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Asia-Mundo 1941

Desarrollo


En la primavera de 1941, el poderío germano se manifiesta inamovible y amenazador para sus adversarios e incluso para los países neutrales. La práctica totalidad del espacio europeo se encuentra directa o indirectamente intervenido por él, y todo parece propiciar el momento de lanzarse a la gran aventura del ataque contra su aliada la Unión Soviética. Esta decisión, que se presentaba como la más adecuada para la culminación de los proyectos expansivos plasmados a partir de 1938, era la realización material del ideario nazi de expansión hacia el este, en busca de un "espacio vital" sobre el cual el pueblo alemán pudiese realizar su futuro como nación. Pero de hecho, la Unión Soviética no tardaría en convertirse en la verdadera tumba del pretendidamente milenario Reich. 1941 fue, por ello, el año del gran error para la Alemania nazi. En abril, los británicos habían conseguido liberar Etiopía, poniendo así fin a los sueños imperiales de Mussolini. Sin embargo, las islas continuaban sufriendo todavía los efectos de los bombardeos y del bloqueo naval establecido por los submarinos alemanes para impedir su necesario aprovisionamiento. Los escenarios del Oriente Medio, por su parte, tampoco dejaban de presentar problemas al Gobierno de Londres, que veía amenazada su presencia en ellos debido al auge de la influencia alemana y a la dependencia que algunos territorios tenían del Gobierno títere de Vichy.

Para entonces resultaba evidente el hecho de que las colonias británicas y holandesas del Extremo Oriente y Asia meridional se encontraban directamente expuestas a la penetración japonesa, que se anunciaba ya inminente. Así las cosas, cuando el día 22 de junio de 1941 las fuerzas de la Wehrmacht penetran de forma repentina en territorio soviético y comienzan un rápido avance sobre el mismo, todo parece indicar el fin de cualquier clase de resistencia a la voluntad de las potencias fascistas. Pero no sería necesario el transcurso de muchos meses para comprobar que esta decisión de Berlín iba a resultar tan desastrosa como la prepotencia japonesa al lanzarse contra los Estados Unidos en el mes de diciembre. Durante aquel verano, Gran Bretaña y la Unión Soviética alcanzaron un acuerdo de ayuda mutua, al que en los siguientes meses vendría a unirse el Gobierno de Washington. Stalin, situado en una posición desesperada, solicitó a Churchill la apertura de un segundo frente para aliviar la presión que los alemanes ejercían sobre los centros vitales del espacio soviético. Pero, por el momento, la debilitada Inglaterra apenas podrá comenzar a reponerse de los efectos de los sistemáticos bombardeos sufridos durante meses, y debe esperarse por tanto a la entrada en la guerra de la gran potencia transatlántica. Mientras tanto, el Reich, que parecía a punto de conseguir someter definitivamente a la Unión Soviética, con todas las consecuencias que este hecho supondría para el resto del planeta, encontraba en los países ocupados muestras de un espíritu de resistencia que iría progresivamente convirtiéndose en un elemento de grave preocupación para las autoridades impuestas.

La lucha clandestina lanzada en contra del invasor, iniciada de forma débil y desorganizada, fue ganando en cohesión y medios, hasta conseguir establecer una estructura destinada a debilitar la presencia del ocupante. Los meses finales del año 1941 observan ya la presencia de formaciones de esta índole en la práctica totalidad de los países europeos afectados, y muy pronto aparecerán en los del Asia invadida por Japón. De forma paralela, desde los centros decisores del Reich se organiza el perfeccionamiento de los diversos sistemas existentes dirigidos tanto a la anulación de toda posible actitud oposicionista como a la realización de los planes integrantes de la llamada "Solución Final". La aniquilación de la totalidad de los grupos humanos considerados adversarios al régimen o "inútiles" para el nuevo orden impuesto había comenzado ya antes del inicio de la guerra. Pero en el transcurso de la misma las posibilidades de actuación de los cuerpos dedicados a esta tarea se ampliaron en todos los sentidos. Ahora, llegado el momento culminante del poderío alemán sobre Europa, las SS, la policía política y las mismas fuerzas armadas disponían de un campo casi inagotable para la realización de su destructiva tarea. En el verano de 1941, estos grupos podían actuar ya de la forma más impune sobre los inmensos territorios del Este. En este caso, la represión se ampliaba a la totalidad de la población de los mismos, ya que los eslavos no eran para el nazismo más que elementos productivos, susceptibles de ser eliminados para esta finalidad. Polonia era ya para entonces el mayor centro de exterminio de los grandes contingentes de judíos que ahora afluían desde todos los puntos de Europa. Mientras, se produce un sensible descanso en la actividad submarina alemana en el Atlántico, lo que no impide que millares de toneladas de buques y mercancías británicas y norteamericanas sean lanzadas al fondo del mar. Los Estados Unidos, aun dentro de su oficial neutralidad, comienzan ya por entonces a enviar fuertes ayudas materiales a la agredida Unión Soviética.

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