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La conferencia cumbre de Potsdam -Stalin, Truman, Churchill (Atlee), 17 de julio a 2 de agosto de 1945- tuvo, en cierto modo, un sentido de refrendo a reuniones anteriores. Las circunstancias en que se celebró -Alemania había capitulado dos meses y medio antes- permitían hablar un lenguaje que no pudo utilizarse en Teherán o en Yalta. En estas ocasiones el núcleo de las conversaciones se orientaba a la culminación victoriosa de la guerra. En Potsdam -Japón aparte- se habló de la organización de la posguerra, expresión más realista que la de organización de la paz. El largo acuerdo de Potsdam tiene 21 apartados y las líneas que abren el primero de ellos (establecimiento de un Consejo de Ministros de Asuntos Exteriores) son muy significativas. Dicen así: "La Conferencia ha llegado a un Acuerdo para el establecimiento de un Consejo de Ministros de Asuntos Exteriores que represente a las cinco principales potencias, a fin de continuar el trabajo preparatorio necesario para los arreglos de paz y tratar todas aquellas cuestiones que podrían ser elevadas al Consejo por acuerdo entre los Gobiernos que forman parte de este Consejo". Se abría, pues, de manera oficial, una sima entre los cinco grandes y el resto de los países del mundo, vencedores o vencidos, y se dejaba expedito el camino para la presentación de los temas -sin especificar cuáles- que resolverían, en su momento, los rectores del mundo.

Este Consejo institucionalizaba la reunión de ministros de Asuntos Exteriores de que hablaba el comunicado de la Conferencia de Yalta y pretendía dar sentido a otro de los propósitos que también se enunció en Crimea: la unidad, tanto en la guerra como en la paz. El primero de los temas que se ofrece a la consideración es el de Austria. De ella se dice en los acuerdos de Potsdam: "La Conferencia ha examinado una propuesta del Gobierno soviético referente a la extensión a toda Austria de la autoridad del Gobierno provisional austriaco. Los tres Gobiernos han llegado al acuerdo de que están dispuestos a examinar esta cuestión después de la entrada en la ciudad de Viena de las tropas británicas y americanas. Se decidió no exigir reparaciones a Viena". Esta breve línea exculpatoria de responsabilidades a los austriacos resumía una historia que empezó con el asesinato del canciller Dollfuss el 25 de julio de 1934 y se culminaba con el Anschluss, forzado por la invasión del 13 de marzo de 1938, la proclamación del Gobierno nacionalsocialista de Arthur Seyss-Inquart y el plebiscito del 10 de abril. Potsdam remitía, sin decirlo, al acuerdo de los tres grandes en las declaraciones de Moscú, de 30 de octubre de 1943, que fijaban, entre los objetivos de la guerra, la restauración de una Austria libre e independiente. Por eso se llamó al anciano doctor Karl Renner, quien logró tres metas importantes: la formación de un Gobierno provisional, la restauración de la República (27 de abril de 1945) y el reconocimiento (por su Gobierno y por los aliados) de los tres nuevos partidos austriacos: el Socialista, el Populista y el Comunista.

Con la extensión de competencia a todo el territorio, el Gobierno pudo convocar las primeras elecciones al Consejo Nacional, el 25 de noviembre de 1945, en las que resultó vencedor el Partido Populista con 86 escaños, frente a los 76 del Socialista y los 4 del Comunista. De acuerdo con esta distribución de escaños, el Consejo eligió canciller al populista Leopold Figl y vececanciller al socialista Adolf Schaer, y confirmó como presidente al doctor Renner. Con la ayuda del Plan UNRRA -de Naciones Unidas-, primero, y del Plan Marshall, después, el Gobierno austriaco pudo definir sus propios objetivos de reconstrucción nacional: la consolidación de la independencia, el fin del régimen de ocupación de las cuatro potencias y, en consecuencia, la retirada de las tropas que marcaban tal ocupación. Sin embargo, quedaron frustradas las esperanzas de recobrar el sur del Tirol y el Gobierno hubo de conformarse con un pacto firmado con los italianos para conservar las etnias del territorio; el acuerdo Gruber-De Gasperi, de 5 de septiembre de 1946. La Unión Soviética demoró la conclusión de un tratado de paz hasta el año 1955. Un viaje del entonces canciller Julius Raab a Moscú encontró la ocasión propicia y las negociaciones permitieron la firma del tratado de 14 de mayo de 1955, que significó el final de régimen de ocupación y la retirada de las tropas de ocupación, el 24 de octubre. Un día después, el Congreso Nacional proclamaba la Ley de voluntaria y perpetua neutralidad de Austria. El 14 de diciembre de ese mismo año Austria era admitida como miembro de las Naciones Unidas y el 16 de abril de 1956 ingresaba en el Consejo de Europa.

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