Orfebrería religiosa

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La orfebrería gótica conoce dos vertientes, importantes en igual medida si nos atenemos a la brillantez de los resultados obtenidos: la religiosa y la profana. Los orfebres las cultivaron por igual aunque se han conservado más manifestaciones de la primera que de la segunda. La sociedad medieval apreció los objetos lujosos y los encargó para embellecer las iglesias, sus residencias e incluso como adorno personal. Los inventarios son un instrumento inestimable para evaluar la importancia de esta producción que en muchas ocasiones no se conserva porque se ha destruido al transformarse. La reutilización de los materiales nobles de ciertos objetos cuando éstos perdían actualidad fue muy frecuente. Ocurrió que para la obra del cáliz, el relicario o la custodia del siglo XVI muchas veces se fundieron las piezas medievales que ya existían. Si no se dio esta circunstancia, los tesoros de las catedrales, abadías o monasterios sirvieron para hacer frente a los gastos generados por las guerras o como botín para alguna de las facciones en conflicto.No obstante, contamos con testimonios abundantes para evaluar la transformación o mayor frecuencia de ciertas tipologías. El material más genérico fue la plata sobredorada, embellecida con aplicaciones de esmaltes que a partir de principios del siglo XIV fueron traslúcidos. Durante el gótico para los objetos de uso litúrgico se consolidaron las tipologías anteriores, aunque se introdujeron elementos nuevos.

El pie de los cálices, cruces, relicarios, etc. abandona su forma circular para hacerse pediculado; los brazos de las cruces se complican y sus extremos adoptan forma flordelisada.En lo que respecta a los relicarios, se generaliza el uso de los denominados parlantes. Ciertamente ya existían en época románica pero ahora se producen en abundancia como medio de dignificación de las reliquias. Cabezas, bustos, brazos, dedos, incluso pies... Dentro de la modalidad, el formato que encierra mayor atractivo es el de la escultura completa. Figurillas de santos, santas, de la Virgen María se confeccionan con gran oficio en los centros más relevantes. Recordemos el relicario ofrecido a Saint-Denis por Jeanne d'Evreux, una de las piezas capitales dentro del género.No siempre se siguen tipologías convencionales. En el relicario de los Santos Corporales de Bolsena (custodiados en la catedral de Orvieto), es evidente que su artífice Ugolino di Vieri (1337) se inspiró en la fachada del Duomo, proyectada por Lorenzo Maitani. En este caso, la idea del relicario dentro del relicario (se ha acudido a esta imagen para definir la fábrica de la iglesia), parece justificar la opción. También se aleja del formato tradicional el relicario de San Galgano (ahora en la parroquia de Frosini) que se fecha hacia 1315-1320, con unos magníficos esmaltes en la parte baja del cuerpo-ostensorio.También continúan confeccionándose las cajas relicario de tradición románica, en cuyo exterior se emplazan los episodios de la vida del santo.

En cierto sentido puede hablarse de un paralelo de la tumba-altar que durante el mismo período se desarrolla en el terreno de la escultura monumental.Sin embargo, el apartado más espectacular dentro de esta producción lo constituyen los altares, sean "antipendia" o "retrotabula", y los baldaquinos que los resguardan. Recordemos de nuevo que se trata de una producción que viene ya del románico o si se quiere de época carolingia, pero esto no excluye que se alcancen niveles muy altos en calidad y diseño. No podemos dejar de mencionar, por ejemplo, las piezas ejecutadas por los talleres del norte de Francia dentro del ambiente antiquizante del estilo 1200. El orfebre Nicolás de Verdún es la personalidad más relevante en este terreno y el altar de Klosterneuburg (en la catedral de Tournai, Bélgica) puede que del conjunto que integra su catálogo sea su creación más sobresaliente.Ya en pleno gótico, las obras más representativas de esta tipología las hallamos en Italia y también en la Corona de Aragón. El altar de San Jaime de Pistoia o el retablo de la catedral de Gerona (este último acompañado de un magnífico baldaquino), resultado ambos de distintas intervenciones separadas temporalmente, se hallan entre las realizaciones más ambiciosas dentro del período comprendido entre finales del siglo XIII y la primera mitad del XIV.Contemporáneamente, los talleres parisinos parecen haber sido más favorables a los polípticos de pequeño tamaño (Colección Pierpont Morgan de Nueva York, Tesoro de la catedral de Sevilla, Museo Poldi-Pezzoli de Milán), concebidos según una fórmula que comparten con los escultores de marfil. En el centro, bajo baldaquino se sitúa la Virgen con el Niño, a ambos lados las hojas del políptico que pueden cerrarse, y en las que se emplazan escenas de la Infancia de Jesús, principalmente.

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