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Mundo fin XX

Desarrollo


El terrorismo alemán de los años setenta constituye un ejemplo aleccionador del despliegue desaforado de medios represivos que algunos Estados occidentales han empleado contra una amenaza que fue magnificada por unos medios de comunicación ansiosos de emociones fuertes. La tradición magnicida del anarquismo en la época guillermina y la amplia experiencia violenta de la República de Weimar pesaron lo suficiente en el ánimo de los fundadores de la República Federal como para disponer con especial cuidado las medidas de defensa del nuevo régimen. La Policía fue equipada con material altamente sofisticado y adiestrada para luchar contra bandas de insurgentes armados a un nivel paramilitar, pero no para vérselas con las complejidades del moderno terrorismo, como se pudo comprobar en la malhadada crisis olímpica de septiembre de 1972. Casi veinte años después de la creación de la República Federal de Alemania, la revuelta estudiantil de 1968 fue la punta de lanza de una serie de nuevos movimientos sociales -antinucleares, feministas, squatters, pacifistas- que criticaban la partitocracia en el gobierno y buscaban nuevos canales de expresión y participación políticas. Aunque a la larga el sistema logró asimilar buena parte de estas reivindicaciones, el disentimiento se manifestó con una violencia política de intensidad creciente. El 2 de junio de 1967, la muerte de un estudiante a manos de la Policía conmovió profundamente al movimiento escolar.

La "lucha armada" comenzó al año siguiente con la tentativa de quema de un gran almacén en Frankfurt, tras de lo cual fueron detenidos Andreas Baader y Gudrun Ensslin, precursores de este nuevo activismo armado. El atentado contra el dirigente universitario Rudi Dutschke, dos semanas después, radicalizó aún más a un sector estudiantil que decidió ejecutar acciones francamente terroristas. La espectacular liberación de Baader de una prisión de Berlín el 14 de mayo de 1970 marca la aparición oficial de la Fracción del Ejército Rojo (RAF). Tras una breve pero intensa carrera terrorista jalonada de ataques incendiarios a sedes oficiales y periódicos, Baader y Meinhof fueron definitivamente capturados en junio de 1972 junto a otros miembros destacados de la banda. Desde entonces, la RAF libraría un extraño duelo singular con las autoridades, cuyo objetivo principal era presionar para la liberación de sus miembros más conspicuos, mientras que políticamente asumía posiciones crecientemente defensivas.Los primeros activistas de la RAF creían en el "primado de la acción" y en la lucha global en favor de la liberación del Tercer Mundo. El origen socioeconómico de su militancia (que nunca sobrepasó los 15-20 activistas, unos 200 elementos de apoyo y de 2.000 a 3.000 simpatizantes) era más bien acomodado: brillantes estudiantes universitarios hijos de profesores, teólogos o comerciantes, con una media de edad de treinta y un años. La segunda generación de terroristas alemanes, que actuó a mediados de los años setenta, era menos proclive a realizar complejos análisis ideológicos y estratégicos, tenía una extracción social menos privilegiada y buscó refugio en asociaciones alternativas y de ayuda social.

La violencia se mantuvo, empero, mediante la colocación de artefactos explosivos en centros oficiales, la agresión a funcionarios públicos y sedes estatales, el secuestro de políticos, el asalto a bancos, etcétera.En paralelo a estos hechos, el Estado desplegó una panoplia de medidas desproporcionadas con la entidad real de la amenaza terrorista, comenzando con una serie de enmiendas a la Ley Fundamental de Bonn (18 y 24-VI-1968), que facultaban a las autoridades para tomar medidas excepcionales que incluían la limitación de derechos cívicos en caso de ataque a la RFA. El 28-V-1972, la Conferencia de los Presidentes de los Lánder y el canciller Brandt firmaron un decreto que obligaba a los funcionarios públicos a prestar fidelidad a la Constitución (Verfassungtreue). El 1-I-1975 se promulgó la denominada Baader-Meinhof Gesetz, que redujo los derechos de los acusados (limitados aún más con la Ley de Interrupción de Contactos de 30-IX-1977, que condenó al total aislamiento penitenciario aun centenar de terroristas) y coartó sensiblemente las posibilidades de defensa de sus abogados. El 18-VII-1971 el Bundestag aprobaba la Anti-Terror Gesetz, ley sobre medidas preventivas y represivas a la constitución de asociaciones terroristas. La respuesta policial no fue menos espectacular. Desde 1973, el BKA (Oficina Criminal Federal) actuó como una oficina de investigación especializada en cuestiones antiterroristas, desarrollando complejas redes de información computerizada y programas de investigación como INPOL.

Este sofisticado sistema de vigilancia y rastreo informático, unido al programa de la Oficina para la Protección de la Constitución (VSA), a la estrecha relación con las Oficinas Criminales de cada Land, a los acuerdos con otros Gobiernos europeos y a la mayor colaboración ciudadana, permitió que en 1976 fuese localizada y detenida la mayor parte de los activistas de la RAF y del Movimiento 2 de Junio (BZJ), organización armada creada en 1971 como elemento de apoyo del grupo Baader-Meinhof.En los años 1976-77 se recrudeció la dinámica violenta. Ulrike Meinhof se ahorcó en su celda el 9-V-1976. El 7-IV-1977, la RAF asesinó en Karlsruhe al fiscal Siegfried Buback, poco antes de que la Sala de lo Penal de Baden-Wurtemberg sentenciara a cadena perpetua a Baader, Ensslin y Jan-Carl Raspe. El pulso con el Gobierno llegó a su paroxismo ese verano: a fines de julio era asesinado el banquero Jürgen Ponto, y la tensión alcanza su punto culminante el 5-IX con el secuestro de Hans Martin Schleyer, presidente de la Federación de Industrias Alemanas. El día 13 de octubre un grupo palestino desviaba un avión de la Lufthansa a Somalia, proponiendo la liberación de sus 86 ocupantes a cambio de la de los terroristas presos en las cárceles alemanas. El Gobierno federal, sin embargo, había optado por la línea dura: el secuestro de Mogadiscio terminaba felizmente pocos días después con una espectacular acción del Grupo Especial de la Policía alemana de Fronteras (GSG-9).

Pocas horas después Shleyer fue asesinado, y Baader, Ensslin y Raspe aparecieron muertos en sus celdas di la cárcel de alta seguridad de Stammheirr (Stuttgart) el 18 de octubre.La RAF, el BZJ y las RZ (Células Revolucionarias) continuaron su ciclo terrorista hasta inicios de los ochenta, muy probablemente con apoyo exterior y con objetivo: centrados en las instalaciones y personal de la OTAN. Pero la táctica de guerrilla urbana sin apoyo popular fue derivando a fines de la década en un activismo sectario, vacío de contenido teórico y de escasa potencialidad subversiva. La caída del muro de Berlín, en noviembre de 1989, dejó a los activistas de la RAF refugiados en la RDA inermes ante la justicia federal, que condenó a los más recalcitrantes a largas penas de prisión.

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