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África

Desarrollo


En la zona noroccidental del Camerún, la de las ricas Praderas ganadas a la floresta tras siglos de actividad agrícola, se acumula la población más densa, dividida en peculiares jefaturas, y con el reino Bamum en el centro. Para algunos estudiosos, este ámbito de las Praderas está íntimamente unido a ciertas etnias del sudeste de Nigeria, y en concreto a la de los ekoi; y, desde luego, son innegables ciertas relaciones y concomitancias: tanto unos como otros usan lenguas del grupo semibantú; en ambas regiones son muy comunes las máscaras-cresta, y el curso del río Cross marca una efectiva vía comercial explotada por los ekoi, quienes han ocupado las tierras ribereñas. Pero las diferencias también son grandes, e imponen un estudio por separado. En efecto, lo más característico de las Praderas camerunesas es, como acabamos de decir, su organización en jefaturas de un tipo muy concreto: las gentes suelen habitar en aldeas muy pequeñas, a veces estrictamente familiares, pero tienen como punto de reunión y de mercado, y como centro político, un poblado construido en torno al templo y al palacio del jefe o fon. Aunque tales jefaturas suelen ser muy pequeñas (sólo en el territorio de los bamileke hay ochenta), algunas tienen poder suficiente para permitir a su fon una vida desahogada y una corte con ciertos lujos. En realidad, todo parece encaminado, desde la urbanística y la arquitectura, a prestigiar la figura del jefe: "La planta de la aldea es axial, con las grandes casas del jefe y de los dignatarios dominando el espacio para las ceremonias; el conjunto está regulado por la simetría, por el orden jerárquico, por la clara geometría de las construcciones.

La plástica arquitectónica (marcos de puertas, postes, estatuas exentas) está al servicio de la dinastía dominante" (E. Guidoni). Realmente, son dignos de admiración algunos de estos palacios, como el de la jefatura bamileke de Bandjun, con sus columnatas de postes tallados sosteniendo los aleros de cañas atadas con mimbres, y permitiendo el curioso paso, sin transición, de una planta cuadrangular a un tejado cónico. Los fon, que ocupan su trono por elección dentro de su linaje, comparten el poder con los consejos de ancianos, pero controlan las temibles sociedades secretas, de las que son líderes indiscutibles. De ello resulta una notable armonía entre la institución de la jefatura y la buena marcha de estas sociedades, con sus máscaras y sus ritos de iniciación. No puede por tanto extrañar que también se refleje en el arte esta armonía, que se dé una verdadera unidad estilística para las obras oficiales y religiosas, y que esto haya redundado hasta hoy en un reforzamiento de la producción escultórica.

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