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Datos principales


Rango

Periodo prerromano

Desarrollo


El primer estudio de carácter general sobre los pueblos de la Península Ibérica se lo debemos a A. Schulten, quien, desde un punto de vista etnológico y basándose esencialmente en las fuentes literarias, considera que sobre una población indígena ligur se establecen los iberos (procedentes del norte de Africa) y los indoeuropeos (celtas del centro de Europa), surgiendo de la mezcla el complejo celtibérico con un predominio de los iberos. Estudios posteriores (R. Menéndez Pidal, 1918), excavaciones de necrópolis que se creían en zona geográfica de los iberos, pero que correspondían a una etapa anterior (para Schulten etapa precéltica o preibérica), y las excavaciones en el supuesto asentamiento ibérico de Numancia (realizadas por Blas Taracena y donde el elemento ibérico es minoritario) hicieron desechar las teorías contenidas en el meritorio trabajo de Schulten. P. Bosch Gimpera (1932) da un importante paso adelante al utilizar conjuntamente y comparar la información que nos ofrecen las fuentes literarias y las obtenidas a partir de las actuaciones arqueológicas. El uso de los datos ofrecidos por la arqueología supone un gran avance con respecto a la obra de A. Schulten. Para P. Bosch Gimpera el carácter dominante en la España prerromana es del elemento "céltico", aunque actualmente las investigaciones recientes han llegado a formular la incorrección de hablar de elemento céltico y, más bien, debe hablarse de elementos indoeuropeos en general, dejando el término céltico únicamente para una parte de este área.

A partir de 1943 y en años siguientes aparece la importante obra de J. Caro Baroja (Los pueblos del Norte de la Península Ibérica, Los pueblos de España y España primitiva y romana), quien, a partir del análisis de las fuentes literarias y los datos de la arqueología y la etnografía, realiza un estudio étnico-geográfico, no propiamente histórico, y establece diferentes áreas geográficas en las que incluye a los distintos pueblos prerromanos. Esta obra de J. Caro Baroja aún hoy no ha sido superada en conjunto y sigue constituyendo un punto de partida obligado para cualquier estudioso del tema, aunque estudios monográficos sobre pueblos prerromanos concretos han revisado y superado algunos de sus planteamientos. En la actualidad la investigación tiende a valorar y estudiar concretamente las zonas ibera o ibérica e indoeuropea de la Península Ibérica, se realizan excavaciones con una metodología establecida y criterios científicos, tomando como base de información las fuentes escritas. Por lo que se refiere a los estudios históricos, una vez comprobado hasta dónde se puede llegar con los estudios étnico-geográficos, el objetivo principal de conocimiento se centra en descubrir la organización política, social, económica, religiosa, etc... de cada uno de estos pueblos o de varios en conjunto. En esta línea han sido definitivos los trabajos de M. Vigil, quien realizó un planteamiento de estos temas por primera vez de forma correcta entre nosotros en un artículo ya un poco antiguo, aunque no suficientemente ponderado, en el Boletín de la Real Academia de la Historia, n° 152, 1963. Este interesante artículo ha constituido el arranque de toda una serie de trabajos posteriores que han invertido la tendencia historiográfica de prestar sobre todo atención a las zonas que se integraron más pronto en la formación social romana, pasando a primer término la investigación sobre áreas marginales y el análisis del elemento indígena. Se descubre de esta forma cómo las diferencias estructurales existentes entre los distintos pueblos de España antes de la conquista romana se siguen manteniendo en la supervivencia en algunas zonas de elementos estructurales indígenas.

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