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Datos principales


Desarrollo


Junto a los cambios en los tipos de fauna representados, los restos botánicos nos presentan un cuadro cambiante en el que se detectan también las variaciones producidas por los fenómenos glaciares. Sin embargo, son pocos los cambios evolutivos de las plantas durante el Pleistoceno. Los cambios principales se deben sobre todo a las alteraciones en la zonación de las mismas. Estos se pueden seguir a través de los restos de las propias plantas, conservados en turberas u otros medios excepcionales. También, sobre todo, a través de los análisis polínicos. Sus restos se presentan de forma ubicua en todos los lugares, salvo en zonas de suelo especialmente ácido, por lo que se han convertido en un recurso ampliamente utilizado. A grandes rasgos podemos seguir una serie de cambios florales durante el Pleistoceno, aunque, como dijimos, la característica principal es la alternancia en la zonación. Los glaciares cambiaron la zonación de las plantas de forma parecida a la de los seres vivos marinos. La presencia de bosques caducifolios, praderas templadas, tundras y bosques de coníferas se movió latitudinalmente a lo largo de los continentes. Durante los períodos glaciares estas zonas descendieron hacia el Sur, con una tundra que se extendía hasta llegar casi a los Pirineos. Los análisis polínicos realizados en lagos y turberas nos permiten observar las oscilaciones de su contenido a través de largos períodos de tiempo. Debido a que los cambios se producen de forma local, el establecimiento del sincronismo es delicado, pues se hace necesario contar con el apoyo de dataciones para poder marcar los diferentes períodos climáticos.

Sin embargo, algunas especies permiten caracterizar algunos períodos. Durante el Villafranquiense, según Lavocat, se puede ver en Europa la extinción de especies de tipo Terciario como Sequoia, Pseudotsuga, Podocarpus, Liquidambar o Magnolia, mientras que otras perviven como Sciadopitys, Taxodium o Nyassa. Los cambios relativos al cambio glaciar de las primeras glaciaciones provocan un aumento de las herbáceas que llegan a ser cerca del 75 por 100 de las especies representadas, junto a un aumento del bosque boreal con especies venidas de Asia. Durante el Pleistoceno Medio se caracteriza la presencia de Azolla, como especie típica. También algunas especies continúan su descenso hacia el Sur como Laurus, Ficus, Cercis, Rhododendron y Pterocarya. Las repetidas oscilaciones glaciares permiten la colonización de las especies árticas y de montaña que caracterizarán la vegetación actual. Durante el Pleistoceno Superior, ocupado casi en su totalidad por el último avance glaciar, los conjuntos florísticos van a caracterizar un clima esencialmente frío. En algunas zonas como los Alpes las coníferas descienden hasta los 500 metros. Las zonas llanas de la Europa central se caracterizarían por una flora basada en especies con Dryas, Betula nana, Salix y Saxifraga, es decir, los abedules enanos y otras características de la tundra junto a sauces y otros árboles propios de pequeños bosques galería, ligados a los ríos. Sin embargo, el conocimiento más exacto de las variaciones permite considerar que este tipo de clima no fue constante, sino que se detectan una serie de variaciones menores. El inicio de la fusión de los casquetes glaciares marca el máximo de la aparición de las condiciones esteparias en Europa, marcado por la extensión de una compuesta, la Artemisia, que caracterizará el tardiglaciar. Esto coincide en varios momentos con la aparición de pulsaciones frías caracterizadas por la presencia de una rosácea, la Dryas octopetala, que dará nombre a las oscilaciones frías del Tardiglaciar. La serie de cambios continúa hasta la total desaparición de los casquetes escandinavos ya durante el Holoceno.

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