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Stalingrado

Desarrollo


En junio de 1942, Moscú tenía aspecto de abandono y de hambre. La capital había vivido un duro invierno, terrible para muchos: temperaturas a duras penas por encima o bajo cero en casas sin calefacción, con tuberías que estallaban, sanitarios imposibles de usar y hielo por todas partes. El verano, al menos al comienzo, no fue mejor: el pan, en el mercado libre, se vendía a 150 rublos el kilo; no había ni calabazas ni ninguna otra verdura; la entrega de víveres se realizaba con la máxima irregularidad; las reservas de patatas habían sido saqueadas por los alemanes. Hasta el tabaco había desaparecido. Por las calles de Moscú se respiraba desilusión: la derrota alemana no había llegado mediante las ofensivas invernales en los tres frentes; los nazis aun eran dueños de Gsatsk, Vyazma y Rsev, y, en junio de 1942, corrían por Moscú insistentes voces de que algo había ido mal en Kharkov y que los alemanes estaban preparando una ofensiva general en el sur. Hitler, en realidad, no había abandonado completamente sus planes - o mejor, la esperanza- de adueñarse incluso de Moscú. Algunos documentos alemanes que cayeron en manos de los soviéticos en 1944 contienen la descripción de las fiestas que habrían de organizarse para celebrar la caída de Moscú, fiestas que tendrían lugar en Cracovia y otras ciudades. Además de una manifestación en la plaza "Adolf Hitler" (así habían denominado los nazis a la plaza del mercado de Cracovia), con participación de unidades de la Wehrmacht, de la SS, de la policía, etc, estaban programados fuegos artificiales, conciertos de bandas militares en las plazas y en las calles, espectáculos cinematográficos gratuitos para los soldados alemanes, programas radiofónicos especiales, ediciones extraordinarias de los periódicos, carteles, boletines de noticias cinematográficos, etc. En los carteles, que ya estaban preparados, se podía leer "Alemanes, ¡izad las banderas! ¡Moscú ha sido conquistada!". Un gran mapa detallado describía cómo habrían de entrar las tropas nazis en Moscú. Entre otras cosas, estaba previsto que el anuncio de la victoria final lo daría el mismo Führer en la Plaza Roja de Moscú.

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