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Datos principales


Rango

Expansión bizantina

Desarrollo


Ahora el modelo a imitar no estará ya en Constantinopla ni en Grecia, sino en la península del monte Athos: se trata de la iglesia trilobulada, severa creación monástica que también se extenderá a Valaquia tras la introducción del cristianismo ortodoxo en 1374. La decoración mural ha desarrollado aquí un estilo íntimo, delicado, quizás afeminado, que parece querer expresar un esfuerzo consciente para escapar de los terrores de la época. Las composiciones son elegantes y decorativas, con abundantes fondos arquitectónicos; las figuras son alargadas y los rostros refinados, como el del arcángel Miguel de Resava -1407-1408-, fundación principal de Stefan Lazarevic y que todavía conserva su carácter de fortaleza. Si la influencia bizantina en Serbia ha de considerarse desigual, con mayor incidencia en el campo de la pintura, el brillo del arte constantinopolitano había de acompañar también el desarrollo artístico de otros países eslavos, que pasaron a tener un fondo religioso común. El hecho inicial es bien conocido: en el último tercio del siglo IX, Cirilo y Metodio, griegos originarios de Salónica, partieron a evangelizar Moravia y Bohemia y las conquistaron definitivamente para la ortodoxia. Cien años más tarde -989- Vladimiro el Grande, príncipe del potente estado de Kiev, movido tanto por razones de índole religiosa como política -le atraía la belleza de la liturgia bizantina pero también la subordinación de la Iglesia al Estado-, adoptó el cristianismo como religión oficial y fue autorizado a contraer matrimonio con la hermana de Basilio Il, el emperador recordado como el destructor del reino búlgaro.

Kiev, asentada sobre una colina que dominaba el Dnieper, es el punto de partida del arte bizantino en la Europa oriental. Allí, Jaroslav el Sabio, hijo de Vladimiro, extendió la ciudad hasta seis veces su área original y en su centro construyó la catedral de Santa Sofía como sede del obispo metropolitano de Rusia. Tanto este edificio como otros que le seguirían -Laura del monasterio de las Grutas, Puerta Dorada, Santa Irene o San Jorge- no hicieron sino reproducir modelos de la capital del Imperio, incluso en sus denominaciones. Santa Sofía resultó ser un gran edificio, iniciado en 1037 e inspirado en la Nea de Basilio I, pero en lugar de las tres naves habituales tiene cinco, así como cinco ábsides en la parte oriental y trece cúpulas que simbolizan a Cristo y los doce Apóstoles. Las naves exteriores tenían encima una galería y a fines del siglo XI se añadió otro ambulatorio, más ancho que el primero, en los lados septentrional, meridional y occidental del edificio; también se incorporaron dos torres de escalera, dispuestas asimétricamente y que daban acceso a la galería. Fue construida con hiladas de ladrillos y piedras alternadas, recubiertas de un mortero rosa y que, con los ladrillos rojos, creaban un efecto polícromo. Sin embargo, la restauración barroca del siglo XVII alteró por completo la apariencia primitiva del recinto. El interior todavía muestra una suntuosa decoración de frescos y mosaicos. El programa iconográfico es coincidente con el que se venía aplicando en los monasterios bizantinos.

Pero aquí se registra una novedad: debajo de la Madre de Dios, implorando la misericordia divina para los hombres, aparece una comunión de los Apóstoles y en la zona inferior, entre las ventanas, se ve a los Padres de la Iglesia. Este programa queda un poco atenuado por la serie de frescos que decoran las naves laterales y los deambulatorios con escenas del Antiguo y Nuevo Testamento y vidas de santos. Eran útiles, sin embargo, porque ayudaban a comprender la ordenación de la jerarquía celeste que debía sostener, a su vez, a la autoridad de la jerarquía feudal terrestre (Alpatov). No en vano, las figuras del príncipe y de su familia formaban parte del decorado mural de la iglesia. El estilo de Santa Sofía, aunque carece de uniformidad, recuerda la factura de Hosios Lukas. No ocurre así con los del monasterio de San Miguel, pintados una generación más tarde. En la escena de la Santa Comunión, los Apóstoles no se mueven ya con el paso monótono de Santa Sofía. Se advierte vida en los gestos y en la posición de las cabezas, así como una mayor insistencia en las expresiones. Está presente la influencia directa de los artistas de Constantinopla, que trajeron a Kiev el arte de los Comnenos. Algunas descripciones antiguas testimonian la existencia de otros ejemplos en esta época. Tal es el caso de la iglesia de la Dormición del monasterio de las Grutas, obra también de maestros bizantinos y destruida en 1941. Si observamos otras iglesias construidas en Kiev durante el siglo XI, tales como la catedral del Salvador de Cernigov -hacia 1036-, Santa Sofía de Novgorod -1045-52- o el katholikon del monasterio de las Grutas -1016-, podemos deducir que los rusos tomaron de Bizancio, básicamente, una forma de iglesia, la planta de cruz griega inscrita que podía adoptar diversas variantes.

En su versión más simple, tenía tres naves, cuatro pilares y una cúpula; fundiendo la nave con el nártex, podía obtenerse una planta más alargada con seis pilares; o bien el coro podía estar rodeado en tres de sus lados por un ambulatorio, produciendo así el efecto de una iglesia de cinco naves. Es interesante señalar que no se incorporó ni la planta triconque, que se puso de moda en el siglo X, ni el octógono sobre arcos apechinados, que se introdujo a comienzos del siglo XI. Y después del siglo XI, los rusos se contentaron con construir de forma tradicional, sentando las bases para el desarrollo de una arquitectura nacional. Muy distinto será el caso de la pintura: un maestro griego itinerante podía llevar las más recientes modas bizantinas de un lado a otro sin necesidad de una estructura organizada, como requería la arquitectura. Por eso, si los mosaicos de Santa Sofía de Kiev son el reflejo del estilo bizantino contemporáneo, también el trabajo de Teófanes el Griego en Novgorod y Moscú, refleja las preocupaciones del período de los Paleólogos en este campo. A lo largo del siglo XII, el principado de Kiev fue perdiendo importancia debido a la fragmentación de sus posesiones entre los miembros de la familia reinante y la creciente presión de los pueblos de la estepa. La preeminencia política pasó entonces a la Rusia nororiental, a la zona comprendida entre el Volga y el Oka, situada sobre una importante vía comercial y protegida de las incursiones de los nómadas de la estepa por extensos bosques. Además de Rostov, Suzdal, Vladimir o Moscú, serán los centros urbanos emergentes.

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