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Desarrollo


Hablar de avances en el sistema de transportes pare los siglos XIV y XV puede parecer irrisorio si nuestro punto de mira parte de la perspectiva contemporánea, pero visto desde la óptica medieval es evidente que en la época de que tratamos hubo progresos notables. ¿No cabe consignar como tal la aparición, hacia el año 1320, del coche de pasajeros, invención originaria del mundo inglés? Por lo demás no dejó de aumentar en todo el periodo la capacidad de los carruajes. ¿Y que decir de la apertura del paso alpino del Brennero, acontecimiento fechado en las últimas décadas del siglo XIII? En general se observa por doquier una gran preocupación por mejorar las rutas terrestres, pero también por garantizar la seguridad de los mercaderes ambulantes. En ese contexto se sitúa la creación, en la España de finales del siglo XV, de la Cabaña Real de Carreteros, una institución de suma importancia. El transporte fluvial experimentó pocos cambios en los dos últimos siglos de la Edad Media. Sin duda las autoridades procuraban facilitar la navegación a través de los canales, allí donde éstos existían. Sabemos, por otra parte, que a fines del siglo XV circulaban por algunas vías fluviales barcos capaces de transportar cargas próximas a las 100 toneladas de peso. Ahora bien, los progresos más consistentes, por lo que a la navegación acuática se refiere, se localizan en el ámbito del transporte marítimo. Dicho progreso se basaba en muy diversos puntales, por una parte los avances experimentados en la cartografía y en los instrumentos de navegación, por otra la consolidación de los grandes astilleros y las mejoras habidas en numerosos puertos.

En el ámbito de la cartografía quizá la escuela más destacada fuera la mallorquina, en la que sobresalió la figura del judío Abraham Cresques. Por lo que se refiere a la construcción de barcos, los centros principales eran Hamburgo y Lübeck en el Imperio germánico, Génova y Venecia en Italia y Barcelona y Sevilla en los reinos hispánicos. No obstante, la expresión más acabada de los progresos en el transporte marítimo la ofrecen los propios navíos que iban a utilizar los mercaderes. Ciertamente los barcos diferían de unas regiones marítimas a otras. En el Báltico, y en general en la zona de influencia de la Hansa germánica, los navíos principales eran la "kogge" y la "urca". Su capacidad máxima de carga se cifraba en las 300-400 toneladas. En cuanto a la velocidad a la que se desplazaban podían alcanzar, si el viento les era favorable, los 24 kilómetros por hora. Muy parecidos a estos barcos era la nao, cuya capacidad oscilaba entre las 100 y las 200 toneladas. La nao era muy utilizada en el ámbito de la Corona de Castilla. Pero la gran novedad náutica de fines del Medievo la constituyó la "carraca". Era un navío redondo, de vela, con tres mástiles y con la posibilidad de instalar en él piezas de artillería. La "carraca" derivaba de modelos del mundo nórdico, aunque fue utilizada preferentemente en el Mediterráneo, tanto por los genoveses como por los venecianos.

Su capacidad de carga, comparada con los restantes barcos de la época, era elevadísima, pues se hallaba cercana a las 600 toneladas, si bien en algunos casos excepcionales podía incluso alcanzar las 1.000. También hay que mencionar la carabela, inicialmente barco de pesca y cabotaje, pero que, gracias a las innovaciones realizadas desde mediados de la decimoquinta centuria, en particular por los portugueses, terminó por alcanzar un protagonismo indiscutible en los grandes descubrimientos geográficos de fines del siglo XV. Por lo demás, el navío tradicional del Mediterráneo seguía siendo la galera, sin duda muy rápida y adecuada para las acciones bélicas, pero limitada en cuanto a su capacidad de transporte. Sólo las grandes "galere de mercato" podían alcanzar las 300 toneladas de carga. Pero no echemos las campanas al vuelo, pues las limitaciones con que se encontraba la navegación marítima en el otoño de la Edad Media seguían siendo notables. Fijémonos, a título de ejemplo significativo, en el siguiente dato: la capacidad total de transporte de la flota veneciana era, en el año 1423, según el testimonio que nos ha sido transmitido por el dogo Mocenigo, simplemente de unas 60.000 toneladas, y eso que contaba con 45 galeras "de mercato", 300 barcos redondos de diverso tamaño y alrededor de 3.000 navíos menores, dedicados básicamente al cabotaje. Y eso que se trataba de una de las grandes potencias marítimas de la época.

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