitas "ad limina", es decir, de los regalos realizados con motivo de aquellas visitas obligatorias, convertidos luego en pagos por la dispensa de tales visitas; los censos de los reinos vasallos, las donaciones espontaneas hechas al Pontificado y las sanciones impuestas por los tribunales pontificios. Existe, además, un conjunto de rentas cobradas en toda la Cristiandad por un bien organizado sistema de colectores y subcolectores. La décima es un impuesto extraordinario, recaudado para la Cruzada u otro gasto importante; equivale a la décima parte de la renta anual de cualquier cargo o beneficio. La "annata" es el impuesto pagado, durante el primer año de disfrute, por la obtención de un beneficio reservado y equivale a un tercio de la renta del mismo. Las procuraciones son los censos cobrados por la redención de la obligación de visita que obispos, abades y arcedianos deben realizar a los beneficios sometidos a su jurisdicción. Hay que citar otros ingresos como los expolios, derechos sobre los bienes muebles dejados, a su muerte, por los eclesiásticos que hubiesen sido nombrados por la sede apostólica; los subsidios caritativos, a veces contribuciones obligatorias; las vacantes, o rentas durante el periodo de vacante de un beneficio, y las rentas de los dominios del Pontificado, a veces imposibles de cobrar. En conjunto significan un importante volumen de ingresos, en parte devorados por la propia maquinaria fiscal que los cobraba y en parte desviados hacia las autoridades temporales que, no sin condiciones, accedían al cobro. El volumen es, no obstante, tan importante y tan compleja su recaudación y valoración en monedas tan diversas, que resulta imprescindible contar con el concurso de los grandes banqueros, que proporcionaban liquidez al Pontificado y permitían disponer de dinero, donde fuese preciso, recurriendo lo menos posible al transporte de numerario. Esos contactos con el poder económico, el volumen de dinero obtenido y las presiones ejercidas, a veces, sobre los contribuyentes, justifican las quejas que se producen y algunas críticas al Pontificado, al que, no siempre desinteresadamente, se le presenta como olvidado de su tarea espiritual.
contexto
La construcción de un aparato de gobierno centralizado y eficaz pudo realizarse a partir de la transformación de las estructuras feudovasalláticas existentes y de la instrumentalización de los medios e innovaciones desarrollados durante el periodo bajomedieval (mejora de las comunicaciones y de los conocimientos geográficos, progresos de las técnicas económicas, transformaciones militares, evolución del pensamiento intelectual y político, activación de los sentimientos "nacionales" y xenófobos...). En su labor los monarcas no innovaron sino que perfeccionaron los elementos que ya tenían a su alcance. Así, la monarquía de los Reyes Católicos no fue más que la materialización de una herencia doctrinal y política nacida con Alfonso X, proseguida por Alfonso XI y reconducida por los reyes de la dinastía Trastámara. Durante la Baja Edad Media fueron constantes los intentos de ampliar territorios -en provecho propio o frente a otros reinos- mediante la conquista o las alianzas dinásticas. Este expansionismo desembocó en uniones exitosas (Castilla-Aragón en 1492) o frustradas (Inglaterra-Francia en 1420 o la política matrimonial portuguesa de los Reyes Católicos), y en la incorporación a las grandes monarquías de entidades "medievales" menores en el caso hispano, Granada (1492), Navarra (1512). Internamente, la consolidación territorial de los Estados se realizó por varios medios complementarios: administrativos -virreyes, lugartenientes, gobernadores, corregidores-, militares -creación de ejércitos permanentes y de la Santa Hermandad-, jurídicos -fijación de fronteras políticas y fiscales- e ideológicos. En el caso hispano, la fusión de estructuras territoriales castellanas y aragonesas permitió a la España Moderna dominar e importar su autoridad en territorios muy amplios y muy lejanos. El fortalecimiento regio exigió el crecimiento y la transformación de los aparatos de gobierno de la monarquía, proceso caracterizado por el auge de la burocracia al servicio de los reyes. Los burócratas (letrados, juristas), extraídos de sectores sociales intermedios o menores, asumieron cada vez mayores cotas de poder en el Estado, aunque su "corporativismo" limitara la eficacia de las directrices monárquicas. Con todo, la burocratización no desplazó a la nobleza, que mantuvo su papel político en la estructura estatal de la monarquía (sobre todo en Castilla). La estabilización del lugar de decisión principal en una ciudad también fue consecuencia de la evolución hacia unos aparatos de gobierno centralizados y complejos- en Castilla no hubo una sola capital, aunque se tendió a ello al fijarse la Chancillería en Valladolid (1442)-. El reinado de los Reyes Católicos constituyó una verdadera consolidación de las instituciones monárquicas. En las Cortes de Toledo (1480) se tomaron medidas decisivas en este sentido -reorganización del Consejo Real en beneficio de los letrados, ampliación de competencias de los corregidores y eficaces medidas financieras . Las reformas de la Audiencia y Chancilleria de Valladolid y la creación de otra en Ciudad Real (1494) -luego en Granada (1505)- fueron otros pasos importantes. El perfeccionamiento de la fiscalidad real fue paralelo a la configuración y ampliación de la organización estatal. En un proceso de renovación de las fuentes de ingreso fiscales frente a las tradicionales (salvo en Inglaterra), los monarcas trataron de regularizar los impuestos indirectos (aplicados especialmente sobre la sal, la lana, las aduanas y el consumo) e importar los impuestos directos (no pagados por nobleza y clero, y resueltos en asambleas representativas a petición del rey), aunque la relación entre ambas tasas varió según la época y el reino. También se obtuvieron recursos a partir de las rentas eclesiásticas (sobre todo en Castilla) y de primarios sistemas de crédito (arrendamiento de impuestos y derechos, préstamos a banqueros e iniciales tipos de deuda). Esta evolución supuso la creación de sistemas fiscales complejos y eficaces que permitieron sostener y aumentar el proceso "estatalizador" de las monarquías occidentales durante el Bajomedievo. En España, los Reyes Católicos sanearon y perfeccionaron la fiscalidad castellana desde las Cortes de Toledo (1480). Además de las rentas recuperadas a la nobleza, los ingresos principales eran los siguientes: alcabala (renta ordinaria más importante), servicios de Cortes, diezmos, almojarifazgos (impuestos aduaneros), servicio y montazgo sobre la trashumancia, ingresos eclesiásticos (tercias reales, rentas de maestrazgos incorporados) y juros (deuda pública primitiva establecida desde 1489). A ello se sumó el control real de organizaciones de gran poder económico como las órdenes militares y la Mesta (1489). Sus medidas económicas culminaron con un intento de unificación monetaria de Castilla-Aragón mediante la creación del "excelente" (1497). La Hacienda regia en tiempos de Isabel y Fernando puede considerarse modesta y equilibrada, aunque con tendencia a la inestabilidad (M. A. Ladero). El aparato estatal de la España Moderna era una mejora del configurado hacia 1400 y no fue modificado sustancialmente hasta el siglo XVIII. Aunque existiesen dos modelos diferenciados sobre una misma base social -el castellano, de carácter absolutista; y el catalano-aragonés-navarro, de carácter pactista o contractual-, "fue Castilla (Consejo Real, Audiencias, Hacienda...) quien marcó la pauta de la monarquía hispánica de los siglos XVI y XVII por su mayor peso político y socio-económico en la Península, y porque era mucho más eficaz, moderno y útil que el sistema pactista", propio de un mundo medieval basicamente superado.