Muchachas en el balcón

Datos principales


Autor

Édouard Manet

Fecha

1868-69

Estilo

Impresionismo

Material

Oleo sobre lienzo

Dimensiones

170 x 125 cm.

Museo

Museo de Orsay

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Intentando conquistar el éxito en el Salón de París tantas veces denegado, Manet envió en el año 1869 dos obras de claro carácter costumbrista: Almuerzo en el estudio y el Balcón. Con ellas obtuvo las consabidas críticas de los jurados, teniendo una amplia aceptación entre los artistas jóvenes. Para esta escena empleó a personas de su entorno como Berthe Morisot - también pintora, a la que conoció en el Louvre y que se convertiría en su cuñada - sentada y mirando a la calle; con una sombrilla aparece la violinista Fanny Claus, acompañante musical de su esposa, Suzanne Leenhoof; tras ellas vemos al pintor Antoine Guillemet fumando un cigarrillo; en la oscuridad, un joven - identificado con su hijo Léon Köella - lleva una bandeja con comida, repitiendo la misma figura de la obra Caballeros españoles. El Balcón debe mucho a la obra de Goya titulada Majas en el balcón, que vio Manet durante su estancia en Madrid. En ese viaje se relacionó con el pintor costumbrista madrileño Eugenio Lucas, uno de los pocos continuadores de la pintura de Goya y gran especialista en escenas de majas en un balcón. La obra goyesca era una clara alusión crítica al mundo de la prostitución, mientras que la de Manet es una imagen estrictamente moderna, sin ninguna otra pretensión. Al mezclar en la misma escena los conceptos de modernidad y tradición, el pintor francés sigue la línea trazada en sus primeros cuadros como el Bebedor de absenta.

Los colores blancos contrastan con los negros, recurso que Manet repite de manera incesante en sus escenas. Sin embargo, se debe añadir aquí la aparición de una de las primeras muestras de la influencia del Impresionismo, al aplicar una tonalidad malva a las sombras que se producen en la parte baja de la composición, en perfecta sintonía con la decoración del macetero o las flores. La atracción por lo oriental también se encuentra presente en el rostro de la violinista, que parece inspirado en una estampa japonesa. Las tres figuras se recortan sobre un fondo neutro como medio de obtener mayor sensación volumétrica, acentuada al colocar a los personajes en planos paralelos que se alejan. La sensación atmosférica es un homenaje a Velázquez, empleando una pincelada vibrante como el sevillano en Las Meninas. Sin embargo, esa pincelada suelta no le impide interesarse por los detalles - el abanico, la sombrilla, el colgante - y en especial por la delicada transparencia de las mangas de los vestidos de las mujeres. Existe un boceto preparatorio de esta composición.

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