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En el orden internacional europeo, desde el final del Congreso de Berlín hasta la dimisión de Bismarck, pueden distinguirse dos etapas, separadas por las crisis de los años 1885-1887. La primera se caracteriza por la alianza entre Alemania y Austria-Hungría, que impulsó a Rusia a promover un nuevo acuerdo entre los tres emperadores, y la "Triple Alianza" firmada por Alemania, Austria-Hungría e Italia. La segunda se desarrolló después de que una nueva crisis balcánica acabara con la alianza de los tres emperadores, y de un empeoramiento de las relaciones entre Alemania y Francia. Rusia quedó entonces vinculada exclusivamente a Alemania mediante lo que se conoce como "Tratado de Reaseguro". El resto del entramado no sólo siguió vigente, sino que se amplió integrando a otros países -sobre todo, a Gran Bretaña-, por lo que suele hablarse de apogeo de la diplomacia bismarckiana. La iniciativa de la alianza entre Alemania y Austria-Hungría, aunque perfectamente conveniente para los intereses de la Monarquía dual, partió de Bismarck. Los motivos han sido interpretados de diferente manera. Para los historiadores que acentúan la primacía de la política exterior, el canciller buscaba dos objetivos: fortalecer la posición alemana frente a los dos gigantes del Este y el Oeste -Rusia y Gran Bretaña-, y moderar las pretensiones rusas en los Balcanes, haciendo comprender al zar su debilidad ante el pacto germánico.

Los historiadores que, por el contrario, atienden especialmente a la política interior, consideran que Bismarck pretendía la creación de un bloque centroeuropeo, que sirviera como área de expansión e influencia política y económica del Imperio, una idea atractiva tanto para los componentes de la nueva coalición de conservadores, liberales nacionales y católicos, como para el Ejército; una pieza más, por tanto, de la nueva política emprendida en 1879. La explicación que G. F. Kennan ofrece del interés de Bismarck por reforzar a Austria-Hungría incluye tanto factores externos como internos. Para el canciller alemán, el peligro básico a conjurar era una guerra entre Austria y Rusia, guerra a la que ésta era empujada por las tendencias nacionalistas. Si Austria fuese derrotada, el viejo Imperio de los Habsburgo se disolvería y, lógicamente, la población austríaca de habla alemana no tendría otro sitio donde ir que a Alemania. Pero esto era lo que Bismarck más temía, porque los austriacos, unidos a Baviera, harían perder a Prusia su hegemonía en el Reich, además de que los católicos ultramontanos sobrepasarían a los protestantes. "El gran problema de la unificación alemana, cuya resolución había costado a Bismarck tres guerras y los esfuerzos de dos décadas, volvería a quedar abierto, y la obra de su vida puesta en peligro". El tratado se firmó el 7 de octubre de 1879. Preveía una alianza en caso de que una de las dos potencias fuera atacada por Rusia, y una benévola neutralidad si el agresor era otra potencia.

La mención explícita de Rusia fue una petición austriaca a la que Bismarck accedió en contra de la opinión de Guillermo I, que la consideraba contraria a su convicción, a su carácter y a su honor. El emperador siempre se mostró inclinado, por razones históricas y amistad hacia el zar, hacia las buenas relaciones con Rusia, frente a las tendencias pro austriacas de Bismarck. Ante la amenaza de dimisión del canciller, el emperador cedió. Este es un buen ejemplo del modo absolutamente personal, incluso por encima del emperador, como Bismarck manejaba la política exterior alemana. Una de las consecuencias de la doble alianza fue la aproximación de Rusia a Alemania. Olvidando los agravios anteriores, aquélla trató de salir del aislamiento en que había quedado. Eso era, en cualquier caso, una de las consecuencias que Bismarck había previsto, y presionó a Austria-Hungría para formar una alianza tripartita. El nuevo ministro austriaco, Haymerlé, se resistió, porque ello suponía perder gran parte de la ventaja del anterior tratado, pero finalmente no tuvo más remedio que aceptar la propuesta, sobre todo después de que la victoria electoral de Gladstone, en 1880, supusiera el abandono de las posibilidades de formar una alianza entre Viena y Londres en contra de Rusia, a la que Disraeli hubiera sido más proclive. El nuevo acuerdo de los tres emperadores se firmó el 18 de junio de 1881, por un plazo de tres años.

Tres meses antes, Alejandro III había sustituido a su padre, víctima de un atentado. La política exterior del nuevo zar estaría dividida entre la orientación progermánica del ministro de Exteriores, Giers -que en 1879 había sustituido a Gorchakov cuyas relaciones con Bismarck eran pésimas-, y la tendencia paneslavista de la mayoría del cuerpo diplomático y del Ejército rusos. Por el acuerdo tripartito de junio, que tenía un carácter secreto, se establecía la neutralidad de las otras dos potencias, si una de ellas era atacada por un país ajeno a la alianza, y el compromiso de Austria-Hungría y Rusia de no variar unilateralmente el "statu quo" en los Balcanes. Austria-Hungría concedía la posible reunificación de Bulgaria, a cambio de obtener la anexión completa de Bosnia y Herzegovina. Por último, la seguridad rusa quedaba fortalecida al reafirmarse la prohibición de que los barcos de guerra cruzaran los estrechos. La iniciativa en la creación de la "Triple Alianza" partió de Italia. No deja de resultar paradójica esta aproximación a las potencias centrales existiendo en Italia un movimiento irredentista, que reclamaba la anexión del Trentino, Tirol y Trieste, en poder de Austria. Desde esta perspectiva, parece más lógico que Italia hubiera tratado de unirse a Francia en una alianza latina. Las relaciones franco-italianas, sin embargo, eran malas desde la unificación por la defensa francesa de la Roma papal y, después de 1871, por el temor italiano a que el gobierno del "orden moral" en Francia, actuara en favor de Pío IX, quien no abandonó nunca las esperanzas de recuperar, al menos en parte, el poder temporal, con la ayuda de las naciones católicas.

En favor de la iniciativa italiana jugó un importante papel el deseo de ganar prestigio uniendo su suerte a la gran potencia del momento, pero, sobre todo, fue definitiva la política de expansión francesa en el norte de África y, en particular, la ocupación de Túnez por Francia, en 1881, que Italia percibió como un agravio al que se encontraba sin fuerzas para responder. Los factores económicos también fueron importantes. Francia controlaba el 80 por 100 de la deuda pública italiana, pero el intercambio comercial entre Italia y Alemania -de materias primas y productos industriales alemanes por productos agrícolas italianos-, favorecido por la construcción de túneles en los Alpes, era cada vez más intenso. Por el contrario, Francia ofrecía una creciente resistencia a las exportaciones italianas que competían con su propia producción. Bismarck que, por otra parte, alentaba la expansión colonial francesa porque le parecía una buena forma de que este país olvidara anteriores agravios, acogió favorablemente la propuesta italiana, no porque tuviera un gran aprecio de la eficacia y la lealtad italianas, sino por las seguridades que le ofrecía su alianza, en caso de guerra con Francia. Es decir, no por la ayuda directa que pudiera prestarle, sino por la distracción, al menos, de fuerzas francesas en sus fronteras. En 1877, Bismarck había desechado la posibilidad de una alianza con España, que sobre el papel ofrecía la misma ventaja, por la inestabilidad de la situación política española.

En una situación semejante a la alemana respecto a Italia, estaba Austria-Hungría que, si llegara a la guerra contra Rusia podía contar con no ser atacada, al mismo tiempo, por los extremos opuestos de sus fronteras. A pesar del rencor contra Italia que Austria guardaba desde 1866, también reconoció otra ventaja que le proporcionaría su alianza: ver disminuir la propaganda nacionalista en las "provincias irredentas". La Triple Alianza fue firmada el 20 de mayo de 1882. Fue el elemento más duradero de la política de Bismarck, ya que habría de ser renovada durante más de treinta años (aunque, a partir de 1902, un pacto secreto entre Italia y Francia desvirtuaría su significado, al menos por parte italiana). La Triple Alianza era también secreta y tenia un carácter estrictamente defensivo. En ella se establecía que si Italia fuese atacada por Francia, las otras dos potencias acudirían en su ayuda, con todas sus fuerzas. Italia también se comprometía a intervenir en ayuda de Alemania si ésta fuera atacada por Francia. En caso de guerra -siempre de carácter defensivo- con otro país distinto de Francia, se obligaban a mantener una neutralidad benevolente, y se reservaban la posibilidad de hacer causa común con su aliado, si lo juzgaban conveniente. Otros dos tratados de relativa menor importancia vinieron a completar el sistema: las alianzas de Austria-Hungría con Serbia, en junio de 1882, y con Rumanía, en octubre de 1883, a las que también se unió Alemania. Con ellas el frente antirruso quedaba fortalecido. No obstante, Bismarck favoreció la renovación de la alianza de los tres emperadores, en 1884, persuadiendo a financieros alemanes para que suscribieran los emisiones de Deuda rusa en la Bolsa de Berlín.

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