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Desarrollo


La figura política de Tiberio ha sido deformada por la historiografía antigua, ante todo por Tácito, Suetonio y Dión Casio, quienes, para resaltar las relaciones distantes y a voces tensas de Tiberio con el Senado durante los últimos años de su gobierno, no han dudado en atribuir al emperador todos los tópicos de maldades de que disponía la literatura antigua para calificar a los tiranos. Esa visión ha sido con frecuencia aceptada por la historiografía moderna y contamos incluso con biografías de Tiberio (así, la de Gregorio Marañón) que intentan explicar las razones de algunas de las deformaciones o perversiones psicológicas que se le atribuyeron. El estado del Imperio que recibió Tiberio no era tan saludable como Augusto pretendió presentar en el memorial triunfalista escrito al final de su vida y que conocemos como "Res Gestae". Prueba de ello son hechos tan significativos como éstos: revueltas de las legiones de Panonia y de la frontera renana, inicio de revueltas en África y otros muchos desajustes en las provincias, ninguno de ellos atribuibles a la obra de Tiberio. Todo indica que los últimos años del gobierno de Augusto estuvieron marcados por una fuerte dosis de inoperancia en la administración del Estado y una ausencia de medidas políticas destinadas a enderezar la economía.

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