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Bajo patrocinio militar israelí, Bechir Gemayel, jefe de las falanges libanesas, milicias armadas del partido Kataeb, fue elegido presidente de Líbano el 23 de agosto, pero sólo duró tres semanas en el cargo: el 14 de septiembre fue asesinado junto con una veintena de sus colaboradores, en un atentado a cargo de un libanés a sueldo de Damasco. Sus partidarios se vengaron en los palestinos de los campamentos de Sabra y Chatila, en los que mataron, durante 36 horas de orgía de muerte y destrucción, a más de 1.300 refugiados -mujeres, niños y ancianos en su inmensa mayoría-. El Ejército israelí, que cercaba los barrios y pudo contemplar y "oír" la matanza desde sus observatorios, se abstuvo de intervenir. La ONU lo calificó como "genocidio premeditado"; el presidente francés, François Mitterrand, declaró: "Las noticias que llegan de Beirut provocan en nosotros una reacción de horror"; hasta el presidente norteamericano, Ronald Reagan, se confesó "horrorizado" y exigió la inmediata retirada israelí de Beirut... Beguin, cínicamente, declaraba días después ante la Knesset: "Los gentiles matan a los gentiles y pretenden acusar a los judíos". La intervención en Líbano fue una campaña militarmente desastrosa, que costó a Israel más de 600 muertos y doble número de heridos y una ocupación parcial del sur, que durante 18 años no cesó de gotear cadáveres; políticamente, convirtió a Israel, a los ojos de la mayoría del mundo, en una amenaza para la paz; moralmente, gran parte de los israelíes se sintieron avergonzados y desaprobaron la política del Likud: hubo manifestaciones de hasta 400.

000 personas contra la intervención en Líbano, que, además, fue ruinosa para la Hacienda judía. A cambio, logró que muchos millares de palestinos dejaran Líbano y que la OLP trasladase su sede a Túnez. Los objetivos de Sharon no se cumplieron y todo quedó casi como estaba, pero Israel se empantanó en el sur de Líbano. Philip Habib, el diplomático norteamericano enviado por Reagan como mediador a Líbano, calificó a Sharon de "asesino obsesionado por el odio hacia los palestinos", y el ministro hubo de dimitir como responsable en último término de la matanza, permaneciendo catorce años apartado de la política o como diputado de la derecha más radical. Desde la Knesset mantuvo vivas sus obsesiones: progresiva colonización de los territorios palestinos ocupados en 1967; apropiación definitiva del Golán; represalias contra la dirección de la OLP -establecida en Túnez- cada vez que se producían atentados; represión de todo conato de protesta palestina interna... En julio de 1989, el ministro de Defensa, Yitzhak Rabin, pedía en la Knesset el incremento de su presupuesto. El diputado Ariel Sharon le respondió: "Si presenta un plan detallado para liquidar el levantamiento palestino, comenzando por la eliminación física de los jefes de las organizaciones terroristas, y en primer lugar Arafat, apoyaré el aumento". El halcón mantenía sus garras afiladas.

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