Sueño de Constantino

Datos principales


Autor

Piero De Benedetto Dei Franceschi

Fecha

1452-66

Estilo

Renacimiento Italiano

Material

Fresco

Dimensiones

329 x 190 cm.

Museo

Iglesia de San Francisco de Arezzo

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El sueño de Constantino es una de las escenas más famosas de la Leyenda de la Vera Cruz, considerándose la primera escena nocturna de la historia de la pintura italiana. Según Santiago de la Vorágine, narrador de la historia: "el árbol de la Cruz permaneció oculto bajo tierra más de doscientos años... hasta que fue encontrado por santa Elena, madre del emperador Constantino. He aquí cómo ocurrió el hallazgo: por aquel tiempo una multitud innumerable de bárbaros se congregó a orillas del Danubio con intención de cruzar el río y conquistar todas las tierras occidentales. Cuando Constantino se enteró... llegó hasta el Danubio y colocó en sus orillas estratégicamente a sus soldados. Luego, viendo que las tropas enemigas atravesaban el río... sintió un miedo extraordinario. Aquella misma noche, mientras dormía, un ángel lo despertó y lo invitó a mirar a lo alto. Al levantar sus ojos hacia el cielo Constantino vio suspendida en el espacio una cruz formada por dos rayos luminosos y sobre ella una señal en letras de oro que decía: "In hoc signo vinces" (Con esta señal vencerás). Confortado con esta visión, el emperador hizo construir una cruz semejante a la que viera en el cielo" para participar en la batalla contra Magencio, que vencerá en nombre de Cristo. Piero della Francesca presenta el momento previo de la visión de Constantino, cuando el emperador duerme en su tienda guardado su sueño por un sirviente que apoya su codo en la cama imperial y dos soldados armados, uno de ellos de espaldas.

En la zona superior izquierda encontramos al ángel que baja para mostrar la cruz a Constantino, siendo el foco de iluminación del conjunto. La tienda abre sus telas para adentrarnos en el sueño del emperador, arropado en su lecho; diversas tiendas se muestran al fondo para crear sensación de perspectiva, una de las obsesiones de Piero. El sirviente es uno de los mejores rostros realizados por el maestro, con una increíble sensación de modernidad como bien dice Valeriano Bozal, dirigiendo su mirada al espectador. La iluminación nocturna crea un atrevido efecto de claroscuro, dotando de volumetría y aspecto escultórico a las figuras. Las telas ofrecen sensacionales plegados tanto en los soldados como en las sabanas del emperador o los hábitos del ángel, en una posición muy escorzada. Bien es cierto que los personajes carecen de expresividad, faltándole un halo de vida para ser una escena insuperable. Aun así, los conceptos lumínicos, anatómicos y de perspectiva son dignos de reseñar, tomando como antecedente directo los trabajos de Masaccio en la Capilla Brancacci.

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