Modelos nacionales

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Eco-Soc XVI

Desarrollo


Aunque el siglo por excelencia del mercantilismo fue el XVII, a fines del XV y a lo largo del XVI se desarrolló una fase inicial de política mercantilista. En muchas ocasiones lo único que se hizo fue trasladar al ámbito nacional el proteccionismo económico municipal de la Edad Media, traducido en ordenanzas y leyes especiales que protegían el comercio o la industria locales. En otros casos, como en la obligación de comerciar con navíos nacionales decretada por el monarca castellano Enrique III, se hallan prefiguradas medidas proteccionistas tan propias del siglos posteriores como las famosas "Actas de Navegación". Sin salir de España, la política económica de los Reyes Católicos (1474-1516) suele ser calificada como pre-mercantilista, aunque esta clasificación ofrece dudas. El principal rasgo de esta política fue el proteccionismo ganadero, en detrimento de la agricultura. La actividad de la Mesta se vio respaldada por un conjunto de leyes favorables. El motivo consistía en que la Monarquía lograba buenos ingresos de las exacciones fiscales sobre el tránsito de ganados y, especialmente, sobre las masivas exportaciones de lana merina hacia los centros manufactureros del norte de Europa (Países Bajos, Inglaterra). Tales exportaciones, en cambio, no favorecían el desarrollo de la industria textil nacional y obligaban a importaciones de manufacturas. Fue esta una de las razones que contribuyeron a la precoz decadencia del sector pañero castellano, que asistió a un efímero auge durante la primera mitad del siglo.

Mucho más en línea con los cánones de la política mercantilista estuvo la organización del comercio con América en régimen de monopolio español, con exclusión legal de los comerciantes extranjeros. En cualquier caso, este proceder parece también más ligado a razones de eficacia fiscal que a una auténtica política económica con amplitud de miras. En realidad, las manufacturas extranjeras encontraron una relativa facilidad para penetrar en el mercado español, dada la orientación liberal de la política comercial, e incluso en el propio mercado americano. Por lo demás, las medidas tomadas para evitar la exportación de metal precioso carecieron por completo de eficacia. En Francia se constatan a lo largo del siglo XVI diversos esfuerzos por imponer una política mercantilista. Leyes suntuarias intentaron poner freno a las importaciones de productos extranjeros de lujo (paños de oro y plata, satenes, damascos). En los Estados Generales de 1576 se pidió al monarca que prohibiera la importación de todo producto manufacturado. En 1581 se impuso, por vez primera, un arancel general en todas las fronteras. Las sederías de Tours y Orleans fueron objeto de protección por parte de Luis XI, mientras que Enrique II intentó promover la fabricación de paños al estilo veneciano. Finalmente, se impulsaron las ferias de crédito de Lyon, que jugaron un importante papel comercial y financiero. En Inglaterra, los monarcas Tudor favorecieron la producción textil, impulsaron la marina e intentaron equilibrar la balanza comercial apoyando las exportaciones. También protegieron la ganadería lanar al objeto de aumentar sus ingresos fiscales, pero en este caso dicha política operó efectos favorables sobre la industria nacional, que se desarrolló lo suficiente como para competir económicamente con la industria lanera flamenca, por entonces hegemónica.

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