El hombre que nunca existió

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Anzio/Cassino

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Una de las acciones más espectaculares de entre las realizadas por los servicios secretos de los países implicados en el conflicto fue la calificada en lenguaje cifrado Operación Mincemeat -Carne Picada-. Fue organizada en Inglaterra con el fin de desviar la atención del Alto Mando alemán con respecto a las operaciones que se preparaban sobre Sicilia en la primavera de 1941.El teniente de navío Ewen Montague de la Royal Navy fue encargado de la organización de esta operación.La finalidad básica de la misma era la de dirigir el interés del enemigo hacia otro espacio mediterráneo como punto de destino de la expedición aliada. Se trataba de convencer a los servicios secretos del Reich de que las costas de Cerdeña y del Peloponeso eran las elegidas para efectuar el desembarco. De forma paralela, sobre Sicilia se realizaría una serie de maniobras de diversión, que en realidad encubrirían los planes de invasión que se preparaban con respecto a la isla.El primer problema que se presentaba para la realización de esta operación era el presentado por la forma en que la documentación relativa a estas operaciones ficticias debía ser transmitida a los alemanes. Montague halló la solución al ocurrírsele la idea de crear una falsa identidad de un oficial británico, miembro del cuartel general de Operaciones Combinadas. Este falso agente sería así el enlace entre el estado Mayor inglés y el comandante de las fuerzas aliadas en el norte de África, general Alexander.

En función de ello, llevaría a éste una misiva en la que de forma expresa se aludía a Cerdeña como objetivo del desembarco a realizar de forma inmediata.Se buscó para ello un cadáver adecuado, y se halló en el de un fallecido de pulmonía que no había sido reclamado por nadie. Se le dio la identidad de William Martin y se fabricó una vida anterior, que incluía a padre y a una prometida. El día 19 de abril de 1943, el cuerpo del desconocido fue trasladado en un frigorífico del submarino Seraph. Éste lo depositó en aguas del golfo de Cádiz. El día 30 del mismo mes, el cadáver fue hallado por un pescador de la zona y transportado al depósito municipal de Huelva.El hecho de que los servicios secretos británicos hubiesen elegido esta costa española tenía unas motivaciones muy concretas. Por una parte, el gobierno de Madrid era oficialmente no beligerante en el conflicto. Y, a pesar de los estrechos lazos de amistad e interés que mantenía con las potencias del Eje, en ningún momento había roto sus relaciones con los aliados. Por otra parte, la región de Huelva conocía de forma tradicional la presencia británica, debido a la explotación de las minas de Riotinto por parte de los ingleses desde el siglo pasado. Ello había hecho que el espionaje alemán en España se centrase de forma especial en la zona. Debido a esta circunstancia, todo hecho relacionado con Gran Bretaña era observado con atención por los agentes allí destacados.

Una vez recibida la notificación del hallazgo del cadáver del supuesto William Martin, la embajada británica en Madrid reclamó la devolución de los documentos que portaba. Estos fueron entregados el 13 de mayo, pero -tal como esperaban los responsables de la operación- previamente habían sido estudiados y copiados por los servicios secretos alemanes, que actuaban en la España de entonces con gran impunidad. Con ello se había conseguido el objetivo perseguido. A partir de ese momento se trataba de esperar la reacción alemana ante esta información, que modificaba sustancialmente las previsiones hasta entonces existentes.Con respecto a esta operación, algunos historiadores han afirmado que los más elevados responsables militares de Alemania -incluido el mismo Hitler- se convencieron por completo de la veracidad de estos informes. Para otros, se produciría la reacción contraria, y los documentos extraídos del cuerpo hallado en el mar no fueron tenidos en consideración en modo alguno.Resulta lógico pensar que, si los alemanes creyeron en la veracidad de esta documentación, decidieron que dada su importancia los británicos cambiarían los planes que reflejaba, ante la posibilidad cierta de que hubiesen llegado a manos del enemigo. Hoy, en el cementerio de Huelva, una tumba contiene los restos del oficial Martin, el hombre que nunca existió.

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