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Datos principales


Rango

XX20

Desarrollo


La escultura en estos años parece estar ligada a Suiza. Germaine Richier (1902-1959), como Giacometti y Marini, estuvo en Zurich durante la guerra. Alumna de Bourdelle y con cierta fama como escultora realista, en 1942 inició un camino diferente, que ya era suyo en 1944 con obras como El hombre bosque (1945-1946, Ginebra, Galería Jan Krugier), en las que funde lo animal, lo vegetal y lo humano, para conseguir seres híbridos, como la crítica los definió entonces, o las fuerzas de la naturaleza (Mujer-huracán, 1948-1949, y Hombre-torrnenta, 1947-1948, los dos en Humlebaek, Louisiana Museum of Modem Art). En El hombre-bosque las piernas y el tronco son ramas de árbol y la mano es una hoja, que encontró en Le Valais, en Suiza. Recordando sus experiencias en la naturaleza y las leyendas mitológicas de su infancia, también ella -como Fautrier, Michaux, Cobra o Millares- vuelve a lo primitivo, renuncia a la Cultura con mayúsculas y consigue liberarse de una tradición de siglos, más pesada en la escultura que en otras artes. En sus obras, en las que renuncia abiertamente a un acabado pulido de la superficie para aumentar la fuerza expresiva, el origen animal y vegetal es patente, pero prevalece la figura humana. Estas figuras rotas, distorsionadas, kafkianas, parientes de los hombres y mujeres filamentosos de Giacometti, hunden sus raíces en el momento vital europeo de los años cuarenta y cincuenta; sustituyen el monumento decimonónico a los héroes -y monumento quiere decir recuerdo- por la presencia casi insoportable de las víctimas y los supervivientes de la guerra.

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