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Bulgaria combatió durante la Segunda Guerra Mundial al lado de Alemania, como ya lo había hecho en la Primera. Esta le costó el trono a Fernando de Sajonia-Coburgo Koháry. Su hijo y heredero, Boris III, no vivió lo bastante para conocer el resultado de la contienda de 1939 a 1945. Murió repentinamente el 28 de agosto de 1943. Un año después, el país estaba sumido en el caos. El Consejo de Regencia, que se había hecho cargo del poder en nombre de Simeón II -tenía seis años a la muerte de su padre, Boris-, quiso entablar negociaciones para la conclusión de un armisticio. Pero la Unión Soviética se adelantó y declaró la guerra a Sofía el 5 de septiembre de 1944. Declaración técnicamente necesaria porque los búlgaros no la habían hecho anteriormente contra Moscú, aunque estuviesen luchando al lado de los alemanes. El panorama se complicó aún más al producirse el golpe de Estado de los generales Stancev y Velcev en nombre de un llamado Frente Patriótico que se hizo cargo del poder, promovió un Gobierno presidido por Kimon Georgiev y declaró la guerra a Alemania. En cierta manera parecía volverse al pasado, porque los mismos nombres habían seguido los mismos pasos en 1934, cuando Georgiev se puso al frente del país contando con el Partido Zveno como apoyo. No importaba, al parecer, el fracaso histórico del golpe de los años treinta. En cualquier caso, Bulgaria pudo decidir poco por sí misma. El Ejército soviético ocupó su territorio durante el mes de septiembre de 1944 y cuando Sofía firmó el armisticio del 28 de octubre, todo quedó en manos de la URSS.

Stalin maniobró de manera que el hombre fuerte de Bulgaria fuese Georgi Dimitrov, antiguo secretario general de la extinta Komintern. Los comunistas de Dimitrov controlaban las carteras de Interior y justicia en el Gabinete Georgiev, pero prefirieron delegar sus funciones en tribunales populares, que procesaron a cuantas personas habían significado algo en épocas anteriores y sembraron el terror en toda Bulgaria. Finalizada la guerra se convocó al año siguiente -8 de septiembre de 1946- un referéndum para decidir el régimen que habría de adoptar el país. Las urnas dieron 3.081.160 votos a la República y 197.168 a la Monarquía. Se invalidaron nada menos que 119.168 papeletas. El 15 de septiembre la Asamblea Nacional proclamaba la República Popular de Bulgaria y el 27 de octubre se celebraban elecciones generales. Los resultados fueron contundentes: el Frente Patriótico -en el que se sumaban comunistas, campesinos, socialistas y el antiguo Partido Zveno- consiguió 366 escaños (de los que los comunistas tenían 277), mientras que la oposición sólo obtuvo 99. Georgi Dimitrov presidió un Gobierno en el que casi todos sus componentes eran comunistas. Como en el caso de Italia, la Constitución tuvo que esperar a conocer los pormenores del tratado de paz. Trece países -potencias aliadas y asociadas- se llamaban a la parte para acordar el tratado con la vencida Bulgaria. El texto es muy semejante al ya considerado de Italia.

En este caso, los considerandos son tres: la responsabilidad de guerra al lado del Eje; la ruptura con el III Reich, el armisticio de octubre de 1944 y la parte activa que tuvieron, a partir de aquella fecha, en la lucha contra los alemanes, y la búsqueda en común de los principios de justicia para hacer posible la vida de Bulgaria en el concierto internacional. El articulado concretaba estos temas: - La fijación de fronteras, retrotrayéndolas a las que tenía el país el 1 de enero de 1941. - El mantenimiento de los derechos del hombre y de las libertades fundamentales. - La disolución de las organizaciones militares o paramilitares que pudieran suponer un apoyo a situaciones anteriores. - La adopción de medidas para poner a disposición de los jueces a: a) Todos aquellos que hubieran sido responsables de crimenes de guerra o delitos asimilables. b) Todos cuantos pudieran haber incurrido en delitos de traición contra el Estado o colaboracionismo con los alemanes. Para la aplicación de estas medidas, y las dudas que sobre ellas surgieran, se debería estar a la decisión de los jefes de las delegaciones diplomáticas del Reino Unido, Estados Unidos y la Unión Soviética. - El reconocimiento de los tratados con otros países vencidos. - La liquidación de cuantos asuntos político-diplomáticos pudieran estar pendientes en la fenecida sociedad de Naciones. - Se concedía un plazo de seis meses para el estudio de cuantos tratados anteriores pudieran mantenerse en vigor.

Los que fuesen aceptados por las dos partes firmantes deberían registrarse en las Naciones Unidas; todos los demás quedarían automáticamente abrogados. La Constitución de 4 de diciembre de 1947 varió muy poco la situación de hecho. Antes de su promulgación -en diciembre- Dimitrov había maniobrado para disolver el Partido Campesino; su dirigente, Nicola Petkov, fue condenado a muerte y ahorcado. En 1948 los socialistas quedaron subsumidos en el Partido de los Trabajadores, que éste era el nombre de los comunistas. El Partido Zveno se disolvió. Bulgaria quedaba inscrita en la órbita de las democracias populares, dirigidas por Moscú a través de las grandes organizaciones que después vendrían: el Pacto de Varsovia y el COMECON. La vecindad de la URSS con Finlandia fue un condicionante para ésta. Aceptó a la fuerza el tratado de paz que los soviéticos hicieron firmar en Moscú el 12 de marzo, aunque ellos suponía la pérdida de la mayor parte de Carelia, unos inoportunos arrendamientos en Hanko y un fuerte desplazamiento de población, como consecuencia de las modificaciones territoriales. Finlandia manifestó, al empezar la ofensiva del III Reich contra la URSS, el 22 de junio de 1941, su deseo expreso de permanecer neutral. Aun así, los soviéticos se lanzaron sobre Finlandia tres días después de la agresión alemana. Los fineses lograron consolidar una línea de defensa sólida y mantuvieron una guerra de trincheras hasta junio de 1944.

Los Estados beligerantes declararon el estado de guerra con Helsinki, a excepción de Estados Unidos, que mantenía sus relaciones diplomáticas (y que rompería en 1944). Después de la invasión de Normandía, los rusos aprovecharon para lanzar fuertes ofensivas en sus frentes. El 20 de junio Finlandia estaba al borde del desastre. Los alemanes ofrecieron su ayuda a Helsinki con una sola condición: que no firmara un acuerdo de paz por separado con la Unión Soviética. El presidente Ryti se comprometió personalmente con el ministro de Asuntos Exteriores del Reich, Von Ribbentrop, a no iniciar negociaciones, y con la ayuda alemana los fineses pudieron rechazar una primera ofensiva. Pero la situación no ofrecía seguridad para el futuro. Con una argucia diplomática el presidente Ryti abandonó sus funciones públicas, alegando que el compromiso con Alemania era personal. El Congreso nombró un nuevo jefe de Estado, el mariscal Mannerheim, quien negoció el armisticio, que fue firmado, al fin, el 19 de septiembre de 1944. El resultado de la guerra significó para Finlandia la pérdida del 2,2 por 100 de su población, el 12,5 de su extensión territorial y el 13 de los bienes nacionales. El armisticio del 44 supuso el primer paso a una neutralidad que no modificó el tratado de paz de 10 de febrero de 1947. Es éste, en líneas generales, idéntico al registrado por Bulgaria, con las solas modificaciones que afectan a su identidad.

Las potencias aliadas y asociadas, que son la parte contraria, suman 10; el cese de las operaciones militares se fija el 4 de septiembre de 1944, y el armisticio, el 19 del mismo mes, como ya se ha indicado, haciéndose hincapié en que ha cumplido lealmente las condiciones de este armisticio. El armisticio señala la devolución a la URSS del territorio de Petsamo y el arrendamiento -en condiciones muy penosas- de la base naval situada en Porkkala-Udd. Se da plena validez al tratado de 12 de marzo de 1940 y se exige el mantenimiento de las islas Aland en régimen de desmilitarización. En la persecución obligada de los hombres que habían dirigido la situación anterior al armisticio, el presidente Ryti y alguno de sus colaboradores sufrieron duras penas, a las que, en realidad, no fueron acreedores. Finlandia habría de permanecer, en el futuro, en una difícil neutralidad -con ligero desplazamiento hacia la izquierda-, encorsetada por el poder incontestable de su vecino soviético. Con Rumania y Hungría el tratado de paz se repite como si se tratara de un impreso multicopiado. En el caso rumano las novedades son: que el armisticio se firmó el 12 de septiembre de 1944; que la delimitación de nuevas fronteras -generalizada a las del 1 de enero de 1941- admite dos importantes modificaciones: la soviético-rumana, que habrá de ajustarse a lo pactado el 28 de junio de 1940 y a lo marcado por los soviéticos y los checos el 29 de junio de 1945, y la rumano-húngara, retrotraída a los límites del 1 de enero de 1938.

) El tratado de paz amplía su validez para el estado de guerra existente, al menos técnicamente, en el momento de la firma entre Rumania y Hungría. El articulado referido a este último país incluye algunos artículos nuevos por implicaciones históricas que se remontan a 1848 y a lo que significó el Imperio austro-húngaro. En ellas se ven interesados países como Yugoslavia y Checoslovaquia, a los que el tratado de paz concede la devolución de archivos, bibliotecas, documentos y objetos artísticos que habían sido remitidos a Hungría. Bulgaria, Rumania y Hungría se ven afectados, igualmente, en los tratados de paz por las cláusulas que garantizan la libre circulación a lo largo del Danubio, siempre bajo las condiciones generales que rigen la navegación comercial. Rumania, que había tenido hasta 1944 un partido comunista insignificante, vio cómo la acción del presidente de la Comisión del Armisticio -mariscal Voroshilov- y la del embajador Vichinsky, llevaban a la creación, en el otoño de aquel mismo año, de un Frente Democrático Nacional en el que los comunistas dominaban al resto de los otros grupos integrantes: socialistas, patriotas y trabajadores campesinos. El jefe de Gobierno, Radescu, que se esforzaba por eliminar las dictaduras locales comunistas, fue apartado de su puesto por el rey. Esto y la llegada al ministerio de Exteriores de la comunista Ana Pauker forzaron la abdicación del rey Miguel, el 30 de diciembre de 1947, y su exilio.

Los pasos inmediatos fueron: la proclamación de la República Popular; la creación del Partido Obrero Rumano, por la fusión de los socialistas, campesinos y comunistas (con la dirección de éstos), y la promulgación de una Constitución, el 13 de abril de 1948, que sancionaba la situación de Rumania en la órbita de Moscú. También actuó el mariscal Voroshilov en Hungría -y en la misma calidad de presidente de la Comisión del Armisticio-, pero su trabajo tuvo que vencer mayor resistencia. Las elecciones del 4 de noviembre de 1945 dieron el 57 por 100 de los votos al Partido del Pequeño Agricultor -no comunistas-, mientras que éstos sólo conseguían el 17,4 por 100. Pero Voroshilov obró de manera que los comunistas controlaron el ministerio de la Presidencia -con Rakosi, secretario general del partido- y el del Interior, en manos de Imre Nagy, que se titulaba comunista independiente. Después de la declaración de la República Húngara, el 31 de enero de 1946, fue nombrado presidente Tildy, del Partido del Pequeño Agricultor. La acción de los comunistas consitió en echar las culpas de todos los obstáculos que el país encontraba en su reconstrucción al partido en el poder. Los pequeños agricultores se vieron obligados a liquidar el partido, que perdió toda su fuerza en las elecciones de verano de 1947, celebradas bajo una fortísima presión comunista. La fusión de socialistas y comunistas en abril de 1948, la dimisión de Tildy y la disolución de los pequeños partidos dejaron libre el camino para la formación de un Frente Nacional de la Independencia -naturalmente, dominado por los comunistas- que, en 1949, elaboraba una nueva Constitución por la que Hungría se convertía en República Popular, con todas las connotaciones que esta denominación implicaba. Los acuerdos de Potsdam habían pretendido ser la base de apoyo para lanzar la Europa de la posguerra hacia una ordenación del mundo capitaneada desde el ágora de las Naciones Unidas. En la realidad, la ONU nació desprovista de posibilidades. Una vez más los hechos y las buenas palabras recorrían caminos diferentes. Probablemente, sólo Stalin, de los reunidos en 1945 en la vieja barriada berlinesa, tenía una idea bastante aproximada de lo que habría de ser el futuro inmediato.

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