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Judaísmo

Desarrollo


El tipo de estructura social que caracterizaba a la comunidad judía durante la Edad Media se fue desintegrando a partir de los siglos XVII y XVIII, cuando los mercaderes y banqueros acaudalados se abrieron al resto de la sociedad y adaptaron su estilo de vida a la de sus relaciones no judías. La etapa Ilustrada trajo consigo un cambio en las relaciones entre Estado e Iglesia que llevó finalmente a la emancipación política de los judíos, lo que trajo consigo una evolución de las costumbres y una mayor integración social. Sin embargo, durante la mayor parte del siglo XIX la población judía tendió a concentrarse en aquellos países y ciudades (principalmente de Oriente) donde el cambio se daba de forma menos radical, ralentizando las transformaciones. Por ello, cuando se dio una fuerte migración judía desde Rusia hacia 1880 en dirección a Occidente, éstos quedaron escandalizados ante sus "hermanos" occidentales, que no presentaban casi diferencias respecto a los nobles del momento en sus vestimentas, lengua, hábitos sociales y culturales, etc. y que se movían con aparente libertad entre los no judíos. Lo mismo sucedía con aquellos que habían decidido emigrar a los Estados Unidos, quienes habían abandonado o suavizado observancias tales como el descanso sabático, las restricciones dietéticas, las plegarias diarias y los baños rituales. En los países orientales, por el contrario, las costumbres adoptadas desde etapa medieval se habían mantenido casi imperturbables e, incluso, el hasidismo, que había nacido con un entusiasmo reformador, se había acomodado ya a los modelos de la religión tradicional.

La fuerte inmigración desde el este de Europa cambió el panorama para aquellos occidentales; muchas de las viejas costumbres fueron restauradas y, a su debido tiempo, el proceso de aculturación se repitió, con el agregado de una mayor variedad de compromisos y reacciones. Las sucesivas olas migratorias, sobre todo desde la Europa central durante la etapa nazi y desde los países árabes a partir de 1948, hicieron más complejo el panorama. Con la desaparición de restricciones de residencia en muchos países, los judíos tendieron a conformarse con el modelo tradicional de asentamiento, es decir, el de barrios no oficiales en los que se concentran, abriendo sus propios negocios y centros religiosos. En general, suelen estar asentados en una o dos ciudades, quedando pequeñas comunidades dispersas por el resto del país. El caso de Israel, sin embargo, es especial ya que tras la emigración de 1948 se han ido asentando por todo el país en pueblos y ciudades, la mayoría de ellos exclusivamente judíos. También desde el punto de vista económico se ha producido una evolución, si bien en algunos lugares todavía se dedican específicamente a la banca o el comercio. Actualmente, los judíos abarcan toda clase de profesiones, de forma que encuestas realizadas en Estados Unidos y Gran Bretaña han puesto de manifiesto una movilidad económica ascendente, desde labores manuales hasta trabajos burocráticos o agrícolas, principalmente en la Unión Soviética del siglo XIX, Sudamérica, Palestina e Israel, donde una gran parte de la población se establece en cooperativas o comunidades tradicionales.

También tienen acceso al ejército -tras la abolición de la ley que prohibía llevar armas- y a la política, aunque fuera de Israel hayan tenido de momento poca representación. De todas formas, todas estas observaciones se refieren a países donde la comunidad judía ha conseguido ya una buena integración; no es el caso, por ejemplo, de los países árabes, donde sus oportunidades son muy limitadas e, incluso, inexistentes. El proceso integracionista repercutió de forma especialmente fuerte en la cultura, pese a los intentos aislados de mantener viva la lengua y la literatura yiddish. En la mayoría de los países no existe una diferencia entre la cultura judía y la no judía, principalmente en lugares donde asisten a las mismas escuelas. Han hecho su contribución al mundo del arte y la cultura sin poner especial énfasis en lo judío. Es en el ámbito religioso donde la aculturación ha tomado diversas formas, haciendo difícil generalizar entre unos países y otros, ya que cada uno presenta una serie de rasgos diferentes. En Estados Unidos una gran proporción de judíos pertenece a alguna sinagoga, pero pocos acuden a los servicios con frecuencia. La pertenencia a una sinagoga no se debe entender como un rasgo religioso en sí mismo; es más bien la respuesta a una necesidad social. En el otro extremo, encontramos el caso de Israel, donde la sinagoga es un lugar única y exclusivamente religioso, pese a que muchos no pertenecen a ninguna.

Por tanto, la asistencia y el papel de las sinagogas varía dependiendo del país. Las ceremonias más populares son la circuncisión (bar mitzvah) y la comida de Pascua (seder) y los únicos días en que la sinagoga está repleta son los días santísimos, Año Nuevo y Día del Perdón. Este panorama sólo se puede entender como la adaptación de los judíos a los lugares en los que viven, dando como resultado este tipo de comportamiento. La fuerza tradicional de la familia ha ido evolucionando con el paso de los siglos, principalmente, al entrar en contacto ésta con las familias no judías. Las nuevas generaciones se han ido abriendo al exterior, a pesar de encontrarse con la oposición familiar, que exigía a éstos matrimonios concertados sólo con gente de su misma religión. Los matrimonios entre judíos y no judíos se han ido extendiendo en aquellos países donde la integración es más fuerte. En la mayoría el Estado se ha hecho cargo del sector educativo y de asistencia, funciones que antes realizaba la familia y la comunidad. Por tanto, la mayor independencia de los jóvenes y el debilitamiento de la estructura familiar no han encontrado una respuesta adecuada de las instituciones de la sinagoga. Sí han aparecido, sin embargo, movimientos juveniles sionistas e, incluso, sinagogas gay que indican hasta qué punto algunos judíos homosexuales se sienten excluidos de la tradicional congregación.

En el movimiento reformista se admite la igualdad de sexos y también en las sinagogas ortodoxas se van eliminando las desigualdades. De todos modos queda mucho camino por recorrer en este sentido, ya que en países como Estados Unidos los grupos no ortodoxos son muy pequeños y hay pocas mujeres actuando como rabinos u ocupando cargos dentro de la comunidad. En definitiva, la aculturación y la integración social van siendo cada vez más fuertes, aunque cada país presente sus propias características evolutivas. En países donde la religión sufre un declive general, la religión judía no tiene muchas probabilidades de sobrevivir intacta. Pero la judería norteamericana puede ejercer una importante influencia sobre el resto gracias a su gran tamaño y vitalidad, y por el papel político de los Estados Unidos en el mundo.

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