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Datos principales


Rango

Eco-Soc XVI

Desarrollo


La actividad industrial atravesó a comienzos del período moderno por una fase de desarrollo, paralelo al crecimiento de los sectores agrícola y mercantil. La evolución de la industria se benefició de un conjunto de estímulos derivados, en gran parte, de las condiciones generales de la coyuntura. Pero, a su vez, se vio lastrada por dificultades de orden estructural y por inercias del pasado. Entre estas dificultades una de las principales consistía en la elasticidad de la demanda de productos manufacturados. Por término medio, la población contaba con escasos recursos y podía destinar sólo una pequeña parte de sus ingresos a gastos no estrictamente alimentarios. En los períodos de dificultades, que eran frecuentes, éstos consumían la totalidad del presupuesto familiar de muy amplias capas de la sociedad, que se veían así imposibilitadas para adquirir productos industriales. La pobreza de la población rural, por lo demás, obligaba a muchos campesinos a procurarse mediante su propio trabajo manual el vestido, el menaje doméstico y otros bienes necesarios para la vida, toscamente elaborados en el ámbito familiar. Se restaban así aún más posibilidades a la expansión de las actividades industriales. Con estas premisas, no resulta extraño que la industria se desenvolviera básicamente en el ámbito urbano, ligada muchas veces a la demanda de productos lujosos generada por las clases altas de la sociedad, y que, por el contrario, no hubiera lugar para una auténtica producción de masas.

Relacionado con ello estaría la persistencia en la organización de las actividades industriales de una estructura gremial, basada en el trabajo artesanal y en el privilegio corporativo, heredada del período medieval. Ello no obstante, en los primeros tiempos modernos comenzaron a evolucionar formas nuevas de producción industrial que superaban los estrechos marcos de las corporaciones gremiales y que apuntaban ya al nacimiento de una verdadera industria capitalista. Finalmente, una importante rémora para el desarrollo industrial consistió en los endémicos problemas de distribución que generaba la insuficiencia e inadecuación de los sistemas de transporte terrestre, que encarecían los productos en los mercados finales e impedían en gran medida la articulación de redes de distribución que superasen los estrictos marcos locales. Pero, junto a este conjunto de dificultades, en la definición del modelo de evolución de la industria del siglo XVI operaron una serie de importantes estímulos. En primer lugar, es necesario tener en cuenta las condiciones generales de la coyuntura. A pesar de las circunstancias anteriormente descritas, la demanda creció en este siglo a impulsos del crecimiento poblacional y de la evolución positiva de la economía. El incremento de las tasas de urbanización, que constituye otra de las características definitorias del período, potenció también las posibilidades de desarrollo del sector manufacturero, así como la expansión comercial y el amplio desarrollo de las técnicas mercantiles y financieras.

Otro importante factor, que aparece como novedad absoluta, fue la subordinación política y económica de grandes espacios extraeuropeos, que representó la creación de nuevos mercados para los productos industriales del Continente. En este sentido, el Nuevo Mundo americano proporcionó salida a una parte de la producción (especialmente textil) no sólo española, sino también de otros países occidentales que lograron infiltrarse en el monopolio comercial castellano de las Indias. Las consecuencias económicas de la colonización de América no se limitaron, sin embargo, a la dotación de nuevos mercados para las manufacturas europeas. Las remesas de metales preciosos que como contravalor de éstas y en forma de beneficios fiscales para la Corona castellana llegaron del Nuevo Mundo potenciaron la circulación monetaria y el dinamismo del mercado, creando nuevas condiciones para el desarrollo de la industria. Ya desde antes de la llegada de los españoles a América, el desarrollo de la economía monetaria había potenciado también la minería de la plata en diversos lugares de Europa. La intensificación y diversificación de los circuitos de circulación monetaria generaron también una tendencia inflacionista que operó como estímulo para las inversiones en actividades productivas en aquellos países donde dicha tendencia se mantuvo en límites moderados. Por lo demás, es necesario también tener presente el papel jugado por el Estado.

Éste, en primer lugar, actuó como consumidor. La demanda estatal estimuló ciertos sectores industriales, especialmente aquellos relacionados con la industria de guerra, como la fabricación de armas o la construcción naval. Por otra parte, el proteccionismo estatal que formaba parte de los dictados de la política económica actuó a veces como sostén directo o indirecto de la industria. Finalmente, el marco de relativa estabilidad y uniformidad territorial introducido por el Estado frente a la antigua anarquía feudal representó una condición política para el desarrollo económico en general, en el que se incluye el desarrollo industrial. No hay que olvidar tampoco, el papel de la Monarquía y de otras instituciones y grupos sociales privilegiados, como la Iglesia y la nobleza como promotores de la erección de grandes edificios, que determinó el impulso de un sector importante como el de la construcción y sus derivados.

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