Las hijas menores de Akhenatón

La ciudad construida por Amenofis IV-Akhenatón en la orilla derecha del Nilo tenía tres calles, aproximadamente paralelas al río, como las principales arterias en sentido norte-sur, y tres ramblas, perpendiculares a ellas, dividían la ciudad en tres sectores. Unicamente para el central se impuso un plano ordenador. Los otros dos quedaron a merced de los nuevos pobladores. Se implantó un módulo de casa individual, más parecida a una casa de campo que a una vivienda urbana. Las calles eran anchas y de aspecto moderno; no estaban pavimentadas, pero sí limpias de arena y de guijarros y orladas de árboles. Todas las casas podían abastecerse de agua del Nilo, entonces potable, o de pozos abiertos en sus proximidades.

Reina egipcia (siglo XIV a.C.) esposa de Amenofis IV.

Faraón egipcio (1372-1354 a.C.) miembro de la XVIII Dinastía y sucesor de Amenofis III. Su reinado vendrá determinado por la reforma religiosa que hace de Atón el dios más importante, provocando un cisma con el poderoso clero de Amón. El pacifismo del rey será contrarrestado por los hititas que amplían sus territorios.

La expresión de la verdad que él estaba dispuesto a imponer como norma era el objetivo buscado por Amenofis IV en las artes plásticas. El primer estilo se denomina expresionista o excesivo cuya obra más imponente son los restos de los 28 colosos del Templo Arrasado, de Karnak. Cuando el nuevo credo parecía haber triunfado, las exageraciones del primer estilo resultaban ya superfluas. Los artistas podían ahora dar un nuevo giro, el último, hacia la verdad, captando todos los matices de ésta, sin alterar la obra de la naturaleza en aras de un ideal estético impuesto por la corte o por el templo. La cabeza de Nefertiti del Museo de Berlín es la obra maestra de esta segunda etapa.

Durante el reinado de Amenofis IV-Akhenatón se produce en Egipto una revolución religiosa y política que relegará a los todopoderosos sacerdotes de Amón a una situación de subordinación ante el nuevo dios, Atón, cuyo máximo representante es el propio faraón. Esta revolución religiosa tiene su repercusión también en la cultura y el arte. La primera víctima iba a ser el estilo bello de Amenofis III; había llegado la hora de lo que realmente está ahí, lo que en arte equivale al aspecto real y verdadero de los hombres, las bestias y las cosas, tal como ellos y ellas son a la cálida y vivificante luz del sol. El estilo realista y expresionista caracterizará este periodo, que tiene en la ciudad de El-Amarna a su máximo exponente.