La reconstrucción del Partido y del Ejército

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Anzio/Cassino

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Con la caída de Mussolini el 25 de julio anterior, el ya entonces burocrático Partido Nacional fascista "se disuelve como la nieve al sol", por utilizar una frase del mismo Hitler. Para su reconstrucción, en versión republicana, Mussolini y, sobre todo, Pavolini, sólo pueden echar mano de lo que podríamos denominar los "frustrados del ventenio", es decir, el ala más revolucionaria -mejor sería decir escuadrista- del viejo partido.El 14 de noviembre de 1943 se reúne en Verona el congreso fundacional del nuevo Partido Fascista Republicano. La pretensión de sus promotores de dar vida a una organización homogénea sobre la base de los dieciocho puntos redactados por Mussolini, Pavolini y el ex comunista Bombacci (con la inevitable supervisión del embajador Rahn) se diluye en una discusión que hace patentes las divisiones internas y en donde prima un tono de venganza y violencia, características fundamentales de la pequeña y dolorosa historia de esta fantasmagórica república.Tal tendencia se refuerza con una nueva edición del ya tristemente famoso Tribunale Speciale per la Difesa dello Stato, cuya actuación más destacada sería el juicio a los jerarcas que hicieron caer a Mussolini en la famosa sesión del Gran Consejo.La reconstrucción de un ejército capaz de participar en la guerra junto a los alemanes es uno de los objetivos primordiales del nuevo Estado.

Pero además de los obstáculos que puedan interponer los mismos alemanes, el enfrentamiento de dos concepciones radicalmente distintas de cómo llevarlo a cabo minarán seriamente el resultado final.El mariscal Adolfo Graziani, a la sazón ministro de Defensa, es partidario de un ejército de corte tradicional. Frente a él, Ricci y Pavolini y buena parte del PFR, pretenden formar un ejército voluntario altamente politizado, una reedición corregida y aumentada de la Milicia Fascista.Se llega a una solución mixta. Junto a un ejército basado en la incorporación obligatoria de las quintas correspondientes y formado por las tres armas tradicionales, se crea una Guardia Nacional Republicana integrada por voluntarios procedentes de la vieja Milicia, de los Carabineros y de las diversas policías fascistas. Dependía esta Guardia, en parte, del Ministerio del Interior y, en parte, directamente del Partido.Los alemanes que se oponían, de hecho, a la reconstrucción de un ejército italiano, se negaron a entregar los centenares de miles de prisioneros italianos internados en sus campos de concentración y limitaron al máximo sus entregas de material bélico.Para ellos el único uso posible de unidades italianas estaba en las labores de policía y en el enfrentamiento con los partisanos de la Resistencia. Por otro lado, ellos reclutaron directamente e instruyeron unidades de SS compuestas de italianos, pero bajo mando alemán.Se dieron incluso casos atípicos como la creación por parte del príncipe Valerio Borghese de una milicia propia, la Legione X, que se entendía directamente con los alemanes, independiente de las instituciones republicanas.Proliferaron más tarde numerosas brigadas negras dependientes de dirigentes locales, bandas armadas con tareas de represión política sucia compitiendo entre sí en una desesperada espiral de violencia de dolorosísimo recuerdo para los italianos.

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