Románico Español

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Datos principales


Estilo

Románico

Desarrollo


El Románico Español no tiene parangón en lo que a pintura se refiere con el resto de los románicos europeos, como el francés o el inglés. Aparte de las miniaturas, que constituyen un lugar común para todo el Románico en Europa, España desarrolló una importantísima producción en otros soportes que prácticamente se habían desechado en otros países, como son la pintura al temple sobre tabla y sobre todo, el fresco. Esta técnica, sin embargo, cayó en el olvido dentro del territorio español durante los siglos posteriores, y sólo fue reintroducida de nuevo, de forma muy limitada, gracias a las influencias del arte italiano a finales del Renacimiento y durante el Barroco. La España del año 1.000, que es la que se corresponde con el inicio del Románico, cuenta con unas características que la diferencian del resto de Europa. La mayor diferencia viene de la presencia del Islam en la península desde hacía ya tres siglos, presencia que se mantuvo hasta el siglo XV. El Islam, como cultura, desborda la civilización occidental, y es España la última frontera entre su poderío y la Europa que trata de rehacerse. Sin embargo, durante la fase del Románico, el Islam se encuentra en regresión: la frontera tácita establecida hasta ese momento en el río Duero retrocedió hacia el sur, quedando en el río Tajo. Pese a este avance cristiano, la convivencia entre las dos culturas fue el factor dominante y uno de los elementos que enriqueció nuestro Románico: artistas musulmanes que quedan englobados en territorio cristiano y que mantienen sus técnicas, su iconografía, etc.

Son los llamados mudéjares. España se dividía en varias regiones culturales, entre las cuales la pintura gozaba de gran diversidad. Las más destacadas eran el centro y sur peninsular, bajo el signo islámico, Cataluña y el Levante mediterráneos, y el interior y norte peninsular, volcado hacia el comercio que propiciaba la gran ruta del Camino de Santiago, hacia Santiago de Compostela, la gran vía de penetración de peregrinos de toda Europa. Las influencias del Románico Francés las encontramos jalonadas a lo largo de todas las etapas de este Camino, que culmina en el gran compendio del Románico que es la catedral de Santiago de Compostela. La introducción de europeos, copistas, escritores, escultores, monjes, etc. se veía favorecida además, por el desierto demográfico que predominaba en la España del momento. Tal era así, que los monarcas ibéricos fomentaron campañas de repoblación. Esta mezcla cuyos principales ingredientes se han nombrado fue lo que dio pie a un Románico excepcionalmente rico, puesto que España se convirtió en un auténtico crisol cultural. Los temas a representar y las iconografías utilizadas siguieron siendo las mismas que en el Románico europeo; las características siguieron también los estereotipos propios: la supremacía del dibujo frente al color, que se supeditaba a la línea, el dominio del plano frente al volumen tridimensional, el uso de fondos neutros en vez de fondos naturalistas con profundidad, las composiciones yuxtapuestas que superponen las figuras, frente al ordenamiento en perspectiva, el empleo de colores puros y no de gamas tonales, y los tamaños jerarquizados para las figuras más importantes.

Las zonas más importantes de pintura románica son Cataluña y Castilla-León. En Cataluña el esplendor fue magnífico, con obras de impronta bizantina, posible gracias a la vocación mediterránea de este reino. En Cataluña se conservan abundantes iglesias románicas decoradas al fresco, como San Clemente de Tahull, cuyos paneles han sido trasladados al Museo de Arte Catalán para preservarlos mejor. En Castilla-León lo que se pone de manifiesto es la impronta mozárabe y mudéjar, puesto que se introducen temas profanos sobre trabajos cotidianos, caza, aderezados con motivos decorativos sirios y persas. Los conjuntos más llamativos los tenemos en San Baudelio de Berlanga y San Isidoro de León.

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