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Datos principales


Rango

Vida cotidiana

Desarrollo


Como bien apunta Bennassar, la percepción del tiempo por parte de los españoles era más cuantitativa que cualitativa, aunque sólo fuese porque la gente no disponía de instrumento preciso alguno para medirlo. El tiempo está marcado por los ritmos agrarios o la climatología. En el ámbito rural los días estaban identificados por el nombre del santo o de la fiesta, no por una cifra. La dependencia de la meteorología marcaría la vida cotidiana. La industria relojera no se desarrolló apenas en España mientras que en París se creaba la cofradía de relojeros en 1544 y en 1601 en Ginebra. La vida al ritmo de los relojes tardó en hacerse un hueco frente a las campanas de las iglesias. La religiosidad impregnó la vida de las personas, la vida laboral o las festividades, el nacimiento o la muerte. El calendario comenzaba en su ciclo invernal con la etapa de preparación y purificación que suponía el Adviento. La Natividad y la Epifanía suceden al Adviento. El Carnaval y la Cuaresma serán los siguientes ciclos. En los meses de junio y julio se concentraba la máxima actividad laboral ya que había que recoger las frutas, segar, trillar o trasladar los rebaños a los pastos veraniegos. También era el periodo de mayor mortalidad que se extendía al mes de agosto, característico por la concentración de fiestas locales que servían de antesala a la nueva etapa de preparación y purificación. El año académico se prolongaba entre el 25 de septiembre y el 25 de agosto, existiendo una semana de vacaciones en Navidad y otro en Cuaresma. La semana era el periodo cronológico básico, considerando que el domingo era de obligado descanso. El día tenía un ritmo propio. Se despertaba al alba y al anochecer era el momento de dormir. La vida en la ciudad estaba más organizada en función de horarios establecidos ya que las universidades tenían clases entre las 7 y las 11 de la mañana. La comida solía hacerse entre las 12 y la 1.

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