Iglesia de la abadía de Ottobeuren
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Aunque iniciada su reconstrucción en 1737, las obras no se le encargan a Fischer hasta 1748. Aprovecha los proyectos anteriores en un claro ejemplo de su capacidad de adaptación. En este caso el poder del abad y la importancia del monasterio exigían una mayor monumentalidad y así da al conjunto un aire grandioso que no aparece en otras obras suyas, convirtiéndose en el trabajo que mejor resume las tendencias barrocas. Fischer contó además, para conseguir su propósito, con la inestimable ayuda de escultores, pintores y estuquistas.