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Datos principales


Rango

Edad Moderna

Desarrollo


La historia de las mujeres supone todavía hoy todo un reto para la historiografía. No se trata sólo, ha escrito Margarita Ortega, de integrar a las mujeres en el discurso histórico, sino también de establecer unas categorías de análisis que permitan la valoración de las funciones que tuvieron, así como de conocer las diversas relaciones existentes entre hombre y mujeres coetáneos. (1) El reto, por lo tanto, es de enorme interés para los historiadores, y muy especialmente para la historia de las mujeres en la Época Moderna. En España, la proyección institucional de la historia de la mujer arranca de 1981, al calor de la influencia anglosajona, aportada por Mary Nash, que llegó a ser profesora de la Universidad de Barcelona. Desde 1981, el Seminario de Estudios de la Mujer de la Universidad Autónoma de Madrid ha celebrado anualmente unas jornadas cuyas Actas están siendo muy útiles para reflexión histórica. Por otro lado, en la Universidad de Barcelona se creó el Centre d'lnvestigació Historica de la Dona, que ha promovido numerosas actividades culturales. Al mismo tiempo, la Universidad Autónoma de Barcelona, a través del departamento de Sociología, constituyó un seminario permanente que ha orientado su preocupación básica hacia la dotación de un centro de documentación cuyo primer resultado ha sido un magnífico repertorio bibliográfico de más de 7.000 títulos sobre el tema de la mujer. Grupos nuevos sobre esta temática han surgido en Granada, Málaga y otras universidades españolas.

(2) Gráfico Historiográficamente, la historia de las mujeres ha sido deudora de las aportaciones de las ciencias sociales. Ahora, sin embargo, se han propuesto nuevos conceptos que desarrollar como, por ejemplo, el de diferencia de género o el de cultura de las mujeres. Así, en los estudios sobre la cultura femenina, no se incluye únicamente la instrucción o educación superior, sino que se atiende más bien a su sentido antropológico como valores y conductas que se trasmiten y permanecen, así como el uso de los recursos materiales, espirituales o estéticos que realizan las personas. Todo ello permite ampliar notablemente el campo de análisis de una sociedad como la de los siglos XVI al XVIII, escasamente alfabetizada. Consecuentemente, la historia de las mujeres se pregunta por la existencia de una cultura de las mujeres, estudiando no sólo la escritura femenina, concentrada en las capas privilegiadas de la sociedad estamental, sino tratando de explicar los códigos de conducta, los valores -e incluso los mitos- manejados por las mujeres en la construcción de su identidad. Ahora los estudios se interesan por las formas de la sensibilidad, la creatividad, las aspiraciones de las mujeres, el mecenazgo artístico o social que muchas de ellas promovieron, así como por las posibilidades reales que tenían de divulgar sus ideas y sus obras de creación teniendo en cuenta los obstáculos y apoyos que encontraron para desarrollar su propia personalidad u obtener determinado reconocimiento social.

Los estudios de la mujer en la Época Moderna se han ido desarrollando en España en las últimas décadas de forma continuada gracias a una joven generación de historiadoras e historiadores que han contribuido al conocimiento de múltiples aspectos hasta ahora en penumbra. Se ha trabajado en campos muy diversos que van desde la participación de la mujer en la vida política y social, hasta el papel de la mujer en el trabajo asalariado (3) y en la economía doméstica, incluyendo las especificidades del trabajo femenino, la producción de las mujeres y sus aportaciones a la economía familiar. También se han estudiado las formas de religiosidad femenina, y las aportaciones de las mujeres al arte, la ciencia y la cultura. En todos los casos se aprecia un acentuado interés por mostrar su existencia, la relación de las mujeres con los espacios del poder y de la política, la realidad de sus vidas cotidianas, etc. Otros historiadores se han decantado por estudiar lo pensado y lo dicho sobre las mujeres. Conscientes del poder del lenguaje y de la palabra como productora de realidades, se han aplicado al análisis de los discursos,(4) de las representaciones culturales que históricamente definen y caracterizan lo que denominamos femenino en paralelo y, a menudo en contraposición, con lo masculino. (5) Todos estos análisis han cuestionado el papel de lo público y de lo privado, que falseaba la realidad, al considerar esta realidad dividida en dos esferas separadas que funcionarían independientemente.

Gráfico La historia de las mujeres ha tenido que buscar nuevas fuentes significativas y representativas de la diversidad social y de la diversidad femenina en la modernidad. Algunas de las informaciones más ricas las proporcionan los archivos judiciales, inquisitoriales, eclesiásticos, sin olvidar la documentación procedente de las cárceles, las casas de recogimiento y prostíbulos. Hoy se está apelando mucho, ha escrito García Cárcel, a la documentación notarial: capitulaciones matrimoniales, testamentos, etc. Asimismo a la documentación eclesiástica: reconstitución de familias, información conventual, etc. También han debido ser interrogados catastros, censos demográficos, ordenamientos jurídicos locales, regionales o nacionales o archivos de las sociedades Económicas de Amigos del País. De gran interés son los libros de fisiología y medicina de cada época, los códigos de sociabilidad, la literatura preceptiva y moral, sin excluir la literatura de creación o los periódicos. Pero también hay que valorar el esfuerzo de revisión crítica realizado sobre la información existente; así, no sólo se ha tratado de conocer lo que dicen o dictaminan sobre las mujeres los ordenamientos jurídicos peninsulares, por ejemplo, sino también se ha tratado de explicar los silencios, lo que no se dice o se manipula en unos u otros documentos, o por qué esto ha sido así durante tanto tiempo. Pero en gran parte de esta documentación, la mujer siempre aparece como objeto de referencia y no como sujeto.

En realidad, faltan memorias personales, faltan fuentes directas, en suma, queda mucho por hacer. Fuentes nuevas o fuentes tradicionales, pero es necesario cambiar la perspectiva, la mirada sobre los diferentes corpus documentales de la Edad Moderna, e interrogarse sobre cómo afectó cualquier acontecimiento del pasado a las mujeres y a las vidas y a las relaciones cotidianas entre mujeres y hombres. Los modernistas están tratado de responder a esta demanda, relacionando el contexto histórico en lo político, social o cultural, con las vidas y experiencias de las mujeres. Cómo los movimientos políticos y sobre todo culturales, pudieron influir en sus formas de vida. El objetivo de este trabajo es poner al alcance de la mano una selección de ideas, estudios y metodologías que han ido apareciendo en la historiografía española sobre la mujer en el Mundo Hispánico durante la Época Moderna. No se trata, por lo tanto, de un estudio de investigación de archivo sino más bien de una serie de trabajos que tratan de sintetizar algunas de las últimas aportaciones y servir para una primera aproximación o primer encuentro con el mundo de la mujer en la Época Moderna. Para estudios más profundos remitimos a los magníficos trabajos sobre diversos aspectos de la mujer hispana en la Época Moderna, como las aportaciones de Isabel Morant, Montserrat Carbonell, Ignacio Atienza, María de los Ángeles Pérez Samper, así como de Margarita Ortega, María Victoria López Cordón, Pilar Pérez Cantó, Gloria Franco, María José de la Pascua, María Antonia Bell, etc. Toda esta bibliografía y mucha más, ha sido utilizada para esta síntesis. Al comentar esta oportunidad ofrecida por ArteHistoria, algunas personas del entorno han querido colaborar con sus propias aportaciones y síntesis. Esto quiere decir que no es una obra cerrada sino, insistimos, una plataforma para ir profundizando. Para articular los diversos trabajos y estudios, se ha seguido un esquema sencillo: Mujer y poder; Mujer en la vida social y económica; y Mujer y Cultura

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