Alegoría del amor

Datos principales


Autor

Francisco José de Goya y Lucientes

Fecha

1798-1805

Material

Oleo sobre lienzo

Dimensiones

200 x 156 cm.

Museo

Museo Nacional de Arte de Cataluña

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Se desconocen cuales son los personajes que protagonizan esta alegoría amorosa, apuntándose a Cupido y Psique. Hija de un rey, Psique era tan hermosa que su fama se extendió por toda la tierra, siendo admirada por infinidad de hombres. Incluso la misma Venus sintió celos ante la belleza de la joven por lo que recurrió a su hijo, Cupido, contra cuyas flechas no existe protección humana ni divina. El propio Cupido se enamoró de Psique pero el destino de la joven era muy dramático. El oráculo de Apolo había dispuesto que Psique fuera llevada a la cumbre de una colina, vestida con crespones negros donde sería desposada por una poderosa serpiente alada. El padre admitió la profecía y llevó a su hija a la colina donde Psique permaneció sola. Fue llevada a un magnífico palacio por Céfiro, donde vivió feliz acompañada por un invisible pero excelente marido. Sin embargo, las dos hermanas de la joven provocaron la curiosidad que motivó que descubriera la identidad del esposo; era Cupido en lugar de la horrible serpiente. Pero el Amor, desconfiado, la abandonó. Psique buscó duramente el amor perdido, llegando a convertirse en esclava de Venus, recuperando por fin el amor de Cupido, casándose oficialmente y convirtiéndose la joven en inmortal. Esta alegoría simboliza la suerte del alma que después de muchas pruebas logra la redención. Goya muestra a la bella muchacha tumbada sobre un lecho adornado con motivos clásicos, vestida con ajustadas telas que aumentan la sensualidad de la escena.

El joven semidesnudo que representa a Cupido se acerca a ella portando las flechas del Amor en su espalda. La iluminación empleada por el artista impacta en la protagonista - relacionada en múltiples ocasiones con la modelo de la Maja Desnuda - dejando el resto de la composición en penumbra. Existe un acentuado dibujismo en la escena, perfilando los atractivos cuerpos e interesándose por los detalles, resultando una obra llena de vida y de belleza. Desgraciadamente, desconocemos la fecha exacta de su ejecución y el cliente para el que iba destinado este lienzo en el que existen ciertos ecos de obras de Tiziano que Goya contempló en el Palacio Real.

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