Museo Nacional de Arte de Cataluña

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Datos principales


Alias

M.N.A.C.

Lugar

Barcelona

Ciudad

Barcelona

Dirección

Palau Nacional, Parc de Montjuïc, s/n, 08038 Barcelona

Pais

Spain

Teléfono

+34 936 22 03 60

Página web

Enlace al museo

Localización


Desarrollo


El Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) tiene el origen de sus colecciones en el Museo de Antigüedades de Barcelona creado en 1879, que se abrió al público un año después, y se situó en la capilla de Santa Ágata en el Palacio Real Mayor, junto a la sala conocida como el Tinell, en el centro medieval de la ciudad. Los fondos que lo integraban procedían en parte de la desamortización de 1835 de los bienes eclesiásticos. Después de la Exposición Universal de 1888, la ciudad de Barcelona dio uso a los edificios que en el recinto del Parque de la Ciudadela se habían construido para tan importante acontecimiento, de modo que en 1891 se inauguró el Museo Municipal de Bellas Artes, origen del museo actual, en el salón de la Reina Regente del Palacio de Bellas Artes de la Exposición, y el Museo de Arqueología, situado en el mismo edificio. Es este mismo año cuando crea la Biblioteca de Historia del Arte, después conocida como la Biblioteca de Museos, y que hoy constituye sin lugar a dudas una de las mejores bibliotecas especializadas existentes en el país. Es, pues, en la segunda mitad del siglo XIX, cuando en el marco de la Renaixença se manifiesta la preocupación por la salvaguarda del patrimonio arqueológico y artístico catalán; primero, la Real Academia de las Buenas Letras y la Academia de Bellas Artes, y la Administración, después, reúnen colecciones y crean los primeros museos que se convertirán en el origen de los actuales.

Del mismo modo la Iglesia, en torno a las sedes episcopales, comienza su labor de recuperación, dando lugar a museos como el Episcopal de Vic, creado en 1891, el Museo Diocesano de Lleida, creado en 1893, y el Museo Diocesano de Solsona, en 1896. El panorama museístico de Barcelona, y por extensión de Cataluña, adquirió un gran impulso con la constitución en 1902 de la Junta Municipal de Museos y Bellas Artes, que alcanzó su carácter definitivo en 1907. La Mancomunidad de Cataluña, unión administrativa de las cuatro provincias, se fundó en 1914 con Enric Prat de la Riba y se disolverá en 1923 con la dictadura del general Primo de Rivera. En este período recibe un fuerte impulso la creación de infraestructuras culturales y la recuperación del patrimonio cultural. Así, en 1915, se inaugura el Museo de Bellas Artes Antiguas y Modernas en el arsenal de la Ciudadela. Y en 1919 la Junta de Museos inicia la recuperación y traslado de las pinturas murales románicas de los valles pirenaicos al Museo de Barcelona; campaña que seguirá hasta 1923 y que constituirá el inicio del conjunto de pintura mural románica que caracteriza de manera fundamental al Museo; y que evitará así la dispersión de las obras en el mercado internacional. En 1924 se presentaba la colección románica en la Ciudadela. Hay pues, tanto en sus orígenes como en esta recuperación del arte medieval del Pirineo, una preocupación por la salvaguarda del patrimonio de un país que definirá la propia identidad del Museo, a diferencia de aquellos grandes museos europeos cuyos fondos proceden de colecciones reales o de los territorios ocupados por una política imperial.

Después de la Exposición Universal de Barcelona de 1929, el palacio central de la Muestra, el Palacio Nacional de Montjüic, que había ocupado la Exposición "El Arte en España", sería destinado a albergar las colecciones de arte. Allí se trasladarían los fondos del edificio del arsenal de la Ciudadela, ocupado en la primera República por el Parlamento de Cataluña, y en 1934 se inaugura el Museo de Arte de Cataluña. Mientras, las colecciones de arqueología se instalaban en el Palacio de las Artes Gráficas de Montjüic y las artes decorativas, en el Palacio de Pedralbes. Aquella preocupación de salvaguarda patrimonial que había caracterizado la reunión de las colecciones se reitera con la actividad adquisitiva de la Junta de Museus y por las administraciones (colección Casellas en 1911; colección Alexandre de Riquer, 1921; colección Bosch i Catarineu, 1950); así, en 1932, el Ayuntamiento de Barcelona y la Generalitat de Cataluña adquieren la colección Plandiura. Pero las colecciones se nutren también a partir de legados y donaciones (colección Batlló en 1914; legado Lorenzale en 1918; legado Francesc Fábregas en 1934; legado Francesc Cambó, 1949; donación Matías Muntadas, 1956; donación S. Espona, 1958; colección Bertrand, 1970; donación Joan Prats, 1973; donación Pedro Fontana, 1976) y en cuanto al arte de fines del siglo XIX y del primer tercio del siglo XX, a partir de las exposiciones generales de Bellas Artes organizadas en Barcelona, como se hacía en otras ciudades europeas, se adquieren obras de artistas que participan.

Estos fondos, pues, ahora históricos, procedían de la voluntad de formar entonces un museo de arte contemporáneo. Así se adquirió tanto pintura catalana como internacional. En consecuencia, el Museo de Arte de Cataluña, inaugurado en el año 1934 bajo la dirección de Joaquim Folch i Torres en el Palacio Nacional de Montjuïc, mostraba en la planta baja las colecciones de arte románico, de arte gótico, del renacimiento y del barroco, y en el piso superior las colecciones del siglo XIX y XX. Durante la Guerra Civil, por motivos de seguridad, las obras se trasladaron a las poblaciones de Olot y Darnius, a la vez que se inauguraba en París la exposición "L'art catalan du Xéme siécle au XVéme siécle". Después de la contienda, las obras retornan a Barcelona y se instalan en el Palacio Nacional de Montjüic las obras de románico (1942) y de gótico, renacimiento y barroco (1940). En el arsenal de la Ciudadela, sede hasta entonces del Parlamento catalán, se instalan las colecciones del siglo XIX y XX, constituyendo el Museo de Arte Moderno. El discurso museológico del arte catalán se partía en dos sedes. En 1948 se nombra a Joan Ainaud de Lasarte director de los museos de arte de Barcelona. Hechos fundamentales que cabe recordar en la vida del Museo son el 1961, la exposición "El Arte Románico", promovida por el Consejo de Europa, con sede en Barcelona y Santiago de Compostela; en 1973, la nueva instalación dirigida por J. Ainaud de las salas de arte románico y en 1981, las nuevas salas de la sección de arte gótico.

En 1986 el Ayuntamiento de Barcelona encarga a la arquitecta italiana Gae Aulenti, asociada con el arquitecto catalán Enric Steegmann, la remodelación del Palacio Nacional, edificio realizado para la Exposición Universal de 1929 con carácter efímero y ocupado por el Museo desde 1934. En noviembre de 1990 el Parlamento de Cataluña aprueba la "Ley de Museos", que define el Museo de Arte de Cataluña como Museo Nacional y reúne las colecciones situadas en el Palacio Nacional (del románico al barroco), las que integra el Museo de Arte Moderno (siglos XIX y XX), el Gabinete de Dibujos y Grabados, y el Gabinete Numismático. Asimismo se incorpora la Biblioteca de Museos. Comienza entonces un complejo proceso de remodelación estructural y arquitectónica, que todavía no ha terminado, para instalar de nuevo la totalidad de colecciones que definen al MNAC. Un consorcio firmado por el Ayuntamiento de Barcelona y la Generalitat de Cataluña genera un órgano rector, el Patronato, en el que en breve se incorporará el Ministerio de Educación y Cultura, que participa ya en las obras de arquitectura y de instalación del Museo. En diciembre de 1995 se inauguró la nueva instalación de arte románico y, en julio de 1997, el arte gótico. La finalización de las obras conducirá a presentar las colecciones desde el arte románico hasta el arte en torno a 1950, según acuerdo tomado por la nueva Junta de Museos creada en la Ley de 1990. Antes hemos citado cómo se formaron las colecciones.

En primer lugar, a partir de la preocupación por salvaguardar un patrimonio, que afectaba principalmente alas colecciones de arte medieval (románico y gótico). En segundo lugar, con una voluntad de contemporaneidad en lo que se refiere alas colecciones a partir de la segunda mitad del siglo XIX; en tercer lugar, por los procesos habituales de donaciones, legados, adquisiciones, etc. Si por el primer aspecto las colecciones están integradas por arte catalán, en cambio por los otros dos caminos se justifica, además del arte catalán, la internacionalidad de buena parte de la procedencia de los fondos del Museo. Haremos un breve recorrido por las colecciones que guarda el Museo, significando las obras que a nuestro juicio, siempre subjetivo, merecen una atención especial. Evidentemente, del período románico, lo que destaca y hace único al Museo a nivel internacional, es el conjunto de pintura mural. La pintura de los ábsides fundamentalmente, pero también de las naves de las iglesias y monasterios conservada en el museo a partir de la campaña de 1919-1923, pero con continuidad en la recuperación hasta los años sesenta dan al Museo esta unicidad en el panorama museístico europeo. De estos conjuntos murales destacamos los frescos de San Juan de Boí, fechables en torno a 1100; las pinturas de Pedret, Aneu y Burgal en torno a 1090 y hacia 1120, que representará el influjo de la pintura del Norte de Italia; y los conjuntos de San Clemente y Santa Maria de Taüll, comparables a las mejores pinturas francesas e italianas en cuanto a su nivel artístico.

La pintura sobre tabla románica tiene una buena representación en obras en torno al 1200 donde la influencia bizantina se manifiesta con claridad al participar de las corrientes estéticas internacionales; las colecciones se extienden a lo largo del siglo XIII. Es notable la serie de piezas de orfebrería, la mayoría con esmaltes de manufactura de Limoges, que guarda el Museo. En su conjunto, el arte románico del Museo sobrepasa las 600 obras de pintura, escultura y artes del objeto. Más numerosa es la colección de arte gótico, en torno a las 1300 obras, también de todas las técnicas. Si bien la colección de arte románico es fundamentalmente de arte catalán, aunque con diversas obras pictóricas que proceden de otros reinos hispánicos, en el caso de las colecciones de arte gótico, éstas se internacionalizan. Así, está presente la pintura italiana, una rica colección de pintura flamenca y una serie de esculturas de procedencia diversa: París, Flandes, Northumbria, etc.; la mayoría, de temática mariana. Pero las obras más significativas pertenecen a los diversos reinos que integraban la Corona de Aragón. La colección de escultura en piedra o alabastro es importante, destacando los fragmentos de retablos policromados y las obras exentas, que abarcan desde la segunda mitad del siglo XIV hasta fines del siglo XV. En pintura puede seguirse la evolución desde el estilo lineal de influencia francesa, en el que destacan las pinturas murales que narran la conquista de Mallorca por Jaume I, procedentes del Palacio Aguilar de Barcelona, hasta la influencia italiana introducida por Ferrer Bassa cuando, después de su estancia en Italia entre 1325 y 1332, aporta a Cataluña el conocimiento directo de las obras de Giotto, de los Lorenzetti, que ha visto en Florencia y Siena.

Este italianismo estará presente en el Museo en las obras de Arnau Bassa, del llamado Maestro de Baltimore, y que tendrá su difusión en el prolífico taller de los hermanos Serra, a cuyo círculo pertenecen el retablo de Santa Clara de Tortosa, el retablo de Sixena, etc. El estilo internacional, surgido de las cortes europeas, caracterizado por su refinamiento y búsqueda de las calidades, tiene sus máximos exponentes en el Museo en Joan Mates, Honorat Borrassá, Martorell -al que se dedica un espacio propio-, entre otros pintores, que representan las escuelas valenciana, aragonesa y catalana con una riqueza extraordinaria. La influencia flamenca llega con Lluís Dalmau, quien viaja a Flandes en 1431 por orden del monarca Alfonso el Magnánimo y conoce las obras de Van Eyck, Memling, etc., introduciendo la técnica de la pintura al óleo, el retrato y el paisaje en su obra maestra La Virgen de los Consejeros que guarda el Museo. La colección de obras de Jaume Huguet que conserva el MNAC procede de tres conjuntos retablísticos elaborados para iglesias de Barcelona: el retablo de San Miguel de la iglesia del Pi, el retablo de San Agustín de la capilla del Gremio de Blanquers de la iglesia de San Agustín Vell, y el retablo de San Vicente de Sarriá. Es famosa por el refinamiento y la alta calidad artística la tabla con San Jorge y la princesa.

Dentro del marco de la influencia flamenca destacan las obras de los Vergós. Ya a fines del siglo XV cabe situar la obra del Maestro de La Seo de Urgell. La pintura flamenca de escuela valenciana tiene una alta representación en los dos retablos, de Santa Úrsula y de la Epifanía, de Jaume Reixac. Las artes del objeto, tanto civil como religioso, tienen su notable presencia en las colecciones del Museo, y una selección se ha instalado en las salas temáticas de la colección permanente de gótico. Hasta este momento, pues, la parte abierta del Museo hace del MNAC uno de los más notables museos europeos de arte medieval. Pero los fondos del Renacimiento y el Barroco que guarda el Museo, en torno a 800 obras de pintura y escultura y que serán expuestos a medida que el proyecto de remodelación avance, son también notables. Además de las colecciones de arte catalán que nos permite seguir la evolución a través del arte catalán con obras significativas de Aine Bru y Joan de Burgunya, y Antoni Viladomat y Francesc Pla, también la pintura española en general tiene su representación en obras de Pedro Berruguete, Francisco de Zurbarán, Velázquez, Ribera, Goya, Bayeu. La pintura europea del Renacimiento y el Barroco puede seguirse en las colecciones del MNAC; así la representación italiana es notable con obras de Vincenzo Frediani, Tintoretto, Sebastiano del Piombo, El Greco, Annibale Carracci, Andrea Vaccaro y Tiépolo. Es rica la colección de pintura del Norte de Europa de estos períodos, con obras de Quentin Metsys, Rubens, Willen Drost; y también una representación de la pintura francesa, con obras de Quentin de la Tour y Fragonard. Es, quizás, en el arte renacentista y barroco cuando las colecciones del Museo se hacen más internacionales. Recordemos que una parte de los fondos proceden del legado de la colección Cambó.

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