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II Guerra Mundial

Desarrollo


Dos cuarteles generales norteamericanos se prepararon para combatir la marea japonesa que había dominado Oceanía; el del Pacífico central en Hawai (almirante Nimitz) y el del Pacífico sur en Australia (general Mac Arthur). Distanciados entre sí por 6.500 kilómetros, cada uno debía preparar un plan autónomo para avanzar hacia Japón. Nimitz contaba preferentemente con fuerzas aeronavales americanas y su objetivo final eran las islas Riu-Kiu; Mac Arthur disponía de un conglomerado de tropas americanas, australianas y neozelandesas y debía avanzar en dirección a Filipinas. Ambos tropezaban con la dificultad de que Washington concedía prioridad a las operaciones en Europa, hacia donde dirigía la mayoría de los refuerzos. Sin embargo, la suerte les ayudó. Para alentar la decaída moral norteamericana, se decidió una réplica adecuada al ataque de Pearl Harbor: el bombardeo del mismísimo Japón, objetivo que la distancia hacía teóricamente inalcanzable. A bordo del portaaviones Hornet, se embarcaron 16 fortalezas volantes B-25, cada una con cuatro bombas de 250 kilos a repartir entre Tokio, Nagoya, Osaka y Kobe. Atacaron el 18 de abril de 1942, sorprendiendo a los japoneses y dirigiéndose luego al aeródromo chino de Chochow. El general Tojo ordenó una operación de réplica contra Midway, de donde parecían haber despegado los B-25. Era esta isla la posición americana más avanzada, a medio camino entre Japón y Hawai, y el almirante Yamamoto pensaba que, si la flota norteamericana se presentaba a defenderla, tendría la posibilidad de destruirla.

Entre tanto, la inteligencia americana, que conocía la clave secreta japonesa, descubrió que se preparaba un ataque contra Port Moresby y los portaaviones Lexington y Yorktown se dirigieron al mar del Coral. El 4 de mayo de 1942 los aviones del Yorktown atacaron un convoy japonés y los portaaviones japoneses Zuikaku y Shokaku (Takagi) evolucionaron para cortar la retirada a la escuadra americana (Fletcher). El 7, los americanos descubrieron al portaaviones ligero Shoho y lo hundieron en 10 minutos. A la mañana siguiente, los aviones de ambas flotas atacaron a los buques, que no llegaron a verse. El Shokaku encajó tres bombas, el Yorktown, una y el Lexington se hundió. La batalla del mar del Coral concluyó con la retirada de ambas escuadras. La guerra del Pacífico se centraba en los portaaviones que desplazaban a los acorazados como buque principal de combate, de modo que Japón construía cinco nuevos portaaviones y reconvertía dos grandes buques de pasajeros; mientras, los Estados Unidos construían 17 portaaviones pesados y 78 de escolta. Precisamente, la flota americana de portaaviones era el objetivo buscado por Yamamoto en el ataque a Midway. Aunque Yamamoto preparó un ataque de distracción para atraer a los americanos hacia las Aleutianas, el conocimiento de la clave secreta descubrió que se preparaban para atacar Midway, donde Nimitz concentró aviación y aproximó sus tres portaaviones dos grupos navales: uno con el Yorktown, dos cruceros y cinco destructores (Fletcher) y otro con el Enterprise y Hornet, seis cruceros y nueve destructores (Spruance).

Yamamoto implicó en la operación a casi toda la flota japonesa, dividida en cuatro escuadras, tres de ellas (Naguno, Hosogaya y Kondo) navegaban hacia Midway y otra hacia las Aleutianas (Kakuta). El primer contacto lo establecieron los americanos el 3 de junio de 1942, bombardeando con B-17 a los japoneses sin alcanzar a un sólo buque. En la madrugada del 4, Nagumo lanzó 108 aparatos de sus portaaviones contra Midway, sin olvidar la posibilidad de que, en cualquier momento, apareciese la US Navy. A las 9,20, cuando sus bombarderos regresaron, el Akagi, el Kaga, el Soryu y el Hiryu variaron su rumbo 90 grados, consiguiendo desbaratar a los aviones del Hornet y el Enterprise que habían salido a por ellos. Parte de los aparatos americanos se perdió y otros fueron derribados por los cazas Zero. Los portaaviones japoneses estaban embrollados por sus aparatos recién aterrizados y los Zero volando a ras de agua contra los torpederos americanos, cuando, a 6.000 metros de altura, aparecieron 27 bombarderos en picado Dauntless, que atacaron y hundieron el Akagi, el Kaga y el Soryu. El Hiryu puso fuera de combate al Yorktown, pero a él mismo lo echaron a pique aparatos del Enterprise. Cuando la flota japonesa se retiraba, los aviones atacaron a dos cruceros, hundiendo al Mikuma y averiando al Mogami.

Por su parte, un submarino japonés hundió al dañado Yorktown mientras lo remolcaba un grupo de rescate. Su primera derrota naval en 150 años había costado a Japón un elevado número de hombres bien adiestrados y cuatro portaaviones, un crucero y 350 aparatos, frente a un portaaviones y 150 aparatos enemigos, con parte de sus tripulantes. La batalla de Midway había eliminado la superioridad de la aviación naval japonesa. Desde entonces, la Marina no pudo apoyar la expansión nipona, la aviación actuó con base en tierra y el Ejército avanzó, por Nueva Guinea y las Salomón, hacia Australia a donde llegaron refuerzos americanos. El 21 de julio de 1942, los japoneses, tomaron Buna, al norte de Nueva Guinea, con la intención de cruzar la isla y llegar a Port Moresby, en el sur. Las dificultades de abastecimiento, las enfermedades y las fuerzas australianas y americanas les mantuvieron a raya, hasta derrotarlos en enero de 1943. Formando parte de su plan contra Australia, los japoneses construyeron un aeródromo en la isla de Guadalcanal, una de las Salomon, que los americanos decidieron conquistar para proseguir luego hacia Rabaul, en las Bismarck, principal base japonesa de al zona. Guadalcanal apenas tenía guarnición y Nimitz la ocupó sin problemas; en cambio, los 1.500 japoneses de la cercana isla de Tulagi murieron antes de rendirse. El 7 de agosto, una escuadra de cinco cruceros pesados y dos ligeros (Mikawa) atacó por sorpresa a la flota americana, hundió cuatro cruceros pesados, dañó otro y escapó sin más problemas.

Los días 23 y 24 de agosto, mientras un convoy japonés acercaba a Guadalcanal una fuerza de desembarco, las dos escuadras libraron la batalla de las Salomon, donde los japoneses perdieron el portaaviones ligero Ryujo, un destructor y 61 aviones contra 20 aviones americanos. En Guadalcanal, los marines se fortificaron alrededor del aeropuerto por donde les llegaban los suministros; los japoneses les atacaron utilizando la noche y tácticas suicidas, abasteciéndose, y reforzándose con destructores llegados durante la noche. Se vivió una lucha encarnizada y sangrienta. También durante la noche, los cruceros nipones bombardeaban furiosamente y escapaban antes de que saliera el sol y, con él, los aviones americanos. La lucha por la isla, tanto en el mar como en tierra, prosiguió con enorme violencia hasta que, entre el 4 y el 7 de febrero de 1943, los destructores japoneses retiraron los 12.000 soldados que quedaban allí. La conquista de la isla marcó el principio de la contraofensiva de Mac Arthur en el Pacífico suroccidental. Entre julio y septiembre de 1943, americanos y australianos conquistaron las Salomon, isla por isla, y aislaron la base de Rabaul. Tras desembarcar en Africa del Norte, los americanos actuaron lentamente y los alemanes lo aprovecharon para ocupar Túnez, prolongando una campaña ya virtualmente perdida. Hitler y Mussolini decidieron salvar una situación insostenible y enviaron numerosas tropas y materiales a Túnez, para un sacrificio inútil.

Se trataba de un error considerable y enviaban allí las tropas que falta les harían en Europa. Más al oeste, Rommel estaba atrapado entre los americanos, ingleses y franceses al oeste, y el VIII Ejército de Montgomery al este. Se colocó en defensiva junto a la línea Mareth, antigua fortificación francesa de 1939, y organizó una fuerza móvil con tres divisiones panzer, muy disminuidas por la campaña del desierto. El 14 de febrero de 1943, atacó por sorpresa, derrotó a una división americana y continuó hostigando el frente, donde se sucedían los golpes y contragolpes. A principios de marzo atacó a los ingleses en Medenine, y fracasó al perder 52 tanques frente a los nuevos cañones contracarro. Como llevaba tiempo enfermo, el 9, ya concluída la batalla, entregó el mando a von Armin y se trasladó a Roma. Sus argumentos no lograron convencer a Mussolini ni a Hitler, que le obligó a permanecer en Alemania para reponerse.

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