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Datos principales


Rango

Eco-Soc XVI

Desarrollo


La gran epidemia de peste negra que asoló Europa a mediados del siglo XIV provocó una grave contracción de los efectivos poblacionales del Continente, cuyo tejido demográfico resultó seriamente dañado. Las heridas abiertas por esta funesta mortandad tardaron bastante en cicatrizar. Algunos cálculos estiman que, en conjunto, Europa perdió aproximadamente un tercio de su población. Así pues, la peste negra, epidemia de terribles consecuencias poblacionales y hondo impacto en la psicología colectiva, constituye un importante referente, aunque en apariencia lejano, como punto de partida de la historia demográfica europea de comienzos de la modernidad. Pero un siglo más tarde, en torno a mediados del siglo XV, la coyuntura evolucionó hacia un tono de mayor vitalidad. Se abrió entonces un período expansivo, de crecimiento poblacional, afianzado en la primera mitad del siglo XVI. Los factores que determinaron la nueva situación fueron diversos. La tregua concedida por la peste debe contarse como un primer e importante elemento de estabilidad. La escala decreciente del impacto de las grandes enfermedades epidémicas mejoró las expectativas de crecimiento biológico de la sociedad de la época. La relativa ausencia de guerras destructivas, a pesar de la elevada frecuencia de los enfrentamientos bélicos, debe tenerse, por otra parte, como propicio factor de aumento poblacional, ya que los conflictos no tuvieron la magnitud suficiente como para perturbar gravemente la dinámica natural de los pueblos que los padecieron.

Junto a ello se hicieron sentir los efectos de una favorable coyuntura económica, evidenciada en una expansión agrícola y comercial, que mejoró sensiblemente las bases materiales de la población. Asimismo, la mayor seguridad en el ámbito rural, resultado del avance de la acción del Estado y de la disminución de las arbitrariedades nobiliarias debe tenerse en cuenta como factor de estabilidad (R. Mols). En cualquier caso, el crecimiento dependió más de una disminución de la mortalidad extraordinaria que de un aumento de los índices de fertilidad o de una caída de las tasas de mortalidad ordinaria. En términos generales, puede afirmarse que el conjunto de la población europea aumentó sus efectivos poblacionales entre 1500 y 1600 de 80 a 100 millones de habitantes, es decir, en torno a un 25 por 100. Crecimiento de todos modos limitado, que debe valorarse en función de la debilidad del punto de partida y de la persistencia de los agentes tradicionales de mortandad catastrófica, por más que actuaran con menor severidad que en otros momentos.

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