San Francisco de Borja despidiéndose de su familia

Datos principales


Autor

Francisco José de Goya y Lucientes

Fecha

1787-88

Material

Oleo sobre lienzo

Dimensiones

38 x 29´3 cm.

Museo

Colección Particular

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La Duquesa de Osuna encargó a Goya en 1787 dos grandes lienzos para la decoración de la capilla de San Francisco de Borja en la catedral de Valencia. Por ellos recibió 30.000 reales de vellón. El tema elegido son dos episodios de la vida de San Francisco de Borja, Marques de Lombay y Duque de Gandía -antepasado de la Duquesa-, que representan la despedida de su familia y la asistencia a un moribundo impenitente. Don Francisco de Borja fue uno de los hombres más importantes de su tiempo; nacido en Gandía en 1510, se formó con su tío Juan de Aragón, arzobispo de Zaragoza, pasando a la corte donde estudió filosofía con Gaspar de Lase, casando con Leonor de Castro en 1529. Hombre de confianza de Carlos V, fue nombrado virrey de Cataluña entre 1539 y 1543. El emperador le encargó el traslado de los restos mortales de la emperatriz Isabel de Portugal desde Toledo -donde falleció el 30 de mayo de 1539- hasta Granada, lugar de gran recuerdo para ella al pasar allí su luna de miel. La belleza de doña Isabel había encandilado a toda la nobleza española, llegándose a insinuar el enamoramiento del propio Duque hacia la emperatriz. Cuando llegó a la ciudad andaluza debía abrir el féretro para mostrar el cadáver a los monjes que lo custodiarían, atestiguando que la finada era doña Isabel. Ante el estado de descomposición del cuerpo, en el que apenas se distinguía un rasgo de la tan afamada belleza, don Francisco pronunció la famosa frase "Nunca más serviré a un señor que se me pueda morir", ingresando tras enviudar en 1546 en la Compañía de Jesús, siendo nombrado Comisario para España y Portugal tras la renuncia de sus títulos y su ordenación sacerdotal.

Ocuparía el vicariato de la Compañía y la prepositura general desde 1565 hasta su fallecimiento en Roma en 1572.Goya elige para esta escena el momento de despedida de don Francisco de su familia para ingresar en la Compañía. El Duque abraza a su heredero en las escaleras del palacio, observando la escena su hijo segundo, don Juan. Un pequeño pajecillo llora desconsoladamente por la marcha de su señor, al igual que una dueña en la zona izquierda del lienzo. Al tratarse de un boceto preparatorio la factura es rápida, interesándose más bien por los efectos de la luz y la disposición de los personajes que por los detalles de los trajes. Al fondo sitúa la arquitectura de un palacio renacentista, con sus arcos de medio punto y pilastras jónicas adornándolos. El color negro que domina la escena se ve contrastado y animado por las tonalidades blancas de capas, golillas y puños, resultando una escena digna de elogio que apenas sufrió cambios en el lienzo definitivo.

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