Compartir


Datos principales


Rango

Asia-Mundo 1941

Desarrollo


La práctica totalidad del continente africano, así como gran parte del asiático, se mantenía en 1941 en situación de dependencia colonial con respecto a un reducido número de Estados europeos: Gran Bretaña, Francia, Portugal, Holanda, Bélgica y, en menor medida, España. Las circunstancias de la guerra había actuado en diferentes formas, en función de la situación en que el conflicto había situado a las respectivas metrópolis. El caso más destacado es el presentado por Gran Bretaña que tuvo tanto en sus colonias como en los países pertenecientes a la Commonwealth -Canadá, Sudáfrica, Australia y Nueva Zelanda- los más decididos apoyos para resistir la agresión alemana. Sin embargo, iniciado el año 1941, la directa amenaza que significaba el expansionismo japonés obligaría a reducir las fuerzas que estos dos últimos países mantenían en Europa, donde se había distinguido de forma especial en las operaciones realizadas en Grecia y Creta. En el Extremo Oriente asiático, las colonias británicas y holandesas caerían muy pronto en poder de los japoneses, que impusieron sobre ellas sistemas fuertemente represivos y de sistemática explotación de sus recursos humanos y materiales. Japón había lanzado previamente la idea de una futura liberación del yugo colonial por la vía del entreguismo de las poblaciones a sus designios. Esta propaganda había llegado a afectar a varios movimientos de liberación, en especial el del Congreso en la India, pero no tardaría en mostrar su más absoluta falsedad.

Sin embargo, la dura dominación japonesa serviría para fomentar la aparición de movimientos de resistencia que, con el fin de la guerra, se convertirían en activos frentes de liberación nacional. El modelo más acabado es el presentado por la Indonesia que se liberará del dominio holandés liderada por la carismática figura de Sukarno. El caso presentado por las colonias francesas es más complejo y variado, al darse la circunstancia de la ocupación y partición de la metrópoli por una parte, y la existencia del movimiento de resistencia personificado en la figura del general De Gaulle por otra. En las primeras semanas de ocupación del territorio francés, solamente el África Ecuatorial, los establecimientos de la India y las pequeñas islas del Pacífico se habían alineado con las posiciones resistentes emanadas desde Londres. Por el contrario, el África Occidental Francesa, el Magreb y el África Oriental, junto con las posesiones del Próximo Oriente, se mantenían fieles a la autoridad del régimen colaboracionista de Vichy. El transcurso del tiempo y los sucesivos acontecimientos de la guerra, sobre todo a partir de la entrada de los Estados Unidos en el conflicto, irían entregando de forma progresiva el control de todos estos territorios a las fuerzas gaullistas, consideradas ya como miembros de pleno derecho dentro del campo aliado. Para entonces -diciembre de 1941- ya habían sido realizadas varias acciones en este sentido.

En mayo, las fuerzas británicas habían conseguido abortar un golpe de Estado proalemán en Irak y controlar por completo la situación en este punto tan estratégico. Poco después, en junio, las fuerzas francesas libres del general Catroux, apoyadas por los británicos, habían penetrado en territorio sirio. Después de cuatro meses de duros enfrentamientos, el país había sido perdido por el Gobierno de Vichy, en medio de un clima que adquirió caracteres de verdadera guerra civil entre franceses. Ya en el mes de enero, fuerzas gaullistas habían partido del Chad en dirección norte, con el fin de unirse a las tropas británicas estacionadas en la costa mediterránea. Mientras, las autoridades de Vichy ofrecían al Reich la utilización de bases en Senegal y en la Siria que pronto perderían en beneficio de sus adversarios. Por otra parte, ingleses y soviéticos procedían en el mes de agosto a la ocupación de los pozos petrolíferos del Cáucaso. De esta forma, Stalin podía concentrar toda su atención sobre el frente del este y reponerse del repentino ataque sufrido en junio. En el mes de septiembre, el mismo Catroux declara la independencia de Siria, y en noviembre la del Líbano. Con ello, estas antiguas colonias quedaban definitivamente desligadas de la metrópoli. Por su parte, el Congo belga se mantenía fiel al Gobierno exiliado en Londres, mientras que la persona del mismo rey Leopoldo se encontraba en la Bruselas ocupada. Esta extensa y estratégica colonia actuaría a partir de los primeros momentos del conflicto sobre dos frentes. Por una parte, proporcionando a los aliados las valiosas materias primas de que disponían; por otra, sirviendo como base de operaciones a realizar sobre las posesiones italianas en África. Además, aportó contingentes de combatientes que intervinieron, ya en el año 1941, en el frente etíope, para pasar más adelante a los de Madagascar y Birmania.

Obras relacionadas


Contenidos relacionados