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Datos principales


Rango

Eco-Soc XVI

Desarrollo


A partir del Renacimiento el mundo urbano fue imponiendo progresivamente un modelo de civilización distinto del que había prevalecido en los largos siglos medievales. La ciudad aparece como eje de los tiempos modernos, al constituirse en centro de organización económico-administrativa y en epítome de un nuevo universo de relaciones humanas. En cierto modo, esta imagen encierra un espejismo. Lo cierto es que la población rural continuaba manteniendo un peso numérico abrumador. Con aproximadamente el 70 o el 80 por 100 de los habitantes de Europa, el campesinado constituía el sector social más numeroso, aunque es también el más desconocido. El trabajo de la tierra era la base de la economía, así como el sector que movilizaba una mayor cantidad de recursos. Tal realidad no dejaba de ser reconocida en la época, aunque -con independencia de las mistificadoras idealizaciones literarias propias de la época- una cada vez más compleja y refinada sociedad urbana consideró con un creciente grado de desprecio a la población rústica. La oposición radical entre el campo y la ciudad no deja, sin embargo, de ser artificiosa. La relación entre ambos mundos era estrecha. Las ciudades se hallaban rodeadas de tierras de cultivo, en las que trabajaba una parte de su población. Dentro del propio perímetro urbano no era infrecuente hallar huertas, integradas en palacios, conventos y casas principales. Por otra parte, los grandes propietarios terratenientes residían a menudo en la ciudad, en la que se consumía gran parte de las rentas agrarias. En general, el campo estaba subordinado a la ciudad, pero ésta, en cambio, dependía de los recursos producidos en aquél.

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