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Barroco17

Desarrollo


En el siglo XVIII no sólo se embellecieron las ciudades y se abordaron importantes obras de infraestructura, sino que también hubo nuevas fundaciones en la segunda mitad del siglo en las que se plasmaron los modelos urbanos de la Ilustración. A veces la inspiración para determinadas reformas urbanas se buscó en los escenográficos espacios del Barroco, tal como se ha indicado para el Paseo de las Aguas, que se comenzó en Lima en tiempos del virrey Amat (1775), inspirado en la plaza Navona.El embellecimiento de las ciudades mediante alamedas y paseos fue algo característico de la ciudad ilustrada. Además de las alamedas de Lima, también en La Habana se hicieron dos, una en los muelles y la otra extramuros, entre dos puertas de la muralla. En Mérida el gobernador Lucas de Gálvez ordenó construir una Alameda para paseantes a pie y en carruaje. Los jardines de la Alameda de México fueron a su vez ejemplares de esa mentalidad y a fines del siglo XVIII se pensó ampliarlos hasta unirlos con el paseo de Bucareli. Eran lugar de recreo favorito de los mexicanos, tanto por sus avenidas y plazoletas hechas con árboles como por sus fuentes porque al parecer se permitía en la Alameda la venta de bizcochos y dulces.El empedrado, el alumbrado y la división de la ciudad en barrios fueron también mejoras emprendidas en las ciudades. Se atendió asimismo al abastecimiento de agua: en 1779 se inauguró en México el acueducto que, partiendo de Chapultepec, acababa en la fuente del Salto del Agua, abasteciendo de agua a la ciudad.

El agua se había llevado a la actual ciudad de Oaxaca entre 1571 y 1573 por Juan Alcántara y Juan de Vega, pero hasta 1727 no se inició el acueducto de San Felipe del Agua, inaugurándose a su finalización la fuente de la plaza. En Guadalajara (México), se renovaron y ampliaron las conducciones de agua a la ciudad, así como las fuentes.Con respecto a otras reformas, en un "Discurso sobre la policía de México", de 1788, se alababa el que las calles céntricas se hubieran empedrado recientemente y el que existiera alumbrado en una parte de la ciudad. También la ordenación de la ciudad obedeciendo a criterios de razón y progreso se plasmó en determinadas reformas borbónicas, como la división de las ciudades en cuarteles formados por barrios en cada uno de los cuales hubo un alcalde de barrio para vigilar que se cumplieran las normas sobre construcción, limpieza, etc.El desarrollo urbano de Río de Janeiro corresponde al siglo XVIII. Convertida en el puerto que canalizaba hacia Portugal la producción de oro de Minas Gerais, se renovaron sus fortificaciones y se creó una infraestructura urbana de la que lo más espectacular fue el acueducto de los Arcos da Carioca. Desde 1763 se convirtió en la capital de Brasil y, como toda ciudad de la Ilustración, fue dotada, entre otras cosas, de un magnífico Paseo Público proyectado por Valentim da Fonseca.La creación de nuevas poblaciones para ordenar un territorio y potenciar el desarrollo de toda una región fue una empresa abordada en el siglo XVIII tanto en España como en América.

El proyecto de José de Escandón, conde de Sierra Gorda, en 1748 para colonizar Nuevo Santander, al norte de México, consistió en la fundación de veintidós villas, en las que se asentarían colonos procedentes de otras regiones mexicanas, con un trazado en damero y plaza cuadrada que resume una experiencia de siglos. Se trataba con proyectos como éste de colonizar las fronteras, tanto al norte (California, Luisiana, Florida...), como al sur (Chile, Montevideo...).En las ciudades fundadas ahora, a veces se recogió la experiencia anterior y así, por ejemplo, en el proyecto para la nueva población de Arica (Chile) de 1793, la regularidad del trazado en damero se alteró en las tres manzanas dedicadas a los conventos al dejar un cuarto de dichas cuadras sin construir para formar una plazoleta ante las fachadas, con lo que se estaba utilizando como punto de partida lo que era resultado de una experiencia de transformación de la ciudad que había tenido lugar sobre todo a lo largo del siglo XVII en las ciudades hispanoamericanas. Otros planos de fundación, como el de la ciudad de Concepción en Chile, ofrecen en cambio una retícula perfecta con la plaza Mayor en el centro. A veces la plaza se desplaza algo desde el centro hacia la entrada principal de la ciudad (Nueva Orán, Argentina, 1794), y a veces, en cambio, parecen estarse siguiendo las "Ordenanzas" del siglo XVI, pues en la perfecta cuadrícula de la ciudad de San Francisco de la Selva en Chile (1744), al ocupar la plaza el lugar de cuatro manzanas, parten de ella dos calles en cada esquina y una del centro de cada lado, lo cual si bien había sido la regla, no se había llevado a la práctica antes con esa perfección.

Lo que sí resulta novedoso es cómo se dividieron los solares en muchas de las nuevas fundaciones destinadas a poblar zonas de frontera, pues ya no obedecen al principio de ir partiendo en cuadrados, sino que los solares serán divididos en lotes estrechos y profundos.El proyecto más interesante del siglo XVIII es el de la nueva ciudad de Guatemala, después de que la antigua fuera destruida por los terremotos en 1773. Luis Díez Navarro hizo un primer proyecto en 1776 que en principio fue aprobado, pero luego Sabatini decidió encargar otro proyecto a Marcos Ibáñez, que lo realizó en 1778. Responden los dos proyectos a los principios de orden y de geometría que desde el siglo XVI habían presidido la colonización urbana llevada a cabo por los españoles. La utilización de la matemática y la geometría para organizar la sociedad aparece incluso en un proyecto utópico llamado Sinapia, texto según unos de la época de Campomanes y según otros de fines del siglo XVII, pero que en cualquier caso demuestra la prolongación en el tiempo de una forma de ordenar la sociedad y su espacio que en América había obtenido sus logros más espectaculares.

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