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Imperios y unificaci

Desarrollo


De todas maneras, el factor decisivo fue la labor de modernización desarrollada por los ministerios de D´Azeglio y Cavour, presidente del Consejo desde 1852. Esa tarea consistió en la adopción de un programa de reformas que convirtió a Piamonte en el Estado puntero de Italia, a la vez que le ganaba la consideración de las potencias extranjeras.La red ferroviaria, casi inexistente a la altura de 1848, estaba ya articulada, en su parte norte, a la altura de 1861, cuando había superado los 1.000 kilómetros de tendido. Las autoridades piamontesas, por otra parte, reconstruyeron el puerto de Génova, especialmente cuando se superaron los problemas técnicos que habían dificultado el enlace ferroviario entre ese puerto y Turín. También en esta época se reorganiza el Ejército (general La Marmora), a la vez que se crea la Marina y se dota de un arsenal al puerto de La Spezia. Cavour pudo, desde mediados de los años cincuenta, iniciar una labor diplomática que le asegurara el respaldo de alguna gran potencia en su contencioso con Austria. La Francia de Napoleón III parecía el aliado más lógico, pero los nacionalistas italianos habían quedado muy defraudados por el fin de la Segunda República Francesa y por la acción militar de los franceses contra la República romana. Aunque el propio Napoleón se había manifestado a favor de la política de las nacionalidades, sus palabras no habían sido acompañadas por ninguna medida práctica.

La alianza franco-británica, que llevó a la guerra contra Rusia en Crimea, dio a Piamonte la posibilidad de intervenir en la política internacional, aunque parece que fue Víctor Manuel el verdaderamente interesado en la intervención, y no Cavour, como habitualmente se ha dicho. El Congreso de París de 1856, en cualquier caso, no se tradujo en ninguna ganancia concreta, pero permitió que Piamonte pudiera presentar sus reivindicaciones en un foro internacional y que se empezara a hablar de una "cuestión italiana". Las demandas de los nacionalistas italianos contaban con simpatías en el Reino Unido y también provocaron la aparición de un partido italiano en la Corte francesa. De ese partido formaba parte el príncipe Napoleón Jerónimo, sobrino del emperador. En cuanto al propio emperador, que permanecía dubitativo, terminaría por decidirse tras el atentado que sufrió (14 de enero de 1858) a manos de Felice Orsini, que puso de manifiesto la profundidad de los sentimientos nacionalistas entre algunos italianos. El emperador permitió que se diese publicidad a las opiniones del terrorista, antes de ser ajusticiado, y preparó a la opinión pública para un cambio de actitud en su política italiana. Una vez más parecía operar en el segundo Bonaparte la voluntad mimética de emular la trayectoria de su tío en las campañas italianas. El 20 de julio de 1858 Napoleón III convocó a Cavour a la estación veraniega de Plombières, en los Vosgos, y diseñó con él la futura Italia que, de acuerdo con la tradición neogüelfa, sería una federación de cuatro Estados bajo la presidencia del Papa.

El reino de la Alta Italia, que correspondería a Piamonte, incorporaría también los territorios austriacos, los ducados y el norte de las legaciones papales. El reino de Italia central sería para el príncipe Napoleón Jerónimo, que se casaría con la princesa Clotilde, hija de Víctor Manuel, y englobaría la Toscana y los territorios pontificios de Umbria y las Marcas. El Papa conservaría Roma y el Lacio. Finalmente, se consideraba la posibilidad de adjudicar el reino de Nápoles a Luciano Murat, siempre en la idea de revisar los acuerdos de 1815. Francia, en compensación, obtendría los territorios piamonteses de Niza y Saboya. En el segundo caso, se trataba de un país muy conservador, de lengua francesa, pero Cavour demostró reticencias para la entrega de Niza, que tenía mucho carácter italiano. Garibaldi, que había nacido en esa ciudad, rechazaría siempre los términos del acuerdo. Las conversaciones de Plombières dieron lugar a un tratado secreto franco-piamontés, que se firmaría a finales de enero de 1859, en el que Francia daba garantías a Piamonte para el caso de que sufriera una agresión austriaca. Por otra parte, los protagonistas del acuerdo se apresuraron a dar a conocer sus puntos de vista sobre la situación. Mientras Víctor Manuel II manifestaba en el Parlamento (10 de enero) que no era "insensible a los gritos de dolor" que llegaban hacia él desde muchos lugares de Italia, Napoleón hacía publicar un folleto (Napoléon et Italie) en el que manifestaba su respaldo a la política piamontesa. Sólo quedaba provocar a Austria, para que estallase la guerra que deseaba Piamonte.

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